VII: "Labios vaginales".

12 0 0
                                    

Stephen

Tomaba una ducha cuando pensé en ella.

El agua que caí sobre mi cuerpo estaba tan fría como me gustaba, asi sentía que el estrés podía irse más fácil y conseguía relajarme, pero de pronto todo se distorsionó con ella en mis pensamientos, ella... sus gemidos, su manera de chuparmela toda, oh, como quisiera tener de nuevo sus cálidos labios lamer y chupar mi polla.

Cerré mis ojos con fascinación.

Aparté un mechón de mi cabello que se pegaba a mi frente, mientras que con mi mano izquierda masajeaba mi polla, oh, joder, sus labios... ah, maldición, continué el masaje, arriba y abajo, aceleré el movimiento cuando recordé todo lo que hicimos aquella noche, lo que nos dijimos y lo que confesamos ¿era solo alcohol o es que ya yo solito me habría creado una ilusión? Dios, que no sea así.

Continué masajeando mi polla hasta que las venas de mis brazos se vieron más alteradas, comenzaba a tensarme, apreté más el culo y tire mi cabeza hacia atrás disfrutando el delicioso placer, hasta que... ah, salió toda y tomé varias respiraciones profundas, si que me había descargado.

Pero ya te cuento...

Cristal. Así se llamaba la chica que últimamente andaba en mis pensamientos, la misma que después de una noche llena de estrellas y otros asuntos... ahora me evitaba a toda costa, joder estaba seguro de que no había sido solo una simple noche, es que no podía ser solo una noche que casualmente dos embriagados se vieron obligados a pasarla en medio de una carretera larga y solicitaría carretera, por falta de combustible, ¡No! Sé que le gustaba, ahora no podía negármelo y menos retroceder.

Había dejado más de tres mensajes al WhatsApp's, no hubo respuesta. Habían pasado más de cinco días y empezaba a notar que me evitaba porque también le marqué y me fui directo al buzón, así que la única escapatoria que no tendría, sería ir al café donde trabaja, reservar una mesa y dialogar, lo había planeado con su mejor amiga, y ella encantada aceptó.

Sentía la necesidad de verle. Era desesperante el deseo de volver a verle, de sentirla, de tenerla encima de... ¿que diablos pienso? Sacudí mi cabeza intentando borrar todas esas perversas imágenes.

Cristal era extremadamente atractiva, una chica cuya sonrisa te incitaba a cosas oscuras, ¿y su risa? Oh, ese sonido quisieras escucharlo todo el día, era contagioso, cualquiera se uniera a reír aún en estando en sus peores momentos, sin dudas podría. Es que había estado con muchísimas chicas, pero Cristal era otra cosa.

Al final, me colgué el mejor traje y fui al café donde trabajaba. A penas la vi, experimenté un sin números de emociones, ella también pareció reaccionar a eso, como si también se sintiera así.

—Vayamos a donde sea.— aceptó mi invitación, expandiendo las emociones aún más, así que decidí llevarla a mi apartamento.

Era una tarde acompañada por un cielo lleno de nubes grises y una fuerte pero cálida lluvia derramaban aquellas, cristal tenía un suéter color negro que le hacía ver mucho más guapa, sus pechos altivos siempre y su cintura parecía ser construida por los mejores cirujanos plásticos, ¡maldita sea!

Cuando entramos al apartamento, sus ojos se fueron por doquier con la inmensidad de lujos que tenía, incluso parecía admirarlo todo y no pude evitar sonreír con orgullo.

—¿Qué número soy de la extendida cantidad de chicas que haz traído aquí?— preguntó dándose la vuelta y dejándome ver una sonrisa maliciosa.

Reí también. —Relájate, ni tan bueno estoy.—respondí.

—Y te atreves a decir que soy la primera.— hizo una mueca de desagrado, a la que pude responder explotando en carcajadas.

—En realidad no.— me acerqué un poco más a ella y acariciando su mejilla volví hablar, —Solo mi madre ha venido acá, lo creas o no, es cierto, muñeca.— ella sonrió y asintió. —¿Te gusta el vino?

Cariño, esto no es amor [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora