༺ veintitrés ༻

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Cuando por fin alcanzamos a ver las puertas del palacio Yoongi soltó mi mano

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Cuando por fin alcanzamos a ver las puertas del palacio Yoongi soltó mi mano. A pesar de que había dejado todo listo en casa y que sabía que nada malo ocurriría, habría pasado todo el trayecto temblando de no ser por el aroma y la presencia del alfa.

──¿Mejor? ──preguntó mientras quitaba el seguro de la puerta del carruaje.

Asentí en seguida con tal de no preocuparlo. En realidad el viaje había sido cómodo, esos asientos eran acolchados y los caballos habían ido a un ritmo calmado, pero había algo que inquietaba a mi lobo.

El carruaje al fin se detuvo y Yoongi no esperó a que abriesen la puerta por él, simplemente bajó y me tendió una mano. Sin embargo, yo tampoco necesitaba ayuda, así que sostuve el bajo de mi hanbok azul y bajé de un salto.

──A veces olvido que no me necesitas, omega ──susurró en mi oído.

Mientras me contenía la risa tomó mi brazo para ponerlo sobre el suyo y andar por el pequeño camino de piedra hasta el palacio.

──Eso... no es del todo cierto ──aseguré, recibiendo un gruñido afirmativo.

Los guardias nos miraron en silencio al pasar, pero en cuanto nos alejábamos comenzaban los cuchicheos, igual que en los sirvientes que pasaban por las ventanas y nos veían. Había más gente de la que esperaba, más oídos y ojos que atendernos, pero intenté concentrarme en otra cosa.

──¡Su majestad ha regresado junto al Hijo de la Luna! ──anunció el guarida de la puerta, haciendo que todo el mundo hiciese una reverencia en nuestra dirección.

Con el rostro algo pálido me giré hacia Yoongi en la entrada interior del palacio, sin creer aquello.

──¿Es que todo el mundo me llama así ahora? ──murmuré.

Él dejó de mirar a sus súbditos para mirarme a mí, que en realidad era otro pero en ese momento distaba de parecerlo.

──El rumor se ha extendido y la gente decide creer en los Dioses que les dan esperanza ──susurró──. No puedes culparlos, yo también creería en tí si no hubiese visto a tu padre tirándote de las orejas.

Me reprimí de darle un golpe como habría hecho en privacidad, porque no quería que los guardias me asaltaran, pero arrugué la nariz.

──Mi padre da miedo. ──Me justifiqué──. Y no soy ningún Dios, ni siquiera usé magia o algo parecido, el mérito es en gran parte de Red.

Pero Yoongi se encogió de hombros y dejó un beso en mi sien, cosa que levantó aún más murmullos entre los sirvientes.

──Aunque no seas un Dios puedes dejar que los demás tengan algo en lo que creer ──sugirió.

Dando por zanjado el tema me condujo hacia un pasillo con muchas puertas y habitaciones, pero todas vacías. No comprendí a dónde nos dirigíamos hasta que unas doncellas con olor a florecillas nos sonrieron y se inclinaron.

❝ Matar al dragón 𝄄 𝒀𝑶𝑶𝑵𝑴𝑰𝑵 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora