Capítulo 31 - Ayuda

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Torn sonrió.
—Vaya, recordar no es lo mío. Los vampiros tenemos pérdidas de memoria enormes. No recuerdo ni mi específico cumpleaños, solo sé que soy Géminis.

Solange frunció.

—Ya sé, sé lo que se dice de nosotros los géminis pero... —dijo Torn.

—No, no es eso —se disculpó ella —. Nunca pensé mucho en las pérdidas de memoria... pero si los humanos las tenemos y son pocos años los que vivimos... me imagino que son masivas en vampiros —interrumpió Solange.

—Así es. No recuerdo incluso mis años del ¿mil al mil doce? Aunque bueno, era mi primer milenio... tenía que celebrar y quizá fue la fiesta que me metí. Nunca lo sabremos. Pero afortunadamente para ti, esto lo tengo fresco.

—¿Sobre el virus vampírico?

Torn asintió.
—Cuenta la leyenda que hay un rio de sangre en cada polo. Sangre que viene de la misma tierra. Y que de ahí viene nuestro origen.

—¿Tu viste ese río de sangre? —preguntó Solange emocionada. Habían muchas teorías sobre el inicio de los vampiros pero eran tantas que no se había llegado a nada.

—Bueno, no —contestó él.

—¿Como vampiro no te dio por ir a buscarlo?

—¿Buscar un río que me hiciera vampiro? —Torn soltó una carcajada—. ¿Cuando ya soy vampiro? Nah... ¡qué aburrido! Investigar... todas esas cosas lindas... no es lo mío.
Quizá es lo que me ha mantenido cuerdo. Mi teoría es que mi falta de conocimientos ha dejado a mi cerebro con relativo espacio libre.

—¿Cómo sabes que existe entonces?

—Sé que existe porque conozco a alguien con la suficiente curiosidad científica como para buscar ese río y beber de él.

—¿Quién?

Torn sonrió misterioso y sacó un teléfono celular magenta de su bolsillo abriéndolo dramáticamente. Marcó un número y esperó hasta que la persona le contestó.

—¡Pres, cariño... —dijo Torn con alegría solo para poner cara de preocupación un segundo después —. ¿Estás bien? No te escuchas bien... lo sé. Siento tú perdida —tapó la bocina para murmurarle a Solange—. Pobrecillo, Jack era una de sus más antiguas amistades. Está muy triste—volvió a su celular y destapó la bocina para dirigirse a Pres—. ¿Podrías venir? Tenemos algo importante que preguntarte. Sí, con la pequeña Soleil. Estamos tomando unas malteadas —frunció y arrugó la nariz tras lo que Pres al parecer le había contestado—. ¡UGH, no me regañes! Sí, estoy seguro que podré vomitar la malteada y no necesitaré ningún lavado de estómago —susurró avergonzado mientras jugaba con su popote—. Ya sé que dije eso en varias ocasiones antes... sí... recuerdo ese Abril 5 de 1915... siempre me lo echas en cara, ¿cómo no olvidarlo? Solo ven, ¿ok? y trae el auto, por favor. Byeeeee.

SolangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora