El Chico Que Quería Ser Perfecto [SIN EDITAR]

XXVI

La línea que divide la realidad con la imaginación hace rato que la perdí.

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No éramos nada, y por mucho que me lo negara en ese entonces; lo sabía.

Me conforme con esa "disculpa" que diste, e hice a un lado mi dignidad, porque había comenzado a seguirte. Donde tú estuvieras ahí iba yo.

Estar contigo se volvió mi rutina, y tu palabra se hizo ley.

Nunca cuestioné nada de lo que hacías...

... Porque en realidad no me importó.

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  Corriste tanto como antes, comiste menos de lo que debías. Ignoraste cada una de las palabras de ayuda que los otros te decían.

Yo te lo aplaudí todo; muy en el fondo me alegraba de que los apartaras. Y aunque nunca dije mis pensamientos en voz alta, la idea de que te aislaras y solo yo fuera capaz de estar a tú lado me hacía delirar de felicidad.

Éramos tú y yo nada más. Pero en realidad solo era yo aprovechando la situación.

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