treinta y uno

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No pensaba mucho. Solo pasaba rudamente a través de la multitud y con la pizca de razón que le quedaba, esquivaba los movimientos bruscos para evitar que los tragos que llevaba, se regaran. 

Bueno, al menos lo había intentado.

— ¡Cuidado que hay...

Avísenle después.

Había tropezado con un escalón que separaba la casa del patio, perdiendo el equilibrio. Por inercia, quiso agarrar algo de lo cual sostenerse y soltó uno de los tragos. Estiró su mano y lo primero que llegó a su alcance fue la camisa de Juan, quien había apresurado el paso para ayudarlo y evitar una desgracia.

— un escalón...

Le ayudó a recuperar el equilibrio.

— Mierda, perdí uno.

— Te daré el mío si quieres, yo puedo compartir con Ari.

Alfonso negó y siguió caminando hasta llegar con dos pequeños bultos tirados en el pasto. No pudo evitar reír, tomando por sopresa al par que yacía en el suelo.

— ¡Por fin! Ya estaba por quedarme dormida.

Ari se levantó y corrió hacia su novio quitándole uno de los tragos y pasándoselo como si de agua se tratase.

— ¡Pásalo con cuidado, amor! ¡Es fuerte!

Ari le vio enarcando una ceja.

— ¿Fuerte? Sabe dulce, está muy ri-

Empezó a toser e hizo una mueca.

— ¿Por qué pica y amarga?

Juan vio a Alfonso en busca de ayuda.

— Es un toque sorpresa pero si te lo decimos ya no será sorpresa.

Se alzó de hombros haciendo reír al trío a su alrededor. ¿Algo dulce que se volvía picante y amargaba? ¿Qué mierda les había dado ese idiota?

Ari habló.

— Bueno, sea lo que sea está delicioso. Pruébalo, Amelia.

Alfonso reaccionó al segundo y estiró el trago hacia ella, quien lo aceptó gustosamente. Le dio un pequeño sorbo. Le veía expectante esperando su reacción. Y entonces tuvo respuesta.

Amelia le sonrió.

— Delicioso.

El alma de Alfonso había vuelto a la Tierra y le hacía respirar, por fin. 

— ¿Y tu trago?

Una curiosa Amelia veía sus manos vacías.

— ¿Ves el escalón que está antes de entrar a la casa?

Ladeó su cabeza apuntando a la entrada. Ella desvió la mirada para fijarse a lo que él se refería. Asintió.

A M E L I A ➟ AXOZERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora