El sol estaba en su máximo esplendor, era un día hermoso.
Natalie salió de casa con un rostro algo triste, había pasado una semana desde la última vez que vió a Muzan, ciertamente no sabía por qué se sentía un vacío en su pecho.
Caminó por el pueblo y esperó el anochecer en un restaurante, cenó y se dispuso a irse a casa.
Cuándo entró por el callejón que siempre tenía que pasar una voz la hizo detenerse.
— Vaya vaya, ¿qué tenemos aquí? — Una voz ronca la congeló.
Al darse vuelta se encontró con un horrible ser, tenía unos dientes grandes y filosos. Eso no era un humano.
Cuándo esa cosa estuvo por dar un paso alguien apareció y la cubrió.
— Aléjate de ella. — Habló una voz algo grave, era el niño de los aretes.
— Esta es mi presa, la devoraré ente-.. — El demonio empezó a retorcerse en el suelo.
— ¿¡Qué pasa!? ¿qué es eso? — Natalie estaba asustada.
Tanjiro la volteó a ver con una mirada confundida, él tampoco entendía por qué el demonio se comportaba así.
"Di órdenes claras, mi mujer no deberá ser tocada, ni siquiera hablada por un demonio." Habló Muzan en la cabeza del demonio.
"Me has desobedecido, ni tu muerte lo compensará." Dijo finalmente con una voz amenazantemente.
— ¡No! ¡Por favor mi señor! ¡Perdone-.. — Fue interrumpido, una gigantesca mano salió de su boca para aplastar su cabeza.
Natalie quedó horrorizada, corrió lo más que pudo, a lo lejos podía escuchar la voz de el joven, la perseguía.
Tanjiro logró alcanzarla.
— ¡Por favor! ¡No quiero que le pase nada! — Dijo una vez que la pelirroja dejó de huir. — Podría haber más demonios cerca.
— ¿Demonios? ¿de qué hablas? — Preguntó con miedo.
El chico suspiró. Natalie lo invitó a tomar un té para que le explicara.
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Muzan suspiró molesto. El trabajo sobre el lirio de araña azul se complicaba, y ahora Natalie sabía de los demonios.
Las venas se marcaron en su rostro, la muerte no fue suficiente castigo para ese asqueroso demonio.
Tenía ya una maldita semana sin ver a su mujer, y es que simplemente estaba furioso, no quería estresarse más teniendo qué aguantar las ganas de arrancarle la ropa a esa humana y hacerla suya toda la noche.
Quién sabe qué estará haciendo justo ahora con ese idiota cazador de demonios, le molestaba el cuánta información le haya dicho.
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Tanjiro agradeció por el té nuevamente.
El chico le había explicado lo que sabía, menos lo de el rey de los demonios, no quería meterla en problemas de cazadores.
La pelirroja estaba impresionada, los demonios existían, y rondaban por la noche buscando gente qué devorar.
— Es impresionante. — Habló suave.
— Lo es. Le recomiendo que se resguarde en la noche, también quisiera traerle mañana un ramo de glicinias. — Dijo con entusiasmo.
La pelirroja sonrió con ternura, era adorable ese pequeño.
— Muchas gracias. — Dijo con una sonrisa.
Tanjiro se sonrojó.
— Ah. Muchas gracias por el té señorita pero es algo tarde y tengo que retirarme. — Se puso de pie.
Natalie asintió y lo acompañó hasta la puerta para despedirlo.
Luego de unos 20 minutos de la retirada de Tanjiro el sonido de unos toques en su puerta la hicieron dar un brinco del susto.
Dejó el libro que estaba leyendo sobre la mesa y se acercó a la puerta. Estaba asustada pensando que al abrirla encontraría un demonio.
Tragó saliva y por fin la abrió.
— Buenas noches, señorita Amane. — La voz con la anhelaba escuchar cada noche se hizo presente de nuevo.
— Muzan-sama.. — Dijo en un susurro.
— ¿Interrumpo algo? — Su voz se mantenía cómo siempre, seria y fría, pero cautivadora.
La pelirroja negó para luego hacerse a un lado, dándole acceso a el hombre para que entrara a su hogar.
— Ha pasado mucho tiempo.. — Dijo Natalie mientras ambos caminaban hasta el sofá y tomaban asiento.
— Fue una semana larga, mi trabajo me impide tomarme mucho tiempo libre. — Se excusó el azabache. — ¿Me extrañó?
Su pregunta hizo sonrojar a la menor, el demonio sonrió complacido, claro que lo había extrañado.
— ¿Gusta algo se tomar? — Preguntó mientras hacía en ademan de ponerse de pie.
— No. — La tomó suave pero firmemente de la mano. — Quisiera sólo su compañía.
— Lo veo cansado. — Habló la pelirroja tratando de cambiar el tema.
Muzan aún estaba tocando su mano, un suspiro nervioso salió de los labios de la menor cuándo el azabache le acarició el dorso con la yema de sus dedos.
— Estresado, eso diría yo. — Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del mayor. — ¿Sabe de algún remedio para el estrés?
Natalie tragó saliva para luego relamer sus labios, claro que sabía de un remedio.
El azabache sintió un tirón en su entrepierna, la boca de la mujer se veía tan tentadora, se resistía de tomarla ahí mismo.
La mano libre de Kibutsuji fue hasta la mejilla de la mujer frente a él, se acercó para poder susurrar algo en su oído.
— ¿Qué tan buena es usted con esa linda boquita, señorita Amane? — Preguntó en un sensual susurro.
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¡Hola! Tardé mucho, lo sé. Pero es que la inspiración no llegaba.
Espero les guste. < 3
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❛ 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑𝐀 𝐊𝐈𝐁𝐔𝐓𝐒𝐔𝐉𝐈 ┊𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐱 𝐎𝐜 › +𝟏𝟖.
Fanfiction¿Cómo fue que el gran Muzan Kibutsuji se enamoró perdidamente de una simple humana? No lo sabía, cuándo conoció a Natalie supo que sería su completa perdición, su pequeño capricho. Natalie Amane era hermosa, eso era algo que todo Japón sabía, jamás...