veinticinco

611 48 16
                                    

Maldita sea. Eres rápida.

La única forma de alcanzarte fue...

— ¡No corra en los pasillos, señorita Funes, le puedo levantar un reporte!

Ese intento de voz seria... No pude evitar reír levemente.

Gracias, Karchez.

Pasó a un lado mientras me daba un par de palmaditas en la espalda.

— Suerte, Achocher.

Susurró y asentí en señal de agradecimiento.

Una vez que desapareció de nuestra vista, te miré. Estabas rígida en tu lugar con los puños cerrados y me veías como si quisieras matarme.

Repito ¿qué fue lo que te hice?

— Amelia, tenemos que hablar.

— No quiero. Jódete.

Hiciste un puchero. Reí. 

— Oye, no sé qué habrá pasado pero ¿hice algo mal? ¿algo que te hiciera sentir mal, incómoda?

No respondías.

— ¿No crees que es mejor hablarlo? Si me dices, tal vez podamos arreglar este malentendido. Porque te juro...

La distancia era mínima. Me permití tomar tus manos entre las mías y acercarlas a mi pecho.

Continué.

— Que jamás haría algo que pudiera hacerte daño. Porque te quiero.

Me desviaste la mirada. 

Por un segundo me sentí aliviado. Pude notar cómo te sonrojabas.

Suspiraste.

— Celos. Tengo celos ¡YA! ¡Lo dije! Me voy...

El sonrojo en tu cara se había intensificado. Te veías dispuesta a irte.

Alcancé a tomarte de la muñeca y te atraje a mí.

— ¿Celos?

Ladeé la cabeza.

— Sí... de esa zo...

Callaste un segundo y continuaste.

— De la profesora de Inglés.

Finalizaste. Tu mirada estaba puesta en el piso.

Te aprecié unos segundos. Intentando comprender cómo habías llegado a sentirte así.

— ¿Laia? ¿Por qué te sientes celosa de ella? Solo somos compañeros de trabajo.

Oh no.

A M E L I A ➟ AXOZERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora