Twelve

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Mina se tomó un momento para apreciar a Chaeyoung

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Mina se tomó un momento para apreciar a Chaeyoung. Incluso estando enojada, seguía viéndose hermosa. No resistió el impulso de pasar su mano por el rostro ajeno, no perdiendo rastro de las reacciones de su humana.

Vaya, sí que la iba a extrañar.

– ¿Sabes, Chaengie? Hay muchas cosas que no te he podido contar – comentó con su voz suave y calmada – Cuando te conocí, me juré a mí misma que iba a hacer bien mi trabajo contigo, y creo que lo he hecho. Eres la chica más increíble y maravillosa de todas – siguió, mordiendo su labio. Estaba nerviosa. no sabiendo cómo Mini iba a tomar la verdad – Pero hay algo que salió mal entre nosotras, y eso es que me puedes ver.

– A qué te refieres? – cuestionó Chaeyoung en voz baja, ladeando su cabeza, confundida.

La pelinegra dejó salir una profunda respiración, incluso era dificil ponerlo en palabras.

– Los humanos no pueden ver a los ángeles guardianes – susurró, no pudiendo evitar que las lágrimas se agruparan en sus ojos – Entré en pánico cuando me hablaste por primera vez, porque toda la vida nos enseñan que los humanos no saben que estamos ahí, así que busqué más información. Le pregunté a los ángeles más antiguos que conozco para saber por qué me veías cuando ya eras una adolescente.

Chaeyoung se sentía mal; de algún modo sabía que lo que le iba a contar Mina no iba a ser bueno.

– ¿Y qué encontraste? – se acercó más a la ángel, posando su mano izquierda sobre la derecha de Mina.

– Hay un lazo que nos une, Chaengie – soltó – Tu alma está conectada a la mía – dijo con una sonrisa triste. La aludida abrió los ojos, sorprendida

– Eso lo hace sonar como si fuéramos almas gemelas – comentó la rubia, queriendo bajar la tensión.

Quiso reír, pero su sonrisa cayó cuando notó la mirada profunda de su ángel. Ella asintió con pesar a lo dicho por Chaeyoung y estalló en llanto, no queriendo decirle lo demás.

– Mina – soltó Chaeyoung en un murmullo. Estaba sin palabras, pero al mismo tiempo su corazón se sentía tan acelerado y contento. Por otra parte, no entendía el comportamiento de la ángel; ¿ser almas gemelas no era algo bueno?

– Chaeng, no somos las primera personas que comparten este lazo, ni las primeras que siguen lo que nuestros corazones dictan – continuó Mina, intentando con todas sus fuerzas contener sus sollozos – Pero todos los ángeles que se involucraron con sus protegidos de manera sentimental, terminan siendo castigados de la peor manera existente, y luego no se sabe nada de ellos – terminó con amargura.

La rubia estaba perpleja. Todo ese tiempo que estuvo enojada con su ángel, fue por algo que se salía de sus manos. No era que no la quería, era que fisicamente no podían estar juntas.

– ¿C-Cuál es ese castigo? – se atrevió a preguntsr con la voz inestable.

– Nos cortan nuestras alas.

– Nos cortan nuestras alas

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Pain || MiChaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora