Capítulo cinco

1.4K 168 0
                                    

𝐁𝐀𝐁𝐘'𝐒 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃

— Ya te lo he dicho, Agnes, me encuentro genial —insistí rechazando el plan que la bruja quería llevar a cabo.

— Tendrían que hacerte una revisión.

— ¿Quieres que me pase por el barrio para una ecografía rápida? ¿Una bruja embarazada? Estás loca si piensas que voy a hacer eso.

Rebekah quién había estado sumergida en la pantalla del ordenador que tenía delante, intervino por primera vez— Muchas mujeres matarían por tener un hijo. Me sorprende que no cuides mejor al tuyo.

Apreté la mandíbula con fuerza para no soltar ningún improperio. Era obvio que ella hubiese deseado estar en mi situación y poder llevar en la tripa a un bebé, pero no era el caso porque ella sí que no podía tener hijos y eso le jodía más que a nadie.

— Conozco a una doctora en el pantano, en un sitio apartado —Agnes hizo una pausa por si yo quería hablar, pero dejé que continuase—. Me he tomado la libertad de concederte una cita para esta noche. De madrugada. Solo nosotras.

A pesar de que acepté, la idea no terminaba de convencerme del todo, pero si esa consulta ayudaba a mi hija la tendría que tomar.

🥀

— El ritmo cardíaco del bebé es perfecto —masculló la rubia con alegría.

— Lo sabía.

La chica me tendió una gasa para limpiarme aquel líquido del estómago. Mientras me arreglaba el atuendo, un mensaje iluminó mi pantalla. Era Rebekah, quién preguntaba la localización de la clínica.

En los instantes que salió la chica de la sala en la que me encontraba, las luces de una furgoneta afuera de la clínica llamaron mi atención. No pude distinguir bien quiénes bajaban pero mi instinto decía que no iban a hacerme nada bueno.

— Toma —regresó la rubia con un vaso de agua y algunas pastillas—. Son para bajar tu tensión, estás un poco alterada.

— Eh... a decir verdad, no llevo bien eso de tomar pastillas —decliné su oferta.

— ¿En serio? Yo tampoco.

Ella desapareció momentáneamente de mi vista mientras yo me fijaba en los señores que acababan de entrar, los mismos de la furgoneta.

Cazadores.
Tenía que salir de allí como fuera.

Me giré hacia la ventana encontrándome a la rubia a punto de inyectarme una jeringa con un extraño líquido. Sin pensarlo dos veces, atrapé su mano mientras golpeaba su cabeza con la mía. Ella soltó un alarido cuando clavé la jeringuilla en su cuello e inyecté todo el líquido, sin dejar ni una gota.

La mujer cayó al suelo en un golpe seco que llamó la atención a los hombres, quiénes no dudaron en abalanzarse sobre mí. Esquivé a uno de ellos y con rapidez cerré la puerta con el pestillo.

Golpes y más golpes daban señal de que los cazadores intentaban tirar la puerta abajo, pero antes de que lo lograran yo ya había salido por la ventana del lugar y me dirigía hacia el bosque.

Supongo que habría más cazadores de los que yo había visto, porque no tardé en escuchar pasos que me seguían de cerca. En mi estado no iba a aguantar el ritmo corriendo, así que lo mejor era matar directamente.

Frené en seco cuando encontré un lugar ideal para que nada me impidiera observar con claridad. No tarde ni un segundo en divisar a los tres hombres que iban tras de mí.

Alce mi muñeca cuando el primero estaba ya en mi campo de hechizo y la retorcí haciendo que su cuello se partiese en un movimiento seco. Ninguno de los otros dos vio venir eso, porque por unos instantes se quedaron paralizados en sus lugares.

𝐌𝐄𝐀𝐍𝐓 𝐓𝐎 𝐁𝐄 ↠ Klaus M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora