Akaza observó unos segundos a su amo, por primera vez lo veía sorprendido, pero no por miedo, si no por la belleza que desprendía la mujer que paseaba entre las personas.
Una hermosa pelirroja caminaba de un lugar a otro, la miró fijamente hasta que sintió la cercanía de su amo a su lado.
— ¿Qué le estás viendo, eh? — Mencionó con una voz escalofriante.
Akaza tragó saliva y bajó la mirada.
— Nada, señor. Sólo que vi su mirada puesta sobre ella, y quise ver qué era lo importante, ¿acaso la conoce?
Muzan levantó la mirada, dejando de ver así a Akaza, y su mirada volvió finalmente a la pelirroja. No sabía quién era, sólo sabía en lo que se convertiría.
— Es mi mujer. — Aseguró con una media sonrisa en sus labios.
El hombre en el suelo abrió los ojos con impacto, ¿su mujer? "¿Acaso el señor Kibutsuji se ha enamorado?" Dijo en su mente.
— ¿Que si me he enamorado, Akaza? Oh, es más que eso, parece que me he obsesionado.
Y luego el lugar quedó en silencio, ni Akaza ni Muzan dijeron otra palabra.
La mirada escarlata de Kibutsuji la seguía de un lado a otro, la miró de pies a cabeza, era perfecta.
Su cabello rizado y pelirrojo caía sobre sus hombros y escote, el cual dejaba ver sus bien proporcionados pechos, su piel era blanca y mantenía pecas en sus mejillas y pecho, pudo observar los preciosos ojos verdes que tenía la mujer, sus labios eran rosados y carnosos, Muzan se pudo imaginar mordiéndolos.— Va a ser mía.
Natalie miró con atención las rosas rojas, eran hermosas, eran las flores más hermosas que podían existir.
Su mirada fue hacia arriba, la luna estaba preciosa. Era la noche más bonita, Japón estaba feliz esa noche, parece que todo se alineaba para que fuera feliz esta noche.
Suspiró mientras daba vuelta, eran casi las 10 de la noche, y aunque la noche era hermosa, no quería que fuera demasiado tarde, ya que se encontraba sola, y tenía que pasar por un callejón muy abandonado y vandalizado para volver a su casa.
A cómo iba avanzando se alejaba de el montón de gente, quedando cada vez más sola. Sus pasos se escuchaban muy poco, conforme avanzaba se pudo percatar de que un par de hombres iban caminando a sólo unos metros tras de ella, parecían ebrios.
— Ey, preciosa, ¡ven a pasar un buen rato! — Gritó uno de cabello largo y de complexión delgada.
Natalie lo ignoró, empezaba a asustarse.
— ¿Acaso estás sorda? ¡La pasaremos muy bien, cariño! — Habló el otro hombre, era calvo y muy alto, sumándole que era bastante gordo.
Su corazón se aceleró cuándo escuchó los pasos de los hombres cada vez más cerca y veloces, estaban empezando a correr.
Volteó hacia atrás y pudo sentir cómo los brazos del más delgado se aferraban a ella, el olor a alcohol la golpeó de la nada, sus ganas de vomitar querían ganar.
— ¡Suéltame! — Gritó asqueada.
— Vamos a pasarla muy bien, nena, sólo ven conmigo.— Habló el hombre de cabello largo.
El hombre calvo estaba riendo aún sin acercarse.
— ¿Acaso no sabes respetar el "No" de una dama? — Una voz varonil y caballerosa habló, haciendo que las 3 personas voltearan.
El hombre que había hablado se encontraba sólo a un paso de Natalie, estaba tras ella, ¿cuándo llegó? Nadie lo había visto. Natalie observó a el hombre, no podía ver su rostro, ya que mantenía un sombrero, el cuál cubría la mitad de su rostro al estar con la mirada baja. Admiró su traje, era negro, se veía muy elegante, sin duda alguna ese hombre pertenecía a una clase muy alta.
— ¿Y tú qué, maldito fantasma? Ella es mía. — El hombre que mantenía en sus brazos a Natalie bajó sus manos hasta su trasero para apretarlo con fuerza.
Natalie no tuvo tiempo ni de reaccionar, de un golpe el hombre de sombrero había mandado a volar a el hombre de cabellos largos, haciendo que Natalie estuviese a punto de caer, sin embargo su mano izquierda la tomó por la cintura. La pelirroja lo vió impactada.
— ¡¿Qué le has hecho a mi hermano!? — Habló el calvo.
Se acercó corriendo hacia ambos, Natalie sintió la mano de el hombre aferrarse a su cintura, parecía que iba a atacar sin soltarla, su corazón latió desenfrenado.
De un sólo golpe el hombre calvo cayó al piso.
Natalie estaba perpleja, ¿quién era ese hombre? ¿por qué era tan fuerte? ¿por qué la había ayudado?
Cómo si del cristal más frágil se tratara, el hombre tomó la mano de la pelirroja.
— No deberías estar en la calle a estas horas, podría ser peligroso. — Habló de manera baja.
Natalie frunció el ceño confundida.
— ¿Quién es usted? — Preguntó la pelirroja.
El hombre por fin levantó la mirada, dejando ver su rostro, era muy atractivo, su mirada escarlata se encontró con la mirada color esmeralda. Las mejillas de Natalie se coloreando fuertemente de color rojo. Ese hombre era demasiado guapo, su corazón se aceleró.
— Mi nombre es Muzan Kibutsuji, ¿y tú eres?
— Señor Kibutsuji, mi nombre es Natalie Amane. — Mencionó aún con el sonrojo en sus mejillas.
— Natalie.. tu nombre es tan precioso cómo tu rostro. — Dijo con una sonrisa coqueta en su rostro. Su mirada bajó unos segundos a el escote de la mujer frente a él, podría ser su cena de esta noche, sin embargo, esa mujer provocaba muchas cosas en él.
— Señor.. Mhm, me gustaría agradecerle con una taza de té, ¿quiere ir a mi casa? — Preguntó con nervios.
— Me encantaría. ¿Vamos? — Habló ofreciéndole su brazo para que lo tomara.
Natalie suspiró con pena, "Tan guapo cómo caballeroso." pensó. Muzan sonrió triunfante, "Te tengo." Pensó el pelinegro.
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❛ 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑𝐀 𝐊𝐈𝐁𝐔𝐓𝐒𝐔𝐉𝐈 ┊𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐱 𝐎𝐜 › +𝟏𝟖.
Fanfiction¿Cómo fue que el gran Muzan Kibutsuji se enamoró perdidamente de una simple humana? No lo sabía, cuándo conoció a Natalie supo que sería su completa perdición, su pequeño capricho. Natalie Amane era hermosa, eso era algo que todo Japón sabía, jamás...