XXXIII

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Nada dañado puede ser arreglado.

☁️

Fue como si la niebla que cubría mis ojos se hubiera disipado, permitiendo que la razón volviera a mí.

Para luego colapsar de manera irreparable.

Como si me volviera consciente de todo lo que había pasado grité de forma histérica, llamando aún más la atención. Ignorando que mi cuerpo estaba ya muy lastimado, había comenzado a correr sin un rumbo, dejando atrás a tu madre y a tu cuerpo, andando como si no sintiera el más mínimo dolor.

Lloré desconsolada por las calles, anduve de esa manera desorbitada por un buen tiempo.

Lo único que podía pensar era en nuestro tiempo juntos.

El Chico Que Quería Ser Perfecto [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora