༺ cuatro ༻

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La noche en aquella parte del reino era helada, tanto que se me metía dentro de los huesos y apenas podía mover un dedo

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La noche en aquella parte del reino era helada, tanto que se me metía dentro de los huesos y apenas podía mover un dedo.

Después de llegar al campo de batalla, se nos asignaron tiendas de campaña individuales o por familia, yo, al estar solo, tuve una exclusivamente para mí.

El lugar era horrible. Estábamos en la frontera con el norte de Corea y el ambiente era tenso. Olía a fuego y basura, además la niebla apenas dejaba ver nada, solamente podía adivinar un valle amplio.

Mis compañeros de pueblo no me resultaron familiares, así que no entablé conversación con ellos en todo ese tiempo, pero aún así me sentía pequeño e intimidado. Quizá aunque mi lobo estuviese dormido hacia efecto en mí, no sabía el motivo, pero me sentía insignificante entre tantos alfas y pocos betas, nunca antes había percibido tantas feromonas invasoras. Por suerte no me afectaban.

Cuando repartían la comida salíamos a la entrada de la tienda de campaña y esperábamos nuestra porción. Yo siempre me llevaba algún comentario sobre mi estatura, pero callaba porque esa comida era más de la que obtenía en días en casa.

Al menos me quedaba el consuelo de que mi familia estaría recibiendo una paga por mi alistamiento voluntario.

Pocos días más tarde al fin llegó el general que dirigiría esa unidad. Se llamaba Namjoon, de la casa Kim. Era alto, fuerte y corpulento, un alfa en estado puro. De no haberme doblado la edad lo habría mirado con buenos ojos, pero podía ser literalmente mi padre.

──Soldados, reúnanse.

Automáticamente todos dejamos a un lado nuestros platos y nos acercamos a él, que era acompañado de otros dos superiores.

──En unas horas llegará el rey para supervisar la zona, esta será su posición durante la batalla, quiero disciplina y perfección, ¿entendido? ──dijo el general.

Todos afirmamos a coro.

──Bien, sigan llenando su panzas y descansando, lo necesitarán.

Con una pequeña sonrisa por el comentario me giré para volver a mí posición, pero escuché una nueva orden.

──Soldado Park, a mi tienda ──ordenó firme.

Algunos otros soldados me miraron extrañados, tan confusos como yo lo estaba, y supe que no podía ser algo bueno.

Seguí al general Kim hasta su tienda, donde había una mesa con un gran mapa de estrategias y algunos objetos aleatorios desperdigados.

──Soldado, tengo entendido que es de la casa Park de Busan, ¿es cierto? ──comentó mientras rodeaba la mesa para sentarse tras ella.

Yo me acerqué hasta quedar en frente, a una distancia prudencial y con las manos tras la espalda como debía.

──Así es, señor.

Él cruzó las manos en su regazo, analizándome de pies a cabeza.

──Tengo entendido que en esa familia no queda ningún alfa o beta presentado, soldado.

Tragué saliva y me aguanté las ganas de salir huyendo.

──Negativo, señor.

El general alzó una ceja, a lo que seguí explicándole mi mentira.

──Pertenezco al linaje Park del difunto padre alfa de la familia, señor ──expliqué.

──¿De verdad?, ¿es uno de sus hermanos? ──inquirió.

──Afirmativo, señor.

Tras aquello el general se quedó pensativo, pero no cuestionó nada más, solamente hizo un ademán con su diestra y me di por aludido, así que salí de su tienda de campaña.

En cuanto crucé la tela, sentí que podía volver a respirar con normalidad.

Caminé hacia mi tienda con toda la tranquilidad que pude fingir, pero una presencia a mi izquierda me alertó.

──Hey, te he visto muy solitario estos días, unos cuantos soldados nos reunimos en la tienda Jung, ven cuando quieras.

Dicho eso, desapareció.

La tienda Jung. ¿Hoseok?, ¿estaría justo en el mismo territorio de la frontera que yo?

Sin esperar demasiado regresé a mi tienda para terminar la cena y me dirigí a la tienda Jung, donde se veía una tenue luz y varias sombras. Me ponía nervioso estar cerca de tantos alfas, pero la curiosidad me ganó.

Allí dentro habían varios soldados y algunos generales, incluído Kim.

En cuanto entré, un soldado raso se me acercó con una sonrisa que no debía pertenecer a un lugar tan sombrío como aquel.

—Sois Jiming, ¿verdad? ──preguntó.

Asentí, sin fiarme demasiado, pero cuando se inclinó yo le copié.

──Bienvenido sea a mi tienda, me llamo Hoseok, pero algunos me dicen Hobi ──comentó, radiante.

Automáticamente sonreí, a Taehuyng le gustaban las personas positivas y alegres.

──Un placer Hoseok.

Me guió a la zona más caliente, donde habían algunas lámparas de aceite encendidas, dando calor al corrillo de soldados.

──He oído que es familia de Park Taehuyng, ¿cierto? ──comentó mientras se frotaba las manos a mi lado.

Yo tuve que hacer lo mismo para entrar en calor, pero con la cena ya notaba las calorías haciendo efecto. Era extraño, mi situación era triste pero estaba más satisfecho y contento que en mucho tiempo.

──Así es... ──Carraspeé mirando la lámpara frente a mí, porque mentir a los ojos de alguien se me daba fatal──. Mi sobrino, Taehyung, sé que está comprometido con vos.

Hoseok se abrazó a sí mismo y me miró unos instantes antes de hablar.

──Debí pedirle la bendición, perdón, no sabía que vivía con ellos ──murmuró.

Al instante negué y supe por el calor de mis mejillas que me había sonrojado. Allí dentro era un miembro importante de la casa Park, pero en realidad no era más que otro cachorro a su lado.

Al fin le miré y me esforcé por sonreír.

──Creo que en este tiempo sabré si es digno de Taehuyng ──respondí.

Puede que no tuviese permiso real para darle la bendición y que si papá Jinnie se la había dado no había marcha atrás, pero por el momento podía vigilarlo de cerca y conocerlo.

Taehuyng se merecía a alguien bueno a su lado, un alfa capaz de cuidar de él más allá de unos regalos, sonrisas y buenas palabras.
Y si al final Hoseok resultaba ser un alfa decente para mi hermanito... Sin duda intentaría ayudarlo a volver con vida de la guerra.

 Sin duda intentaría ayudarlo a volver con vida de la guerra

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❝ Matar al dragón 𝄄 𝒀𝑶𝑶𝑵𝑴𝑰𝑵 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora