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Le vieron llegar. Estaba siendo acompañada y eso, les complicaba un poco los planes.
¿O tal vez no?
— ¿Ya vieron?
Uno de ellos codeó a la mujer a su lado. Se sonrieron.
— Su Romeo no va a quedarse, y eso significa...
El tercero rió levemente.
— Que tenemos pase libre para hacer con ella lo que queramos.
(...)
— ¿Entonces esta es tu casa? ¡Es muy linda!
El chico le sonrió.
— Gracias... mi hermana organizó la fiesta. La verdad es que yo no soy de invitar a nadie pero ella insistió y bueno, eres de las personas más agradables que conozco, así que por eso te invité ¿no te incomoda, verdad?
Estaba cohibido. Tan tierno, pensó Amelia.
— ¡Qué va! Me alegra mucho que me invitaras, hace mucho no salía a divertirme.
Confesó Amelia.
— En eso caso.. ¿quieres salir un rato? Esperemos a Juan y a Abril, no deberían tardar en venir...
Un leve asentimiento le bastó para tomar camino al exterior. El lugar estaba atascado de personas. Les fue algo incómodo atravesar la multitud que yacía en el lugar.
Y como si hubiesen sido invocados...
— ¡Amelia! ¡Alfonso!
Sus otros compañeros de proyecto venían tomados de la mano. Se veían tan lindos juntos.
¿Algún día podría verse así junto a Axo?
— Se hubieran tardado otro rato.
El sarcasmo de Alfonso le soltó una risa a Abril —Ari, para sus amigos cercanos—.
— Veníamos a tiempo pero Juan tuvo que pararse a orinar y luego casi choca.
— Pero si todavía no ha ni tomado y ¿ya intenta matarse?
Amelia rió.
— En mi defensa, yo tenía preferencia...
Ari le dio un pequeño golpe en el hombro a su novio.
— ¡No con el semáforo en rojo, reverendo tonto!
Todos rieron.
Amelia se sentía feliz. ¿Hace cuánto tiempo que no salía a divertirse con amigos? La noche pintaba verdaderamente bien. Hoy la pasaría increíble, pensó.
