𝟖 | 𝑪𝒂𝒓𝒕𝒂

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Jae, lleva esta caja al almacén —me pidió Changbin, ocupándose de ordenar uno de los estantes principales en la tienda.

Por favor y gracias —dije, arqueando una ceja.

Por favor y gracias —repitió él, batiendo sus pestañas con inocencia. 

Yo rodé los ojos, pero luego miré bien el contenido de la caja al tomarla. Habían unos cuantos discos colocados uno tras otro.  

¿Los vas a sacar de venta? —le cuestioné a mi hermanastro, curiosa.

Mhm, llevan tiempo ahí y ni siquiera los miran —explicó Bin—. Voy a colocar unos nuevos en su lugar.

¿Y qué harás con estos? —Alcé la caja—. ¿Los dejarás agarrando polvo en el almacén?

No, se los llevaré luego a un amigo, a ver si los quiere.

¿Y si me los das a mí? —propuse entonces—. ¿O ya le dijiste que se los darás?

No, si los quieres, adelante. —Se encogió de hombros, aunque luego me echó una mirada de duda—. ¿Pero de verdad los escucharás?, porque si solo los vas a arrimar al fondo del armario, entonces no hay diferencia con que estén en el almacén.

No, no, de verdad los voy a escuchar —aseguré, asintiendo pueril—. Quién sabe, a lo mejor encuentro algo que me guste.

Y vaya que lo haría, Minho, porque no lo sabía entonces, pero haber tomado aquellos discos, fue una gran decisión en cuanto a nuestra historia respecta. Así que llevé la caja al almacén y acomodé los discos en una bolsa, dejándola en un sitio visible para tomarla antes de irme a casa.

Para cuando volví a la recepción, me encontré con que había dos personas ojeando los estantes del fondo de la tienda, un chico y una chica; sin embargo, ellos pasaron a segundo plano en el momento que atisbé tu figura junto al mostrador, mientras recorrías con la mirada el espacio detrás de este, como si estuvieras buscando a alguien. 

De inmediato esbocé una gran sonrisa, y sigilosa, me acerqué a ti.

¡¿Buscas a alguien?! 

Te volteaste con los ojos bien abiertos, aparentemente sorprendido por mi acción, lo que me hizo reír en burla.

No le hagas eso a un chico solo en una tienda de discos a estas horas —repetiste las mismas palabras que dije cuando me asustaste en la parada de autobuses, adaptándolo a tu situación, lo que le hizo perder sentido, pero haciéndonos reír igual—. ¿Dónde estabas? 

Atrás en el almacén, guardando unas cosas —expliqué, tomando mi lugar tras la caja—. ¿En qué te ayudo?

Hoy no estoy aquí como cliente —pero tú dijiste eso.

Gracias, Minho, por comandar a la revolución de dragones que se levantaba en mi estómago.

¿Entonces...? —Aun así, traté de mantener la calma.

Estaba cerca y pensé en venir a saludarte y... —vacilaste, inseguro en si decirlo o no. 

Yo me incliné hacia adelante, cruzando los brazos en el mostrador, completamente atenta a tus palabras.

¿Y...?

Y, no sé, invitarte a pasar el rato, supongo, si quieres y está bien.

Y listo, con eso ya habías terminado de enloquecer a la revolución campal que se expandía por todo mi sistema digestivo. Estaba haciendo un esfuerzo inhumano por mantener la compostura delante de ti, pero al final, la sonrisa boba no la pude esconder por más que lo intentase.

Waiting For Us » Lee Know ; SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora