Parte 32

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Llegué a casa y vi a Liam en el escritorio de su despacho, se quedó dormido mientras trabajaba, incluso llevaba las gafas que utilizaba para leer. Sólo unos llevaba tirantes y unos shorts, así que estaba temblando de frío, le puse una manta por encima. Me cambié, me duché y lo cargué hacia la cama. Debió estar trabajando en algo importante como para hacerlo un sábado, no le gustaba trabajar los fines de semana y festivos, siempre decía que eran para descansar, que para algo estaban.

Seguimos como de costumbre, trabajando y disfrutando de nuestras vidas juntos. Un día como cualquier otro bajaba de la empresa para irme a casa cuando Liam me llamó, me dijo que estaba esperándome abajo en la entrada, bajé las escaleras más deprisa para poder encontrarlo cuanto antes. Sin embargo, algo me hizo frenar, Gilbert, estaba al lado de recepción, con el móvil en la mano, levantó la mirada y me vio, sonrió como hace un niño al encontrarse con sus padres después de un largo tiempo sin verso. Vino casi corriendo hacia mi dirección y se paró unos centímetros delante de mí. Ni que nos fuéramos a besar.

-Michael, he estado intentando conseguir tu número, pero no pude conseguirlo. Por eso he venido hasta aquí, espero que no te haya molestado. La otra vez te fuiste tan de repente que no tuve tiempo de pedirtelo. ¿Cómo estás?

-Bien, aunque tengo un poco de prisa, estoy esperando. Aquí tienes mi número, contáctame luego.
Adiós.

Me fui antes de que Liam pudiera ver que estaba con él, me dejó lo suficientemente claro que Gilbert no le dio un buen presentimiento.  

Lo vi en el coche y lo saludé con la mano, solía devolverme el saludo pero no lo hizo, pensé que era un mero malentendido y no me había visto. Entré en el coche y no me saludó, para ser precisos, no abrió la boca hasta que nos aproximamos a casa. Al principio traté de hacerle hablar, pero luego de varios intentos preferí callarme, no me di cuenta de porqué, pero cundo lo hice me sentí un tonto por no averiguarlo por mi cuenta.

-No quería decírtelo, pero, ¿te divierte mantenerte en contacto con tu ex que hasta te confesó sus sentimientos pasados y actuales dándole tu número?-Es cierto, le conté todo a Liam al día siguiente al de la cita, se sorprendió aún más que yo, como no me volví a encontrar con Gilbert, no volvimos a hablar de ese tema

-Él vino a la empresa sin avisarme sólo para pedirme el número, además, le dije claramente que quería ser únicamente su amigo. Confía un poco en mí Liam, no podría dejarte, y menos por ese chico.-Le di un beso en la mejilla y le puse la mano en su muslo.

-Aún así no tenías porqué darle tu número.-Hizo pucheros. 

-Al menos no será tan molesto como lo fue el día que te llamaron innumerables números, ¿no crees?

-Eres mi novio, pero no te salvas de un puñetazo si no te callas.-Era tan lindo cuando se enfadaba por esas cosas que quería molestarle más.

-Claro, claro, es inevitable que seas popular entre la gente con tu belleza, lo entiendo.

Llegamos a casa, hicimos el amor como de costumbre, aunque esta vez en la bañera porque alguien se coló mientras trataba de darme un baño. Liam leyó un libro mientras yo revisaba unos documentos en la cama  y nos fuimos a dormir, desnudos y abrazados.

A la mañana siguiente me desperté y me sorprendió no encontrármelo a mi lado, aún sentía su olor, su fragancia, pero no a él, no estaba. Al acabar de despertarme del todo y poner más conciencia a lo que pasaba me levanté súbitamente, revisé la cocina, nuestros despachos, la sala, el comedor y los baños, todo seguía igual que la noche anterior, volví a la habitación desesperado, lo único que encontré fue un papel debajo de las sábanas, supongo que se debió caer desde encima de la almohada.

Volveré.
Espérame.

Eso decía el papel, se me formaron muchas preguntas al leerlo.

<<¿Qué quiere decir con eso?>>

<<¿Por qué se fue tan de repente?>>

<<¿Le ocurrió algo?>>

Pero mis dudas no se podían resolver solas, y desde luego no lo hicieron. Decidí esperar por el momento ya que era lo único que podía hacer. No fui al trabajo ese día, si venía quería estar allí. Y así pasaron dos días, al tercero llamé a su hermana por si acaso, pero no me contestó. Estaba desesperado, no sabía qué hacer. Decidí ir a trabajar y no mencionárselo a nadie por el momento por si las moscas. Lo importante era el mensaje que me dejó,  eso era la prueba de que estaba en algún lugar por voluntad o por necesidad. 

Llamé a madre para pedirle consejo, me dijo que como me dejó ese mensaje no me alarmara, que tuviera paciencia y esperara. Pero estaba angustiado, preocupado y aterrorizado, por la idea de que no volviera y me dejara para siempre. Lo único que podía aliviarme de eso era el alcohol, cogí un vaso y muchas bebidas alcohólicas, me emborraché y, como quería ya no sentía tanta angustia. De repente me sonó el teléfono, lo cogí sin siquiera pararme a ver quién era.

-¿Sí?-Notaba que mi voz estaba diferente, más apagada, más indiferente y se sentía muy pesada. 

-Hola Michael, soy yo, Gilbert. ¿Te encuentras bien? Tu voz suena un poco demarcada.

-Estoy bien, es que estaba bebiendo. 

-Oh, entonces, ¿quieres que bebamos el domingo?

-Claro, nos vemos.-Le colgué al terminar la frase, sólo quería tener un poco de compañía, aunque fuera la de mi ex novio.

Quedamos dos días después, el domingo, y fuimos a beber, no me quedé corto puesto que mi objetivo era emborracharme. Lo conseguí, me embriagué hasta el punto de no poder sostenerme en pie, Gilbert tuvo que llevarme hasta casa.

Pasaron diez días y mi novio aún no había aparecido, cada día estaba peor, me sentía mal y me machacaba por el hecho de que se fuera, me decía a mí mismo que fue mi culpa, por ser un mal novio y un egoísta. Bebía y bebía, hasta llegar al punto que me daba asco, odiaba las acciones de mi padre, por ser un irresponsable mientras debía proteger a una familia, y de ceder por el alcohol, pero ahí estaba yo, en la misma situación que él. Acababa yendo al trabajo con dolor de cabeza, con resacas cada vez peores. 

Un día quedé con Gilbert para beber, fui al bar, me emborraché, y luego él me llevó a casa, vomité encima de él, me reí por ello y le dije que se duchara, fui a la cama y...me dormí. A la mañana siguiente me levanté y estábamos los dos desnudos en la cama con una bata como las que usaron en el baño. Aunque tenía un problema, no recordaba lo que pasó después de quedarme dormido, Gilbert no era de las personas que se quedarían a dormir en tu casa sin que se lo pidieras, debí haber hecho algo como para que se quedara, el problema es que no sabía el qué.

-Mmmm, ¿Ya estás despierto Michael?

-Gilbert, ¿qué ha pasado?-Le dije agarrándolo de los hombros y sacudiéndolo al notar que se despertó.

Para (Hasta) siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora