-¿Un vibrador, de verdad? ¿No crees que lo podría conseguir por mi cuenta fácilmente?
-Eso es cierto, entonces, ¿qué es?
-Ya te dije que te lo diría el mismo día, no seas impaciente y espera.
Pasaron las semanas, y recibí la noticia de que padre volvería a organizar una cena con madre, no obstante, era el mismo día que el cumpleaños de Liam, así que me negué.
-Pueden hacerla ustedes si quieren, además, es como si no estuviera, no vale la pena si sólo me voy a quedar callado contando los tipos de tenedores que tiene cada uno.-Lo sé, pésimo ejemplo, pero lo solía hacer cuando me aburría.
-Michael, si quieres puedes traer a Liam o a quien quieras, pero ven.
-Padre, he dicho que no, estoy ocupado ese día con algo más importante.-Y colgué el teléfono como el mal criado que soy.
Finalmente llegó el día, Liam me vino a buscar a las diez de la mañana con su Bugatti Centodieci negro. La verdad es que le pegaba mucho. Nos fuimos a Manhattan, tardamos menos de lo esperado, así que pasamos por un café a desayunar.
-¿No me vas a decir lo que quieres?
-Qué impaciente, por dios, sólo tienes que esperar hasta la cena. Lo siento si es una labor muy complicada para usted, señor Britch.
-¿Debo reírme Liam? ¿De verdad?
Cogimos el coche y fuimos a la playa que quedaba más cerca, era preciosa, Liam no se detuvo así que lo seguí persiguiendo, hasta que llegamos a una casa de playa, era hermosa y acogedora.
-¿Te gusta?
-Sí, es espectacular.
-Aquí es donde quería traerte, suelo venir cuando estoy estresado o paso por un mal momento. No suelo traer a nadie, pero he pensado que te gustaría.
-Sí, me encanta, gracias. Pero, aún no me has dicho lo que querías.
-Acabamos de llegar, venga, pon tus cosas arriba.
Organizamos nuestras cosas y fuimos a comprar la comida ya que la nevera estaba vacía. Al volver me puse el delantal y empecé a cocinar.
-¿En serio sabes cocinar? Joder, no hay nada que no puedas hacer.
-¿Qué te creías? Por algo soy Michael Britch. ¿Qué quieres comer?
-¿Me vas a preparar lo que yo quiera?
Sí.
-Entonces, quiero ensaladilla rumana, pero con pasta.
-¿Sólo eso?
-Oh, sé que no es un buen momento, pero, ¿sabes hacer pancakes?
-Sí, ahora mismo te los hago.
Terminé en menos de una hora y serví la mesa. Liam al dar su primer bocado bajó la cabeza hacia abajo.
-Liam, ¿qué sucede? ¿No te gusta?
-Lo siento, no quería arruinar el ambiente, es sólo que, mi mamá solía prepararme esto cada vez que íbamos a nuestra casa en la playa de San Francisco. El sabor me recuerda mucho al de ella, gracias por hacérmelas, hace mucho tiempo que busco unos platos que tengan el mismo sabor, he buscado desde el restaurante más famoso hasta el menos famoso, pero hasta el momento no lo encontré.
-Puedes pedírmelas cuando quieras. Aunque creo que se te pasó algo en esta búsqueda. Tu madre los hacía expresa y exclusivamente para vosotros, desde aquí.-Le dije señalando su corazón. Se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas, que parecían grandes lagos en una selva llena de verde. Y empezó a llorar, echaba de menos a su madre.
-Perdona por estropear este día, lo tenía todo planeado, aunque lo estoy arruinando todo.
-Te he dicho que está bien, no te preocupes, sólo llora, llora hasta que te hartes, hasta que te sientas bien.
Se quedó acurrucado en mis brazos, estirados en el sofá hasta que anocheció.
-Tengo algo que enseñarte.
-Está bien.-Parecía que el cumpleañero era yo en vez de él, lo preparó todo e incluso me organizó una sorpresa.
-Tápate los ojos hasta que lleguemos. Confía en mí.
Obedecí y lo seguí sumisamente con los ojos cerrados, cuando llegamos, al que supuse que sería el objetivo me paré detrás de Liam.
-Hemos llegado, puedes abrir los ojos.
Los abrí, y no me esperaba lo que había visto, era taaaan lindo, me lo quería comer.
Liam preparó una mesa con lucecitas alrededor, en el centro había la mesa redonda con pétalos de rosa en el mantel, dos copas y una botella de Champagne, en la arena también había pétalos y velas perfumadas, era precioso.
-Y lego te quejabas de mí, estás hecho todo un romántico eh. ¿Cuándo preparaste todo esto?
-La verdad es que contraté a gente para que preparara todo esto.
-Está bien, es mi culpa por preguntar, haré como si no hubiera escuchado nada.
Nos sentamos y disfrutamos de nuestra noche bajo las estrellas.
-¿Me puedes decir ahora lo que quieres?
-Mmmm, ¿recuerdas lo que te dije hace tres semanas cuando te pregunté si querías venir?
Estuve pensando hasta que lo recordé.
-Dijiste que queráis algo, después susurraste que lo que querías era a-Ni siquiera terminé la frase, estaba demasiado atónito por lo que acababa de decirme indirectamente.
-Así es, Michael Britch, te quiero a ti, aunque sé que es mucho pedir.-Me dijo con ojos determinados y con confianza, quedé estupefacto al oírlo por mí mismo. Estaba tan alegre, sorprendido y entusiasmado que me quedé como un bobo con la boca abierta delante de él sin decir nada.
-Me gustas.
Me levanté tan súbitamente que hasta la silla impactó contra el suelo con fuerza. Fui a su asiento rápidamente y lo besé hasta quedarnos sin aliento, fue tan repentino que ni siquiera pensé en lo que hacía, dejé que me guiara mi corazón, que estaba ciegamente enamorado de Liam. Continuamos besándonos hasta que me debilité por las diversas emociones que sentí en menos de treinta segundos y me senté sobre las piernas de Liam, atraído por él. No obstante, algo nos incordió, nos interrumpió. Mi móvil empezó a sonar como loco, al principio decidimos ignorarlo, sin embargo sonó demasiadas veces, una tras otra, era insoportable, nos estaba estropeando el ambiente.
-Michael, yo también estoy muy feliz de que me aceptaras, y créeme que no quiero dejarte ir ni por un segundo, aunque tampoco tengo la intención de hacerlo, pero deberías contestar.
Joder, además era el estúpido de mi hermano Adam.
-Es sólo Adam, seguro que solamente se siente abrumado por ver a madre y quiere desahogarse, ya lo llamaré luego, ahora tengo cosas más importantes que hacer.-Le susurré en su reja mientras le rodeaba el cuello con mis brazos y lo atraía para besarlo.
-No te arrepientas de esto.
-Claro que no.
Seguimos besándonos ahí por casi media hora hasta que nuestros labios de hincharon..
-Será mejor que entremos si no quieres resfriarte por haberte desnudado aquí fuera con el frío que hace.
Lo cogí de la cintura y lo cargué, aunque su anatomía era fibrada, le seguía quitando unos cuantos centímetros, por lo que me resultaba menos complicado de cargar. Lo seguí llevando hasta la casa de la playa mientras le besaba el cuello, la nuca, el mentón, su afilada nariz y sus bellos ojos.
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Para (Hasta) siempre.
RomanceTodo empezó con una sola noche, quien diría que gracias a esa noche empezaría una gran historia, una historia con un gran pibonazo de por medio, eso miso, con nombre y apellido, Liam Miller. ¿Realmente una decisión puede cambiar tu vida? La verdad e...