› Veinticinco ‹

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28 de Julio de 2022

...

Sophie se planteaba si sería posible sacar de su mente los pensamientos negativos que la habían estado invadiendo últimamente, con el fin de disfrutar plenamente de lo que le quedara allí. "Ya estamos a finales de Julio, Sophie, haz algo" se recordó a sí misma. "¿Acaso quieres pasar tus últimos días triste? El final será el mismo" se recordó.

Y, al final, llegó a una sola respuesta. Algo que podía hacer para saber cuánto tiempo le quedaba allí, y poder aprovecharlo como le gustaría.

Agarró su teléfono móvil y le escribió un mensaje a su madre, siendo esta la encargada de sus viajes de ida y vuelta.

Mamá, ¿me podrías decir cuándo voy a volver? Para saber cuándo preparar las maletas y eso.

Puso una excusa para que a la mayor no se le hiciera extraña y repentina la pregunta. Tan pronto como lo envió, dejó el teléfono a un lado y dio un suspiro, frotándose la sien y levantándose de la cama de Sunoo al momento.

La noche anterior durmió en el apartamento de Sunoo, Jungwon y Jiwon con el chico de cabellos rosados, y ahora todos estaban en el salón y escuchó risas por parte de ellos. Decidió salir a ver qué pasaba. Sunoo había salido a tomarse la medicación, pues estaba enfermo de un virus de estómago, y por eso ella se tomó un momento a solas para seguir pensando en aquello que tanto la condenaba, pero que era crucial para continuar con su vida. En irse.

Debido al malestar del coreano, Sophie estaba pasando mucho tiempo con él, incluso durmiendo en su hogar.

Cuando salió, vio la causa de las risas. Aparentemente Sunoo no sabía tragar pastillas, y estaba haciendo maniobras y movimientos de lo más elaborados y extraños con el cuello, para lograr tragarse la pastilla.
Ante esto, Jungwon y Jiwon se reían sin parar, y ella se unió sin poder hacer nada para remediarlo.

—¡No te rías! —ordenó frustrado, pero dejando escapar una inevitable risa.

—Perdón. Es que, Sunoo, es increíble que no sepas tragarte una pastilla a tu edad. —no pudo evitar reírse de nuevo, a lo que Sunoo dio un suspiro, rindiéndose.

—Yo no sé hacer esto.

—Tengo que salir, así que te compraré medicación en sobre —habló Jungwon, agarrando su chaqueta del perchero—. Pero tardaré un poco.

—Que descanse mientras. Dormir alivia el dolor, o bueno, te hace que no lo notes. —Liz, a su lado, se encogió de hombros.

—Eso si consigo dormirme... —resopló y miró a Sophie, pidiendo a gritos con su expresión un poco de compañía, de nuevo—. ¿Vamos?

Sophie asintió y se adelantó, entrando nuevamente al cuarto de Sunoo y siendo seguida por este.

Se sentó en la cama, mirando rápidamente si tenía una respuesta. Y así era, pero en ese preciso instante entró Sunoo acariciando su frente con cansancio.

—Ahora también me duele la cabeza —dijo, preocupándola—. Definitivamente tengo que intentar dormir.

—Ven. —quitó rápidamente su teléfono de la cama y dio varios golpes donde estaba, invitándole a sentarse.

Sunoo se acercó, y ella en ese instante se metió el móvil al bolsillo, deseando ver una fecha que le agradara cuando tuviera ocasión de mirarlo. Comenzaba a sentirse ansiosa por ello, aunque al mismo tiempo había algo que le impedía verlo.
Por el momento, todo lo que quería hacer era abrazar a Sunoo y tranquilizarlo. Ser para él una distracción del dolor hasta que lograra dormirse y, mientras tanto, ella reuniría fuerzas para mirar el mensaje y encontrarse con la fría verdad. Con la fecha en la que partiría y todo lo que construyó con Sunoo se esfumaría. Con el día en el que el coreano de cabellos rosados sería solo un sueño inalcanzable del que alguna vez estuvo muy cerca.
Y aquello tenía que aprovecharlo.
Por eso, rodeó la estrecha cintura de Sunoo con sus brazos y se acercó más al chico. Cubrió a ambos con la sábana y cerró los ojos, tan solo escuchando la respiración de él.

—Sophie... —la llamó somnoliento—. ¿Me quieres? He estado pensando demasiado en que te irás, últimamente. No me gusta. Me agobia.

—Sunoo, no es momento de recordar eso... —dijo, como si ella no llevara pensando en aquello más tiempo del que le gustaría, poniéndolo como una barrera que, en ocasiones, no le dejaba disfrutar—. Sí, te quiero.

—Vale. —suspiró—. Lo siento.

Se apegó más a él, hasta que su respiración rozaba su cuello todo lo que podía, y negó con la cabeza.

—Es normal. Yo también lo he estado haciendo, pero no merece la pena entristecerse hasta que el momento esté realmente cerca. Recuerda lo que te dije ayer.

—Cada día será inolvidable, sí... menos estos en los que esté enfermo.

Rió levemente.
—No pasa nada. Recarga las pilas para hacer de our summer algo realmente memorable, aunque... ya lo es.

Escuchó cómo Sunoo decía que sí en un tono casi inaudible, y después no oyó nada más. Levantó un poco el torso, y lo miró. Sus ojos estaban cerrados. Apreció su rostro, sus pestañas largas, sus labios rojizos, sus pómulos y su perfecta nariz.
Deseaba apreciar aquello para siempre, aunque era imposible.
"Nada es imposible", le recordó su subconsciente, como si aquello sirviera de algo.

—¿Sunoo? —lo llamó esperando una contestación, pero resultó estar profundamente dormido.

No había podido asimilarlo aún, pero teniendo su fecha de partida tan cerca, en un mensaje, tenía que mirarla.

Se sentó tras él, soltando su cintura, y se sacó el teléfono móvil del bolsillo con cuidado. Y entonces, extendió la notificación hasta ver el texto completo.

El veinte de Agosto, cielo. Este año tus vacaciones de invierno son más cortas y tienes que volver antes. Además, tienes que recuperar los exámenes perdidos antes de iniciar el nuevo curso.

Ni siquiera leyó lo último. Le daba igual la razón, y la primera frase le cegó por completo con una tristeza inmensa que no le permitía comprender el resto.

—¿Me queda menos de un mes? —musitó para sí misma—. Veintitrés días...

Las lágrimas comenzaron a salir. Necesitaba aprovechar que Sunoo estaba dormido para llorar, para desahogarse. Y también para pensar en cómo se lo diría.

...

𝐎𝐔𝐑 𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 | Kim Sunoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora