Parte 1: Todo comenzó con una copa

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-Te amo, y espero que puedas llegar a ser feliz, aunque sepa que no conmigo...-Esas palabras seguían retumbando en mi mente como si de ello dependiera, mientras mis ojos seguían inundándose de lágrimas.

Ya habían pasado dos meses y medio desde que me encontré la carta, en la mesilla de noche, envuelta de su dulce y esencial aroma,  la misma mesilla en la que él solía dejar sus lentes cada noche antes de acostarse... incluso una noche antes de que sucediera todo, hasta que...

Hace aproximadamente un año:

-Mierda, se me está haciendo tarde de nuevo-Grité mientras corría hacia la empresa en la que trabajaba en ese entonces.-¡Mi jefe me va a matar!

En ese entonces trabajaba en una empresa como oficinista, era una empresa de cosmética. De hecho, no me hacía falta ya que era el heredero de la empresa de mi padre, pero de solo pensar que podía ver a mi amado Alex, apoyando su bello cuerpo en esa silla, observando su computadora con determinación, subiéndose las gafas con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía su café matutino, era un sueño ver ese hermoso espectáculo cada mañana.

-Hola a todos.-Dije mientras observaba a mi querido Alex y me acercaba a él. Aunque nadie me respondió, como siempre.

-Buenos días, amor-Le susurré en el oído viendo cómo se sonrojaba al instante en el que se dio cuenta de que era yo.

-Buenos días cariño-Concluyó, después de quedarse perplejo un buen rato, mientras que al mismo tiempo me daba un beso en la mejilla ignorando a los de nuestro alrededor.

Desgraciadamente en el momento que empezaba a imaginarme todo como si fuera verdad y estuviera ocurriendo, mi jefe de departamento me pegó en la cabeza distraídamente con los documentos que había en mi escritorio.

-Además de que llegas tarde, te pones a deleitar como si estuvieras en el sofá de casa. ¡Ponte a trabajar de una vez!-Gritó él, con su mismo humor de mierda de siempre.

-Oye, déjalo en paz, jefe, sólo ha sido esta vez, no lo va a volver a hacer. ¿Verdad Michael?-Dijo con su voz dulce, vigorosa y amarga, a la vez que te dejaba con ganas de querer escuchar cada vez más y más.

-¿Michael, te encuentras bien?-Repitió dubitativo al ver que no reaccionaba, al quedarme  embobado por su dulzura y encanto. Claro que él no se dio cuenta al responder de inmediato con un relajado y varonil gracias. Me moriría si Alex llegara a saber que me gustaba desde hacía dos años.

Durante todo ese tiempo logré mantener en secreto que me gustaba, mi mayor miedo era que se enterara de eso y me odiara por ello, aunque una pequeña parte de mí, una muy pequeña, no dejaba de preguntarse qué pasaría si en verdad él también estuviera enamorado de mí, una simple suposición, sólo era eso. Lamentablemente, esa parte de mí se manifestaba al beber demasiado alcohol, por esa razón nunca iba a las cenas organizadas por el departamento, porque siempre acabábamos todos ebrios y quién sabe qué podría revelar.

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-Oh no, no, no, no, no. ¿Cómo carajo he llegado hasta aquí?¿Quién es este de aquí?-Me veía diciendo mientras miraba a la persona a mi lado de reojo disimuladamente, era un hombre que no conocía, pero hermoso, eso sí. En esos instantes estaba durmiendo plácidamente sin nada de ropa que me impidiera admirar su bella anatomía, era de piel morena como el café con leche, su cabello era de color bruno, tenía las pestañas enormes y hermosas, su cuerpo era grande y estaba lleno de músculos, como si hubiera sido esculpido por los mismos dioses del olimpo, le favorecían muchísimo. Sin embargo, no pude apreciar más ese agraciado cuerpo debido a que se despertó, dejándome atónito por sus bonitos y delicados ojos verdes, en ese momento me sentí como si fuera invadido por un un cálido y misterioso  bosque, parecido a una selva, dejándome tendido en la oscura y temible verdad, como si estuviera despojado ante el peligro. Se me quedó mirando fijamente hasta que me vino a la mente todo lo que pasó la noche anterior.

Para (Hasta) siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora