Veintisiete

1.2K 198 98
                                    

Era una escena rara, Skeppy lo sabía. Ver a un gran demonio de tres metros sirviendo de apoyo para caminar por el bosque a un piglin de un poco menos de estatura mientras cargaba a un diamante del pueblo gema en brazos al estilo princesa definitivamente no era algo común. Pero, lo dicho, estaban en medio del bosque y nadie estaba allí para juzgar. Al menos, nadie que pudiese hablar.

La plática variaba entre Bad preguntando por cada mínima cosa que no entendía del supramundo a comentarios ocasionales de Techno sobre sus últimas horas vividas.

No, Bad, eso es una gallina y no va a hacerte nada. Lo máximo que harán es comer semillas… ¡no, las semillas no son nada malo tampoco!

Eeh, no, Techno, no sabía que la manzana iba a funcionar, pero recuerdo haber leído algo sobre la des-zombificación y mencionaba manzanas doradas.

¡No, Bad, tranquilo, ese es un árbol y no está infectado de nada! ¡Es un abedul y su corteza es así! No pasa nada si te acercas y lo tocas… ¿ves? ¡¿Eh?! ¡No, no estoy infectado!

Sí, sí, Techno, la idea de romper las paredes no era algo que hubiésemos planeado originalmente, ¡pero sirvió, así que da igual! ¡Cállate!

Y así siguió por un largo rato hasta que los árboles dejaron de ser tan comunes y Skeppy pudo distinguir a lo lejos un camino que reconocía.

Estamos llegando al pueblo donde vivo —susurró a sus acompañantes. Bad pareció tensarse y Techno dio un traspié.

Vaya… de verdad está pasando —dijo su alma gemela con un tono que Skeppy reconoció como nerviosismo.

—¿Mmh? —La gema alzó la vista, pensativo.

—No es por ser negativo —Bad sonrió tentativamente—, pero no esperaba que llegásemos tan lejos.

—Yo ni siquiera esperaba llegar, pero ya ves —farfulló Technoblade a su lado, suspirando.

Skeppy soltó un ruidito de incredulidad y dio dos golpes en el brazo de Bad para llamar su atención.

—¿Sí?

—Bájame, por favor.

El demonio parpadeó dos veces, como si no estuviese seguro de haber escuchado bien, pero terminó llevando a cabo la petición después de un momento.

—No sé cómo les voy a explicar esto —dijo la gema con una sonrisa que trataba de verse despreocupada. No lo lograba—. Hola, me fui por dos años al Nether… ¡pero volví! ¡Y traje a dos habitantes del Nether conmigo! Son mi alma gemela y mi mejor amigo. Se que se ven terroríficos, ¡pero no muerden! Bueno, quizás un poco… —Soltó una risa llena de nervios ante su propio discurso absurdo. Nadie más se rió.

Sólo ve y diles eso —Technoblade extendió una mano al aire e hizo un gesto extraño—. Casi te matan en el último par de ciclos, ¿y te preocupas por decirle a tu gente que sobreviviste a tu viaje?

—No es tan fácil… —reveló la gema mientras veía a lo lejos. Sí, definitivamente distinguía las casas que estaban a las afueras. Y ni que decir de su montaña, esa había sido visible desde mucho antes.

—En serio… —comenzó Techno, pero Skeppy lo cortó.

—No es tan fácil porque jamás les dije que me iba. Ni a mis amigos, ni a mi familia, a nadie… —Ante el silencio que siguió a sus palabras, decidió que debía explicarse—. No quería que ninguno de ellos se quedase con la idea de que iba a un viaje con todas las de morir, quería que ellos sólo pensasen que había desaparecido, de esa manera ellos podrían mantener la esperanza por mi regreso, así que… ¿somos los tres una sorpresa?

El silencio los cubrió un rato más.

Un «Idiota» de Techno fue lo único que sonó al cabo de unos minutos. Ninguno de los dos prófugos del Nether sabía qué decirle a la gema. Pero la simple expresión de Techno les hacía compartir el sentimiento.

Sin que nadie tuviese nada que añadir, siguieron el camino, aunque más lento, ya que ahora Skeppy caminaba por su propio pie, apenas lográndolo sin caer.

En el mismo instante en que los tres se encontraron en el camino principal que dirigía al pueblo, no hubo marcha atrás. Ni siquiera tuvieron una oportunidad, de hecho.

Una de las casas que había en las afueras del pueblo era la de Philza. Así que, bueno, no sería raro ver a sus hijos dando vueltas por allí. Wilbur y su hermano menor, Tommy, estaban trabajando con el cultivo de hortalizas gigante de la familia cuando vieron a las figuras que se acercaban y salieron a su encuentro. Las miradas que les dedicaron cuando notaron que las figuras no eran nada más y nada menos que el desaparecido Skeptical PVP junto a dos criaturas literalmente salidas del infierno fueron tan graciosas que Skeppy casi se rió. Pero estaba tan débil que prefirió no hacerlo.

Wilbur, pese a la sorpresa inicial, no tardó en darse cuenta de la sangre que manchaba sus ropas y armaduras, así que se apresuró en ir a buscar a Ponk, el médico del pueblo. Tommy, a pesar de la urgencia por buscar un médico y el miedo que esas criaturas causaba sólo por la vista, se quedó con los tres. No dijo nada, sólo los observó con el rostro manchado de tierra por su anterior labor, paseando su mirada de aquí para allá en silencio. Al cabo de un rato, sin embargo, dijo una frase que hizo escapar la risa que Skeppy no había querido tener antes.

—No sabía que existían los cerdos gigantes.

Cuando Wilbur llegó con Ponk y algunos enfermeros para llevarse a los heridos (que no estaban tan heridos gracias a las pociones, sólo increíblemente cansados), Skeppy se permitió bajar la guardia y dejarse llevar por esa gente.

Convenciendo a Bad y Techno de hacer lo mismo, pronto estuvieron en la clínica del pueblo. Tomó bastante tiempo para lograr convencer a Bad que las camas en el supramundo no explotaban al dormir en ellas. Era una costumbre muy arraigada, después de todo. Hasta Techno, que ya sabía eso, dudó ante la idea. Pero al final los tres terminaron descansando en el sitio.

Y como Ponk era tan bueno guardando secretos, pronto todo el pueblo se enteró que Skeppy había vuelto con dos criaturas de especie desconocida.

Para su buena suerte, las visitas se prohibieron hasta que los pacientes estuviesen completamente curados.

Para su mala suerte, habiendo bebido todas esas pociones de regeneración, su recuperación fue muy rápida. Así, a los días, mucha gente comenzó a ir en su encuentro.

[×°×°×°×°]

El demonio Wither no podía decir que estaba bien. Todo era muy distinto. Muy brillante. Allí no había techo decorado de piedra luminosa. Había… nada. Era una cosa de un azul raro llamada cuelo. ¿Sol? ¿Luna? ¿Estrellas? ¿Nubes? El «cielo» siempre cambiaba y nunca era igual. No sabía si le gustaba o lo odiaba. ¿Y sus cambios eran una medida de tiempo? Esas cosas llamadas «días» sonaban muy complicadas. En ese lugar tampoco había nada de netherrack. Lo suponía, claro, pero… wow, aún impresionaba. Esa cosa llamada tierra se veía bien, pero no sabía si le gustaba como sustituto de la netherrack. Era un poco más blanda, pero el color… meh.

Los hongos gigantes habían sido reemplazados por árboles. Y, a diferencia de los hongos que sólo eran dos, carmesíes y distorsionados, había muchísimas más variedades de esos «árboles», pero éstas también daban madera, así que estaba bien. Bueno, sí, sería genial que esas cosas-árboles también produjesen brillongos al crecer, pero como no lo hacían… sí, de todas maneras seguían estando bien.

El supramundo no era ni un poco parecido al Nether. Le iba a costar adaptarse. Lo sabía. Pero lo conseguiría. Ese sólo era un nuevo capítulo en su vida. Uno que le emocionaba por comenzar a escribir.








































Notas:

Tirenme un golpe en la cabeza así de compas para ver si la migraña y el insomnio se me van con eso jaja ayuda--

Nah, no se crean. Ya tomé dos paracetamoles. Si con eso no se va la migraña, con nada se irá xD

The4Demons

Mente en blanco [Skephalo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora