Capítulo 33- Fuego, Lluvia y Burbujas

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Llegó el día y Solange sentía el estómago en la garganta. No solo por el hecho de ser una Soleil en una fiesta atascada de vampiros, sino por el hecho de que tras ese día, no habría más Torn, y aquello era una pérdida enorme para la humanidad.

Aún estaba estableciéndose en su departamento y la verdad es que tan solo eso era una experiencia bastante extraña. Todo el lugar estaba CLARAMENTE diseñado para "entretenimiento adulto" con columpios sexuales, sillones y otros instrumentos, que al también lucir como adornos bastante caros, antiguos, históricos y lujosos, limpió meticulosamente con cloro y dejó en exhibición, por si las dudas.
Lo peor de todo el lugar es que aún se despertaba de golpe con un susto gracias al espejo en el techo de la cama. Había dejado mucho tiempo pasar pero si se daba la ocasión, preguntaría a Torn qué hacer con todo aquello.

Como no pudo sacar nada de su casa tuvo que comprar su vestido y accesorios para el funeral, la invitación de Torn claramente decía que el código de vestir era "elegante y fabuloso o a la calle" y por lo neurótica que se había portado con la planeación, sabía que no bromeaba.

Encontró un vestido negro vaporoso, aretes y collar en plata opaca. Llevaba en un pequeño arnés alrededor de la pierna, unos suntetsu hechos de madera de enebro que la misma Torn le había mandado como regalo. La madera de enebro tenía un aroma fragante e inconfundible, por etiqueta en eventos vampíricos donde cazadores fueran invitados, se llevaban estas armas escondidas. Los cazadores portaban un arma para defensa ligera por seguridad propia y los vampiros al olerla no se acercaban a probar las habilidades del invitado.

Aunque visitó el parque en una semana previa al evento y vio más o menos qué se estaba construyendo, el lugar lucía casi irreconocible. Parecía sacado de alguna historia de fantasía y por unos momentos no pudo creerle a sus ojos. Habían espejos de agua que reflejaban la luna llena, flores y velas que colgaban de todas partes, arbustos enormes esculturales, estatuas de mármol, hielo y plantas con detalles impresionantes.

Había un laberinto de arbustos y telas que parecían bailar con el viento dirigiendo a los asistentes al lugar principal del funeral donde habían varios asientos.

Solange se sentó en la primera silla con la que su cuerpo pegó, aún con la boca abierta sin poder quitar la vista del lugar.
Pero entonces alguien se apareció y se aclaró la garganta con toda la intención de ser escuchado. Era Pres.
—Ese no es tu lugar Solange Soleil.

¿De dónde había salido ese? ¿Por qué tenía que siempre usar su nombre y apellido en el tono más hostil que le salía? Como si todas esas noches en vela buscando información juntos no contaran para nada. Ningún punto de amistad logrado.

Pres señaló a otro asiento. Solange le dirigió una mirada apática.

—Por favor. No quiero otro momento de Torn Funeralzilla —dijo él.

SolangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora