𝟐 | 𝑪𝒂𝒓𝒕𝒂

1.4K 142 56
                                    

*

En la tercera ocasión que ustedes visitaron la tienda. Jisung se acercó hasta la caja para saludar y me pidió un resumen de las últimas novedades en mercancía; tú, sin siquiera molestarte en hacer contacto visual conmigo, te alejaste hacia uno de los estantes principales como si hubieses sido atraído por una fuerza mística.

Si bien pude haberme sentido disgustada por tu falta de educación, lo cierto es que al percatarme de que el disco que había llamado tu atención era uno de mis favoritos entre todo el repertorio de música que había escuchado hasta el momento, no pude reprocharte nada. Sobre todo cuando te acercaste con una gran sonrisa hasta la caja para mostrarle a tu amigo lo que sujetabas.

—«So Far» de Crosby, Stills, Nash & Young. Esto es una reliquia de los 70's.

El anhelo era evidente en la manera que tu timbre de voz se tornó agudo, y en cómo al sonreír, tus párpados se achicaron hasta hacer desaparecer tus ojos.

No solo pensé en los buenos gustos musicales que tenías, sino también en lo encantador que podías ser más allá de tu físico.

Y así, sin darme cuenta, pasó un mes. Uno o a veces dos días a la semana ustedes iban, estaban un rato dentro del local observando por aquí y por allá; finalmente, y luego de escoger un disco como mínimo cada uno, volvían a la caja para pagar. Jisung era el que se comunicaba conmigo ante alguna duda, y eso me hizo llegar a la conclusión de que o eras muy tímido como para preguntarme por ti mismo, o no querías tener contacto conmigo y ya.

Confieso que se me cruzó por la cabeza la posibilidad de que te cayera mal, aunque no hubiera razones para ello porque, literalmente, no hablábamos. Aun así, trataba de no darle importancia y solo seguía haciendo mi trabajo, pero para qué negar que mientras más buscaba ignorarte, más me encontraba a mí misma tratando de descifrar tu peculiar comportamiento.

Entonces llegó una nueva semana.

Cuando la campana sonó avisando un nuevo cliente, yo volteé por inercia en esa dirección. Allí me encontré contigo franqueando la puerta. Al tener mi atención puesta en ti, la tuya no tardó en recaer en mí de igual manera, dando como resultado el que conectásemos miradas.

Y creo que a duras penas logré disimular mi sorpresa cuando no vi señales de Jisung por ningún lado. Venías por tu cuenta en esta ocasión.

Tu jocundo amigo siempre saludaba a espavientos cada que entraba; en contraste, tú te limitabas a un «buenos días». Muy escueto, pero al menos eras educado. Es por ello que, al no esperar alguna reacción más allá de lo que había visto de ti hasta entonces, me sorprendí al verte alzar una de tus comisuras en una ligera sonrisa. Te devolví el gesto añadiendo un movimiento con mi mano en saludo, pero siendo honesta contigo ahora porque en ese tiempo no lo habría admitido, me emocionó que me sonrieras por primera vez.

Ese era día de recibir nueva mercancía, por lo que mientras tú permanecías en una de las secciones al fondo del local, yo me encargué de atender al distribuidor. Luego me dediqué a ordenar los nuevos discos en uno de los estantes principales. 

Entonces me llevé un susto cuando de repente alguien tocó mi hombro. Eras tú.

—Disculpa, eh... ¿Esos nuevos discos están ya a la venta?

Pese a mi asombro, asentí. Lo cierto era que no esperaba que me hablases. Pensé en que quizás no te quedó de otra ya que Jisung no te acompañaba. No te lo he preguntado antes pero, si no hubiese sido el caso, ¿lo habrías hecho?

—Tengo que añadirlos al sistema —respondí—. Aunque si quiere comprar alguno, no hay problema. Solo tiene que esperar un momento.

—¿Puedo mirar? —Señalaste el que tenía en las manos. Apenas te lo di, lo recorriste con la mirada como si no pudieras darlo a crédito—. A mi abuelo le gustaba mucho esta banda. No puedo creer que aún se distribuyan estos discos.

—El dueño del local tiene muy buenos contactos. Siempre le traen clásicos.

Tú dejaste de mirar el álbum para alzar la vista con cierto asombro, quizás volviéndote consciente de que yo aún seguía ahí y que habías dicho aquello en mi presencia.

—Entonces, ¿lo puedo llevar?

—Por supuesto.

Caminé hasta la caja contigo detrás. Mi hermanastro me había enseñado a sacar el porcentaje del precio de los productos en caso de que llegase mercancía y él no estuviera presente, por lo que el proceso no duró mucho y enseguida confirmaste la transacción.

—Muchas gracias por su compra.

—A la orden. —Abriste los párpados en realización de lo que habías dicho y la risa no tardó en delatar tus nervios—. Quiero decir, gracias por atenderme. —Te palmeaste la frente—. Perdón, es la costumbre. Yo también trabajo en atención al cliente.

—Lo entiendo. Imagínese que me ha pasado que le doy las gracias por su compra a la cajera del supermercado.

Agradezco el pequeño accidente porque sirvió para romper el hielo entre nosotros, y pudimos reírnos con total confianza el uno del otro.

—Por cierto —retomé el habla ya más relajada—, trate bien ese disco, eh, fue una petición mía. Quería escucharlo y en otras tiendas no venden la edición especial.

—Comprar en otra tienda de discos cuando ya trabaja en una —mencionaste con ironía. Había una arruga en tu entrecejo cuando añadiste—: ¿Eso no es traición laboral?

—¿Y qué? ¿Me va a delatar con la gerencia?


—Guardaré el secreto solo porque, aparentemente, tiene buenos gustos.

—¿Cómo que "aparentemente"? Claro que los tengo. Por eso estoy calificada para ser la dependienta aquí.

—¿O sea que hace recomendaciones?

Quizás lo dijiste de manera inconsciente porque enseguida aplanaste los labios en una mueca, así que me tomé esa misma libertad para picarte con intención de hacerte entrar en confianza.

—Será mejor que se siente.

Y lo logré, porque enseguida esbozaste una sonrisa divertida.

A partir de allí, comenzamos a tener una conversación sobre música que se mantuvo fluida durante, ¿cuánto? ¿Media hora? Ni idea, solo sé que culminó en el momento que nuevos clientes llegaron y yo tuve que volver a cumplir con mi trabajo. Tú te marchaste no sin antes prometer escuchar cada una de las canciones que enlisté para expandir tu repertorio personal.

Minho, ese momento lo atesoro como no te imaginas en mi corazón. Fue la primera conversación real que tuvimos. La primera de muchas. Daría lo que fuera con tal de que recordaras cada detalle tan bien como yo lo hago.


Nolmqta.

Waiting For Us » Lee Know ; SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora