Capítulo 06

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Cuando era un niño, en cada temporada de verano cuando la calor era insoportable por las noches y el interior de la casa era increíblemente caliente. Todas las noches mamá y yo subíamos a la azotea de la casa y nos recostabamos en el fresco suelo de concreto, y nos quedábamos ahí un buen rato apreciando aquel cielo nocturno lleno de estrellas.

Y si eras paciente, tenías la oportunidad de ver no una, sino dos o tres estrellas fugaces pasar brevemente por el cielo, mi mamá siempre me dijo que cuando esto ocurría, podía pedir un deseo y que fuera lo que fuera, este se cumpliría.

Yo siendo un niño inocente y fascinado por lo fantástico que eso sonaba, siempre le creía y pedía siempre un deseo, esperando felizmente que este se cumpliera.

Por aquellos días, papá nunca estaba en casa, a veces se ausentaba uno o dos meses, según mi madre por motivos de trabajo en otros estados del país y a veces en el extranjero. Muy raras veces llegue a convivir con él, pero había ocasiones en las que pasaba la navidad y mostraba los regalos que traía de sus viajes, algunos los llegaba a dejar debajo del árbol de navidad con la excusa de que “Papá Noel” los había dejado ahí porque el niño de la familia se había portado bien. Y aquello siempre me lo creía, pues para un niño de siete años todo lo que hay en el mundo contado por sus padres es algo fantástico y creíble.

Sin embargo, mientras estoy acostado y giro a mi derecha, no puedo ver a mi madre, a desaparecido sin siquiera llevarme a la cama. El ambiente es mas gélido de lo normal que e empezado a sentir mucho frío.

Volteo a la izquierda y me doy cuenta de que el árbol de navidad que se encontraba verde y de vivos colores ahora es un triste árbol marchito y apagado, los regalos ya no están y el fuego que alumbraba en la chimenea y que mantenía el ambiente calientito se a apagado.

Trato de ponerme de pie, pero no puedo, mis piernas y brazos no me responden, estoy inmóvil y con mucho frío. Intento gritar para llamar a mis padres, no importa si es mamá o papá el primero que venga, sea el que venga da igual, pero aunque me esfuerzo de mi boca no parece salir sonido alguno, me e quedado sin voz tan de repente que no entiendo el motivo...comienzo a tener miedo.

De pronto siento un ligero dolor en el pecho, es tan pequeño que no es nada incómodo, pero aun así este comienza a hacerse mas fuerte conforme pasa el tiempo.

Pero así como siento ese dolor, puedo sentir un cálido calor que recorre todo mi cuerpo, el frío disminuye y comienzo a sentirme más tranquilo. Es como si de la nada alguien llegara y te pusiera una suave cobija de lana la cual a sido hecha especialmente para ti. Así es como me siento ahora, me siento tan...seguro.

Nuevamente miro hacia el cielo, allá arriba donde las estrellas se mantienen quietas y deslumbran como pequeñas luciérnagas.

Cada vez que paso viendo el firmamento, las estrellas parecen acercarse mas y mas, dándome la posibilidad de tocarlas con mis manos. Pero en estos momentos no tengo fuerzas para hacerlo, estoy tan cómodo y a la vez cansado que, solo puedo ver el danzante movimiento que hacen hasta que el sueño me venza.

Y al final...

Me sumi en un sueño tan profundo y a la vez tan tranquilo que parecía que caía en un abismo de reconfortante oscuridad.

Mi novia es una saiyajinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora