Ser venezolana en Chile, es difícil.
Ser venezolana en cualquier país, es arrecho.
Incluso, ser venezolana en Venezuela, es otro cantar.
Reviso la página de Migración y Extranjería religiosamente todas las noches desde hace exactamente 400 días, y siempre me hallo con la horrible casualidad de que mi solicitud para obtener un estampado electrónico, para luego poder pedir una renovación de mi visa, para luego poder renovar mi cédula de identidad, para luego poder pedir una permanencia definitiva, para luego poder viajar a donde yo quiera sin ataduras, para luego salir de aquí y mudarme a otro país menos burocrático…; aún no tiene respuesta. Me tiembla el párpado.
—Silvia, te toca. —me llama Lobelia sacándome de mi pesadilla.
Estamos jugando Monopolio y yo soy la plancha.
—Claro… —alejo el celular y me concentro en el juego, tomo los dados.
—¿Aún nada? —preguntó mi mamá.
—Nada, nadita, nada. —digo y lanzo los dados.
—Págame. —dijo inmediatamente Alfredo.
—¡Pero si acabamos de comenzar! ¿Ya tienes propiedades? —exclamo incrédula.
—Sí, el tren es mío. —rió.
—Conchale vale, ya empezamos con el fastidio ¿Cuánto es, mi rey?
—25.
Busco 25 en mis billetes y se los doy.
—Gracias, mi reina.
—Silvia, te tiembla el párpado. —señaló Alejandro.
—Ah, es que aún no me llega el estampado. —le di los dados a Arturo.
—Ya llegará, Silvia, hay que tener paciencia en estas cosas. —me aconsejó Alfredo.
—Tengo paciencia, sí…, pero no es infinita.
Arturo lanzó los dados.
—Págame. —le dijo Alfredo automáticamente a Arturo y todos nos reímos.
La partida duró una hora y el ganador fue mi papá sorpresivamente, le quitó algunas propiedades a Alfredo e hizo 3 Monopolios. Mi mamá y yo, nos despedimos de todos y fuimos a la cocina a terminar de acomodar para irnos a dormir.
—Hija, mañana voy a tener clientes en casa, así que necesito que estés arriba o si vas a salir sería mejor. —me informa mientras lava los pocos platos que quedan en el fregadero.
Mi mamá es manicurista, trabaja en un spa por citas, también hace cursos, hace manicure a domicilio y en la casa, por lo que si es en la casa debo salir o esconderme.
—Está bien.
—¿Vas a salir? —preguntó.
—No, yo voy a quedarme, tengo una serie pendiente que tengo que ver.
Al terminar de acomodar la cocina, me despido y voy a mi cuarto, cierro la puerta y me pongo la pijama. Veo un mensaje de Nathan. Estábamos hablando de que Game of Thrones es la mejor serie de todos los tiempos, y de repente le mencioné que la veía con mi familia, cosa que le asombró mucho pues es una serie con escenas fuertes de violencia y sexo.
"Sí, era incómodo ver esas escenas, pero la trama era tan buena que no pudimos dejar de ver la serie" escribí y se lo envié.
Pasan unos minutos y Nathan se conecta.
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Un océano entre nosotros
RomanceSilvia y Nathan tratan de que su vínculo especial no se hunda en el océano y logre sobrevivir a la distancia.