2. Torre invertida

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HUNTER

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HUNTER

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Si bien todos y cada uno de nuestros servicios y comodidades se encontraban en la zona de confort brindada en nuestra casa, eso no quiere decir que debamos ser ermitaños que no conocen la luz del día. A menudo, ya fuese por mi cuenta o por la de mi hermana, Megan, acostumbrábamos a ser travesías, viajes, fiestas y todo tipo de actividades para despejar la mente de las preocupaciones del día a día y hacer que los ojos descansen de la luz electrónica.

Eran menos las veces en las que Megan hacia planes de salir, si se compraban con el número de veces en las que yo lo hacía. En un principio ni siquiera salía de su cuarto, ponía seguro en la cerradura de su puerta con tal de mantenerme alejado para que yo no la obligara a salir, me gritaba cosas como; ¡Hunter, déjame en paz, no quiero ir! Hasta que después de tanto persistir con esta terca personilla, logré sacarla de su cueva y hacerla pensar en otra cosa que no fueran las tareas del colegio o las redes sociales.

Se volvió un hobby; cada que había una oportunidad para salir, salíamos, con compañía o solo nosotros dos. Tal vez no hablaba mucho con otras personas, pero al menos sabía que disfrutaba los momentos al aire libre. Verla sonreír era una buena forma de limpiar el alma.

Un día cualquiera, sin ocupaciones ni afanes, los dos con el fin de semana completamente libre, ¡A salir!

—Pero ¿A donde se supone que vamos? —me preguntó después de que le diera la propuesta.

—¡A dónde nos dirija el viento!

Le rogamos a nuestros padres que nos dejasen llevar el auto, después de rezarles como a santos, cumplir con cada una de sus exigencias, y demostrar con pruebas fehacientes de que nuestras notas en el colegio eran buenas en mi caso, y superiores en las de mi hermana (Más que obvio el por qué) se nos fue cedido el derecho a manejar, con la condición de no chocar y vetar a nuestros amigos del ingreso al vehículo. Da igual, si de todas formas solo vamos nosotros dos.

Salimos de la ciudad. Anduvimos hasta marearnos, deteniéndonos a un lado de la carretera después de no encontrar nada interesante por el camino.

—Hemos ido a tantas partes que tendríamos que mudarnos a otra ciudad para encontrar algo nuevo —comente mientras masticaba un emparedado previamente hecho.

Megan no me respondió, se limitó a deleitar el silencio que reinaba en aquel lugar, era ciertamente reconfortante cambiar el ruido de la ciudad por sonidos de la naturaleza.

No hubo ningún tipo de problema, nada de inconvenientes. Todo tranquilo, todo perfecto. Solo un evento resultó ser fuera de lo común, un suceso que nos alteró, nos perdimos en el camino de regreso.

La vía parecía eterna, no recordaba que fuese así. Según yo, desde donde estábamos hasta la primera intersección o curva que había en el camino por el que habíamos venido, habían alrededor de cinco a diez minutos de distancia ¡Pero ya vamos para una hora de andar y la maldita vía no a echo el primer desvío! Me estoy comenzando a desesperar, para colmo una niebla repentina cayó, reduciendo nuestra visibilidad a unos cuantos metros, esto no es bueno

Himika the ghost townDonde viven las historias. Descúbrelo ahora