Desde que Isaac me dijo que Nathan podría alejarse, pensé que si le respondía más rápido no podría darle chance de dejar de hablarme y conseguir otro interés romántico si no había espacio de tiempos largos o medianos entre nuestras conversaciones, solemos bromear mucho, compartir música, hablar de lo que hemos hecho estos días, cómo nos hemos sentido, y siento que este vínculo que hemos ido cosiendo con nuestros corazones, se ha ido fortaleciendo, puedo confiarle mis más oscuros secretos y siento que él nunca me juzgaría, siento que puede llegar a amarme con todas mis locuras, quisiera que me amara con todos los defectos que poseo y no puedo eliminar.
Hoy ha sido un día cansado, la presentación final es en 2 meses y los ensayos generales han comenzado, por lo que estoy en la academia desde las 10:00 am hasta las 20:00 pm porque cuando se van las alumnas, las maestras repasamos las fortalezas y debilidades de los bailes, además debemos preparar un baile nuevo de solo maestras. Llego molida del trabajo a mi casa, mi mamá no está, Lion tampoco..., lo que me parece extraño, pero veo una notita en la mesa que dice que salieron a cenar sushi y que me traerán un poco cuando vuelvan... ¡Más les vale!
Reviso mi celular, Nathan estaba provocándome, enviándome una foto de su abdomen porque le había dicho que me ponía nerviosa cuando veía en la barra de notificaciones que me había enviado una foto, que siempre pensaba que era un nude. Pero él respetó eso siempre, no me enviaba fotos reveladoras, las únicas que mostraban mucha piel fueron las de él sin camisa y esa, la que me acababa de mostrar.
"Está bien, no enviaré más fotos así" me escribe y yo suspiro aliviada.
"Muchas gracias, pero me gustaría ver tu cara, me gusta tu cara" le escribo, y es la pura verdad. Su cara es muy linda.
Subo las escaleras y estando en el tercer escalón recibo una foto de su rostro, lo observo por segundos que parecen minutos y nuevamente me pongo sentimental.
—¡Ay! ¡Ya basta, Silvia! ¡No sientas tanto! ¡Basta, basta, basta! —me riño a mí misma, la verdad es que el corazón me tamborilea y las ondas parecen empujar mis sentimientos fuera de mis ojos en forma de lágrimas.
Subo hasta llegar a mi habitación, busco mi toalla y mi pijama y ropa interior, y mientras bajo nuevamente, le escribo a Nathan que tiene una cara muy bonita y que tenga lindos sueños conmigo porque esta que está aquí va a bañarse y a acostarse de una buena vez.
Se despide de mí y yo me meto a bañar, entonces mi mente comienza a imaginar nuevos escenarios con él. Escenarios que no sería capaz de describir sin morderme el labio o ponerme roja como un tomate...
Nos besamos bajo su ducha, el agua está tibia, él roza sus dedos contra mi clítoris y yo gimo, me estremezco, ahora él tiene el total control sobre mí y me gusta, sentir que me vuelvo gelatina por el solo hecho de que me toca, es algo magnífico. Nathan mueve sus dedos con rapidez y me deshago de placer en su mano, no puedo mantenerme parada, es casi imposible, tampoco puedo recostarme de la baldosa porque está más fría que el polo norte, a Nathan parece importarle poco mi equilibrio, solo le importa una cosa, satisfacer mi deseo carnal con su lengua.
—Oh, estás muy húmeda, cariño. —jadea.
—No puedo mantenerme de pie. —le digo.
—Tranquila, no te vas a caer.
Aleja sus dedos y va besando mis pechos mojados, baja hacia mi abdomen y poco a poco va llegando hasta el botón que sus dedos han tocado tanto, saca su lengua y hace movimientos lentos y rápidos, arriba y abajo, izquierda y derecha; de algún modo me mantiene parada, toma mis caderas con fuerza y cuando mis rodillas flaquean logra mantenerme de pie, no sé cómo lo hace..., pero lo hace.
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Un océano entre nosotros
RomanceSilvia y Nathan tratan de que su vínculo especial no se hunda en el océano y logre sobrevivir a la distancia.