Me gusta como se siente, sus labios saben a mora y son muy suaves, me siento consolada y aunque suene precipitado me siento querida... De pronto abro los ojos, y mi sentido común vuelve, ¡estoy besando a una chica!
¡A UNA CHICA!
—Lo siento, no debería haber hecho esto. —dije avergonzada luego de separarme de ella.
—Está bien. —se alejó y bebió un poco de su martini.
—En serio disculpa. Tengo que irme.
Confundida por mi acción, me levanté con mi copa y me uní a la mesa que me asignaron. Mis amigas hablaban de memorias del colegio con mucho humor y me dejé llevar por la conversación, sin embargo mis ojos se desviaban hacia Elsa, no puede ser que mi primer beso haya sido un arrebato mío y con una mujer... ¡PERO SI ME ENCANTAN LOS HOMBRES!
De vez en cuando sigo en este pánico de momento lésbico que tuve, pensando en si alguien me vio y ahora creen que soy lesbiana o bi, cualquier comentario que pueda referirse a eso me pone en alarma y cambio el tema rápidamente.
Mis pies descalzos no podían parar en la pista, pusieron tambor y cuando escucho aquello, no son mis oídos que lo captan, son mis pies. Bailo en un círculo con la novia y tres amigas más, estamos extasiadas de música, el ritmo corre por nuestras venas y nos sentimos libres de mover nuestras caderas como se nos antoje, como si nadie estuviera mirándonos.
En un momento Elsa se une y yo me tenso; quisiera bailar libremente sin pensar en el error que he cometido. Pienso en tomar de la mano a Valentina y unirla con la de su hermano para que bailen y alejarme del foco. Lo hago y le digo a Valentina que estoy cansada, entonces voy a sentarme a la mesa. Tomo fotos y videos y los subo a las historias de Instagram, me tomo fotos con filtros graciosos con mis amigas e intento no pensar demasiado...
Llevo cuatro copas, estoy prendida en llamas en la pista de baile nuevamente, bailo con Vid y luego con el hermano de Adán, que es muy mayor y galán, sin embargo, no es mi tipo.
Dejo de bailar nuevamente, estoy muy cansada y me quiero ir, así que me pongo mis zapatos deportivos para irme y guardo mis tacones. Para mí es difícil conseguir con quién irme, ya son las 5:00 am...
Le pregunto a absolutamente todos los invitados que quedan, pero no me dan respuesta.
—¿Necesitas un ride?
Me causa escalofríos su voz, me volteo y es Elsa sonriendo.
—Sí..., ¿con quién te vas?
—Tengo carro propio ¿Te llevo?
Lo pienso, esta mujer me da miedo y no sé por qué.
—Tranquila, yo no muerdo. —resalta.
Miro a mi alrededor, parece que nadie se quiere ir aún y yo quiero ir a mi casa a llorar por Nathan y luego descansar un poco..., así que le dije que sí.
En todo el camino a casa no intentó nada, e igual le explicaba que Nathan era un chico que conocí por Tinder, que hemos estado hablando por varios meses y de pronto se esfumó por dos semanas...
—¿Por qué no intentas cambiar tu foto de perfil en...? ¿Por dónde están hablando?
—Ahm..., Telegram... ¿Qué tiene que ver mi foto de perfil?
—Los hombres son básicos, si cambias tu foto de perfil sabrá que estás activa hablando con otras personas o notará mucho mejor tu rostro.
—¿Y me va a hablar solo porque cambié mi foto de perfil?
—No estoy segura de que funcione, pero debes probar.
Lo pienso y desbloqueo mi celular, abro la galería y busco selfies que me he tomado en la boda, pocas veces luzco tan glamurosa y preciosa, digna de 20 fotos.
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Un océano entre nosotros
RomanceSilvia y Nathan tratan de que su vínculo especial no se hunda en el océano y logre sobrevivir a la distancia.