Al terminar las clases, el regreso a casa se volvió más pesado. Huí de todos, incluso de mi mejor amigo, aun si habia acordando volver a casa con Clyde, mi cuerpo estaba más exhausto de lo habitual.
A pesar de ello, ni siquiera me sentí capaz de tomar el autobús; no quería ser responsable de un accidente.
La conversación con Kenny... me reveló muchas cosas sobre los otros chicos. Al parecer, todos tenían menos experiencia en esto y conocían ciertos límites de sus "poderes". Sin embargo, yo aún desconocía los míos. Y aun si el se habia presentado a mi como alguien nuevo e inexperto en esta mierda, nada podia asegurar que fuera asi. Y el hecho de que mi amigo pareciera desvanecerse para dar paso a las palabras de alguien más a mitad de la conversación, me aterró.
"Sólo acéptalo".
Recordé las palabras de Clyde, pero incluso si lo aceptaba, ¿bastaría con quitarme los guantes? ¿Debía aceptar que la gravedad podía desaparecer a mi alrededor? ¿O simplemente dejar que más cosas se unieran a mi MP3 en algún lugar del vacío?
Al llegar a casa, me encerré en mi habitación. Abrí la ventana que estaba justo encima del escritorio y corrí las cortinas para dejar entrar la luz. Me tumbé en la cama y e intente dormir. Pero solo me encontre con mi mirada que se perdía en la inmensidad del techo, cada pensamiento se agolpaba en mi mente. El silencio de la casa era casi opresivo, como si estuviera encerrado en una burbuja, separado del mundo exterior por las paredes de mi propia mente.
Y ya se a por fortuna o desgracia, justo cuando comensaba a sentir que me asfixiaba, el timbre de la casa rompió la forma en la que me hundia en mis pensamientos, sacándome de mi trance momentáneo.
Me senté en la cama con un suspiro, preguntándome quién podía ser. No esperaba a mi hermana, seguramente se habria ido con la hermana de Clyde, y sobre mis padres ni hablar. Hasta donde sabia llegarian poco antes de la cena.
Mis pasos resonaban en el silencio mientras descendía las escaleras con rapidez. Al abrir la puerta, me encontré con Tweek parado frente a mí, y una mezcla de alivio e ira momentánea se arraigo en mi pecho, aunque de igual forma no planeaba demostrarle lo mal que me estaba poniendo que se acercara a mi de esa forma.
—Pasa, sigue adelante y cierra la puerta —ordené con brusquedad, subiendo las escaleras de dos en dos, sin esperar a que me siguiera. Sabía que conocía el camino hacia mi habitación.
Su presencia detrás de mí, me provocaba nervios, y no presisamente de aquellos de un adolecente enamorado, si no aquellos que se apoderaban de uno cuando iba a subir a una montaña rusa. De verdad no queria abrir mas esa herida, y me causaba molestia no poder controlar el como parecia invadir mi espacio de un dia a otro. Sin avisos y sin invitacion.
—Tu casa parece diferente ¿l-la remodelaron? —murmuró cuando entró en mi habitación después de mí.
—Han pasado años desde la última vez que viniste después de...
—No lo menciones... Sé que fue mi culpa —dijo interrumpiendome en un tono apesadumbrado, su voz apenas era un susurro. — Aunque no lo creas, estoy muy consiente de lo que hice.
—Es bueno que reconozcas tus errores— me apresure a reprocharle ya con algo de molestia en la voz— Aunque sigo sin entender por qué te sientes con derecho a aparecer aquí como si nada hubiera pasado. Te saludé esta mañana solo por educación, como otras veces, no se que fue difente que tomaste valor para venir aquí actuando como si todo estuviera bien —expresé con un tono de frustración, mientras observaba cómo Tweek buscaba algo en mi habitación, con la mirada perdida en algún recuerdo.
—T-tienes razón, tienes todo el derecho a estar molesto, pero... ¡tienes que e-escuchar mi versión de la historia! —afirmó, aún sin mirarme, como si estuviera concentrado en su búsqueda, y parecía tener una idea de lo que estaba buscando.
—Ya no está aquí. Hace mucho tiempo que esa foto fue a parar a la basura —le informé, recordando la imagen que habíamos compartido y que ya no formaba parte de mi vida.
—Es una lástima. Yo aún la conservo —mencionó en un tono más bajo, como si estuviera dolido.
—¿Podemos evitar hablar de eso? Me hiciste daño, y no quiero revivirlo —respondí con un toque de dolor en mi voz antes de tomar asiento en la silla del escritorio, buscando un poco de distancia emocional.
—¿Por qué eres tan obstinado? P-para que lo sepas, vine aquí para aclarar lo que sucedió ese día —se detuvo por un momento y luego se sentó en el borde de mi cama—. Sé que cuando me confesaste tus sentimientos... lo hiciste con mucho valor, y yo... yo te prometí que incluso si decía que no, nada cambiaría...
—Sí, justo después de eso te alejaste, justo cuando murió Stripes ese mismo día... —murmuré, frunciendo un poco el ceño mientras abría el cajón del escritorio y sacaba una cajetilla de cigarros Lucky Strike y un encendedor azul—. No te pedí que fueras mi novio, solo quería que supieras lo que me hacías sentir. Sé que no era fácil hablarme después de admitir que me gustabas, pero decirlo fue lo correcto. Me sentí liberado y feliz, como si finalmente tuviera el control de mis sentimientos por ti... Pero luego, esa misma tarde, cuando estabas con Kyle y Stanley, te busqué para contarte lo que había pasado... Y ni siquiera volteaste a verme. Huiste de mí como un cobarde, cuando se suponía que eras mi mejor amigo —le reproché, mientras mis palabras salían cargadas de resentimiento.
—¡Es que no quería meterte en esto! —gritó él.
El silencio llenó la habitación después de sus palabras. No pude mirarlo, no quería enfrentar su mirada en ese momento. El hecho de que ninguno de los dos hubiera hablado sobre lo que sucedió ese día pesaba sobre nosotros. Yo no había intentado comunicarme con él, aun si necesitaba a mi mejor amigo. Puesto ser ignorado fue suficiente para mi, decidí no insistir más. No quería obligarlo a ser mi amigo o a estar a mi lado. No planeaba rogarle a nadie.
—Para ese entonces... ya tenía este problema —aclaré, volviéndome hacia él y levantando las manos para que viera los guantes—. Desde el viaje a Perú que ocurrió. No quería darle vueltas al asunto... De hecho, aún no puedo controlarlo del todo. Pero no por eso me alejé de mis amigos cuando me necesitaron. Ahora, no puedes venir a buscarme y exigir que te haga caso... O siquiera pedirme ayuda. No te guardo rencor por no corresponderme, pero tampoco esperes que te considere un amigo o al guien cercano a mi.—Al terminar de hablar, encendí un cigarrillo y lo coloqué entre mis labios. El silencio que nos envolvía era denso, apenas podía escuchar su respiración, pero su presencia era palpable. Me quité los guantes y me volteé para mirarlo, mostrándole las pequeñas manchas negras que descendían de mis brazos hasta mis manos. Tomé una bocanada del cigarro y observé su rostro lleno de terror. —Puedo controlar algunas cosas... y hay otras que suceden sin que yo lo quiera o lo piense —expresé con calma, tratando de mantener la serenidad a pesar de su reacción.
—¡Oh Dios! ¿A-acaso eres... como Eric? ¿Controlas las s-sombras? —preguntó, su voz temblaba ligeramente mientras sujetaba con fuerza su camisa y buscaba casi desesperado una forma de salir.
—No se a que mierda te refieres, pero no, no controlo las sombras —aclaré—. Por eso es que Clyde me llama SpaceBoy —murmuré antes de cerrar los ojos y concentrarme. Al abrirlos de nuevo, noté cómo todo en la habitación, incluyendo a Tweek, parecía "flotar"—. Podrías tirar agua... y todo estaría asi, como si no hubiera gravedad. El problema es que no puedo controlarlo del todo... Ahora lo estoy haciendo y puedo bajar todo lentamente. Pero cuando duermo o tengo pesadillas, simplemente... al despertar, todo está así...
—Yo no tenía idea —dijo con sorpresa y algo de incredulidad en su voz.
—Por supuesto que no. No tenías por qué saberlo —respondí con resignación.
—Si me hubieras dicho esto, nosotros... —comenzó a decir, pero lo interrumpí.
—¿Podríamos haber seguido siendo amigos? No mientas por conveniencia, Tweekers. — gruñi.
—¿me vas a dejar terminar ? a-aun no te digo lo que necesito ...
—largate de mi casa.