" ──Quiero... Que anule mi naturaleza, no quiero ser un omega. "
𝐒𝐈𝐍𝐎𝐏𝐒𝐈𝐒: En una sociedad donde los omegas solamente son bien vistos para cuidar del hogar y criar cachorros, Jimin intentará dejar atrás los estereotipos de su especie y así s...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
──Jiming, ¿qué ocurre? ──murmuró Agust, alarmado.
Sentí su presencia agacharse frente a mí aunque seguía con mis ojos cerrados, pero no quería que percibiese mi aroma así que lo aparté como pude con una mano en alto.
──Vete, por favor, vete de aquí ──pedí en un hilo de voz, notando las lágrimas de impotencia aparecer en mis ojos.
No podía creer que el hechizo se estuviese rompiendo a sólo una noche de la lucha más decisiva para el país, y no sólo eso, sino frente a Agust.
──Dime qué te pasa ──insistió, intentando alcanzar mis hombros, pero no le dejaba.
Mi cuerpo parecía arder en llamas y mi lobo había peleado tan fuerte contra mí para salir en busca del alfa que sentía escozor en mi interior, dolía tanto que apenas me quedaba aire y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro, quemando la piel a su paso.
──Jiming, por la Luna ──masculló──. Dime qué pasa, quiero ayudarte.
En ese momento me rendí. Abrí los ojos y busqué a duras penas su figura, que no tardó en rodearme con sus brazos. No importaba si descubría mi verdadera naturaleza, quería deshacerme del dolor punzante como fuese.
──Agust n-no puedes decírselo a... nadie ──balbuceé, escondiendo mi rostro en su cuello para buscar su aroma.
Él no dijo nada, pero al poco pude notar cómo expulsaba feromonas que calmaron paulatinamente a mi lobo, dejándolo prácticamente dormido.
──¿Jiming? ──susurró.
Luché por normalizar mi respiración y calmarme, pero aún me temblaba el cuerpo y las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas de forma silenciosa.
──Agust... ──Me quejé con un jadeo──. Yo- yo n-no quería...
Pero él me calló con un beso dulce, acunándome como si no le hubiese estado mintiendo todo ese tiempo.
──Tranquilo, primero recupera el aliento ──susurró sobre mi cabeza, procediendo a dejarme pequeños besos allí.
Cerré los ojos de nuevo y me encogí en su regazo, dejándome balancear en sus brazos un buen rato hasta que no sentí nada más que la calma de estar en su presencia.
──Hueles de maravilla ──susurró, inclinándose para buscar mi cuello──. A jazmín y...
──... Manzana. ──Suspiré──. Lo sé.
Poco a poco volví a abrir mis ojos, topándome con dos iris rojos de alfa puro con el mejor aroma que había percibido nunca. Estar en sus brazos se asemejaba a tumbarse en un lecho de hierba fresca y hojas otoñales.
──Omega entrometido. ──Rió con una expresión casi irónica──. ¿Qué mierda haces en el ejército?
Yo, agradeciendo que no me gritase o corriese a delatarme, sonreí.