Doce

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Flexionó los dedos una y otra vez para darse valor. Golpeó su rostro con su mano libre y trató de tranquilizar su respiración un poco.

Unos días atrás, mientras paseaba por una fortaleza bastante lejana en busca de verrugas del Nether para hacer sus propias pociones (Techno no quiso compartir, el grandísimo hijo de…), se enfrentó con un grupo de blazes y terminó con varias quemaduras en todo el cuerpo. Muchas fueron superficiales gracias a que pudo cristalizarse a tiempo para evitar daños mayores, pero hubo otras que calaron más hondo. La de su brazo izquierdo fue la más significativa de estas.

Cuando una persona del pueblo gema tenía una herida física importante, fragmentos de su gema solían crecer encima de la parte dañada para ayudar a la recuperación. Y aunque realmente curaban, y lo hacían mejor que cualquier medicina, había que retirarlos cuando la herida estuviese casi curada o estos se quedarían allí para siempre, lo cual, a la larga, podría ser un grave problema.

Retirarlos no generaría una nueva herida ni mucho menos, pero dolía como el carajo. Incluso más que hacerse la herida en sí. El precio de la curación rápida y casi perfecta, quizás.

Flexionó los dedos una vez más y observó los pedazos de diamante creciendo en su brazo, donde una horrorosa y dolorosa quemadura había estado días atrás. Ahora estaba seguro que ni siquiera tendría una cicatriz, pero… quitarse los fragmentos de curación le hacía encoger el estómago.

Pocas veces se había herido tan fuerte como para que le creciesen fragmentos, pero esas veces habían sido tan dolorosas tanto por la herida como por la posterior remoción que la sensación se había quedado marcada en su memoria a fondo. Y ahora debía afrontarla una vez más.

Apretó los dientes y, con cuidado, comenzó a despegar los pedazos de diamante de su piel.

Techno abrió la puerta de su hogar varios minutos después, encontrándose con un Skeppy que arrancaba el último trozo de diamante de su brazo mientras surcos de lágrimas cruzaban su rostro. Su piel no tenía ninguna marca, efectivamente. Sólo estaba enrojecida, cosa que pasaría en unas cuantas horas.

—Creía que no podían hacer eso sin morirse —dijo el piglin con una voz que no demostraba ninguna preocupación, aunque caminó con cautela y acercó una poción de regeneración a Skeppy, quien la miró por unos segundos antes de levantar su mano derecha, tomarla y darle un par de sorbos.

—Fragmentos de curación, crecen en las heridas. Curan más rápido. Pueden y deben ser removidos. Son frágiles después de la remoción. No tienen mucho valor —dijo tan rápido que creyó que no iba a ser entendido—. Si tratases de quitarme los diamantes de aquí —alzó precariamente la mano que sostenía la poción, destacando los diamantes que crecían por el dorso y las uñas de esta— o acá —hizo una seña a los diamantes de sus mejillas— probablemente me desangraría en unos minutos.

Techno asintió dos veces, asimilando la información. La regeneración corrió por las venas de Skeppy y le otorgó la energía que le había sido arrebatada.

Bebió el resto de la botella y fue capaz de levantar la mano recién curada. Sonrió, usando esa misma mano para limpiar los restos de las lágrimas que aún corrían por su cara.

⊣∷ᔑᓵᔑᓭ —dijo sin desvanecer su sonrisa, devolviéndole la botella vacía a su acompañante. El piglin alzó una ceja y después soltó una risa aburrida.

—Demasiado confiado con las dos palabras que sabes, ¿eh? —dijo con sorna. La sonrisa de Skeppy no flaqueó ni por un segundo.

—¡Así es! —respondió con orgullo—. ¡Y no son dos, son al menos diez!

Technoblade soltó el inicio de una risa ante lo presuntuoso que sonó lo que su amigo había dicho.

—Oh, no, diez palabras, qué miedo —dijo sarcásticamente mientras aseguraba la botella vacía a su cinturón, donde chocó contra las otras botellas de pociones que siempre cargaba, ocasionando un tintineo agradable.

Skeppy levantó ambos brazos y los estiró, soltando un ruidito de satisfacción.

—Aprendo rápido —exclamó con suficiencia—. Dentro de poco tiempo ya no me tendrás molestando por aquí.

Techno le miró por encima, luego desvió la mirada hacia su soporte de pociones, la única cosa en la casa que Skeppy tenía prohibido tocar (aunque, en general, tampoco habían muchas cosas). Se dirigió para allá.

—Será silencioso aquí cuando te vayas —dijo, como si se lamentase por ello—. ¿Por qué no te vas ahora mismo? —añadió al instante, rompiendo esa falsa ilusión de que lo iba a extrañar.

Skeppy soltó un gruñido

𝙹ᒷℸ ̣ᒷ —murmuró a media voz. Un pensamiento exaltado llegó a su cabeza en ese mismo instante, dándole una punzada de dolor en la sien, pero Skeppy no entendió qué fue lo que su destinado dijo a través de la conexión, así que se permitió ignorarlo. Desde que había aprendido esa palabra, estaba claro que a su alma gemela no le gustaban las maldiciones. Una lástima que a la gema le encantasen…

—Y obviamente una de tus diez selectas palabras iba a ser esa —Se podía sentir la sonrisa de Techno mezclada en las palabras—. Fingiré sorpresa.

—Oh, cállate ya y ayúdame a aprender la onceava —Skeppy resistió la necesidad de levantarle el dedo medio.

—Lo que digas, niño.

—¡No soy un niño! —La gema se sobresaltó al instante. El piglin detuvo lo que estaba haciendo para mirar sobre su hombro al rabioso habitante del supramundo. Había dicho que tenía 20 «años» del supramundo, ¿no? Techno tenía esa edad multiplicada por un par de cientos. Además que su estatura y actitud definitivamente eran las de un niño piglin…

—Lo que digas —repitió, volviendo de nuevo a su soporte de pociones. Skeppy le miró manejar las botellas con maestría antes de abrir la boca nuevamente.

—Aún no me has dicho cuál es el precio por tu ayuda —recordó. No era que quisiese dar nada a cambio, pero entendía que debía hacerlo. Era lo mínimo.

Technoblade soltó un gruñido, pero no respondió. La gema tampoco insistió. Aunque, por alguna razón, sentía que el pago, fuese el que fuese, no iba a ser suficiente.

[×°×°×°×°]

El demonio Wither golpeó con fiereza el tronco del hongo gigante. Con un chasquido, la madera se quebró y todo el árbol cayó al suelo con un estruendo que resonó por todo el sitio. Los enderman cercanos desaparecieron entre sus partículas moradas, reapareciendo varios metros lejos de la escena.

Conseguir madera normalmente no era así de escandaloso, pero ese día no estaba tomándose ninguna precaución. Estaba un poco frustrado. Y con un poco, quería decir bastante.

¡Sentía que su alma gemela era la única que de verdad estaba haciendo avances! Él ni siquiera podía acercarse a un bastión sin que una horda de piglins estuviesen tras sus pasos. ¡Y ahora su alma gemela incluso estaba aprendiendo un tipo de palabras que definitivamente no debería de decir!

Estancado. Se sentía estancado.

Y quizás lo estaba.



















Notas:

La primera palabra de Skep fue «Gracias», la segunda un bien merecido «Jódete» JAJAJAJA

Actualización de notas: Gracias por sus opiniones, pero el «language» en este y en todos mis fics será «Esa boca». La traducción literal («Lenguaje») no me gusta y jamás he escuchado a alguien irl diciéndolo. Así que, ya saben.

The4Demons

Mente en blanco [Skephalo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora