Parte 27

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-Bueno, ahora que lo pienso, padre, ¿podemos hablar?-Pregunté intentando evadir la confusión que habían tenido.

-Claro, espérame en mi despacho, enseguida subo.

Subí las escaleras y me dirigí al despacho de mi padre, aunque me quedé en la entrada para que la conversación no se alargara más de lo necesario. Mi padre llegó y me dijo que pasara, pero me negué. 

-Bien, deduzco el porqué de tu sorpresa, así que iré directo al grano. Tu madre se quedará en casa con Jack, su hijo, hasta que encuentren un sitio.                                                                                          Además, no pasa nada, tenemos habitaciones de sobra.

-¿Y lo va a permitir?  Padre, ¿debo recordarle que es la misma mujer que te arruinó la vida, debo recordarte lo mucho que te costó salir de esa? ¿Y la vas a aceptar así como así de nuevo? ¿Como si no hubiera ocurrido nada?

-Michael, no lo volveré a repetir, es mi decisión, se va a quedar y punto. Y, hijo, lo he superado, y ya es hora de que lo hagas tú también.

-¿Superado? ¡¿Acaso es una cosa que se olvida?!

Padre pareció estallar y me dio una bofetada en la mejilla, me dejó descolocado, nunca antes me había pegado, y ahora, por madre, que lo abandonó, lo hizo. Me sentí bastante traicionado.

-Escúcheme bien, padre, no pienso arrodillarme ante ella como habéis hecho vosotros, porque yo no he olvidado lo que ha hecho. No pienso permitir que arruine la familia otra vez. Tú mismo.-Me fui de ahí y entré en mi habitación, intentando que no se me notara la ira. Al entrar y dar un portazo vi a Adam sentado en mi cama, jugueteando con sus dedos como hacía cada vez que estaba nervioso o tenía que confesar algo.

-Si tienes que decir algo dilo y vete, como puedes ver, no estoy de muy buen humor.

-Yo...lo siento. He intentado evitarlo pero ya sabes cómo es padre, además, es mi madre, quería saber por mis propias experiencias lo que era tener una madre de verdad, así que no pude resistirme mucho a la idea de que se mudara. He intentado llamarte, sin embargo, no me lo has cogido.

-Joder, debí haberlo recordado. Está bien, lo siento, esta vez intentaré estar más alerta del móvil.-Expresé pasándome la mano por el pelo, es una manía que tenemos todos los Britch cuando nos enfadamos o estresamos.

-Sí, me voy.-Cerró la puerta detrás de él y se fue. Extrañamente fue muy obediente, cosa que sólo hacía si sabía que estaba enfadado con él, que en ese caso no correspondía.

Permanecí ahí, no me di cuenta hasta que oscureció de que me quedé en mi habitación pensando en qué debería hacer, si soportarlo o si irme, que, honestamente, creía la opción más realista y sensata. Aún me dolía la mejilla del golpe de mi padre, nunca antes hizo algo parecido.

Eran las once menos cuarto cuando alguien tocó la puerta sutilmente, para que no se oyera. Le indiqué que entrara con un gruñido que denominaba que sí, aunque supongo que la otra persona no supo muy bien el significado porque no abrió la puerta hasta que grité que podía entrar, ni siquiera había entrado y ya me estaba irritando. Daba por sentado que sería Adam, queriéndome pedir alguna cosa o algo parecido, por eso me sorprendí al ver que no era Adam sino Bethany.

-Siento molestarte, ¿puedo pasar?

Asentí con la cabeza y me enderecé, llevaba puestos unos pantalones de chándal grises y una camiseta blanca, que normalmente utilizaba para ir a correr pero me los puse igualmente, quería estar cómodo. En cambio, ella llevaba un pijama de Hello Kitty y sus pantuflas con el pelo recogido con una pinza a lo alto de su cabeza.

Para (Hasta) siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora