CAPÍTULO 22

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NOVIEMBRE 2020
AINA

No me iba a rendir. Había estado tres semanas intentando contactar con él pero no era suficiente.

Tenía información suya gracias a Vinnie. Sabía que estaba realmente mal, sufría ataques de ansiedad constantes y no me parecía justo dejar de intentar ayudar. Por más que me ignorase o no quisiera saber nada de mí, iba a estar para él. No entendía del todo su cambio de actitud, pero no quería pedirle explicaciones ni agobiarlo de ninguna manera. Iba a demostrarle que podía confiar en mí.

Estaba terminando el trabajo que había empezado a hacer el día anterior. Había conseguido la información de manera rápida y sin ayuda de Cele.

Ella estuvo toda la tarde en casa de Vinnie ya que acababan de llegar de Milán. No quise ir para darle a Nils su espacio, aunque en algún momento íbamos a tener que encontrarnos y hablar. Me dirigí a la cocina para coger algo de merendar cuando sonó el timbre de la puerta. No esperaba a nadie así que mi aspecto era un poco desagradable.

Abrí la puerta y me sorprendí.

– Hola. - saludó Nils. Estaba diferente. Sus ojos no tenían el brillo que lo caracterizaban y no había rastro de la sonrisa que me hacía querer morir. Tenía las ojeras marcadas debajo de los ojos. Quise darle un abrazo, pero me contuve.

– Hola, pasa. - dije abriéndole la puerta del todo. Entró y se dirigió al sofá del salón, sentándose en él.

– ¿Quieres algo de beber? - pregunté

– No. Siéntate por favor – pidió. Hice caso y me senté a su lado dejando una pequeña distancia entre ambos.

– ¿Como estás?

– No puedo seguir contigo, Aina. - dijo ignorando mi pregunta. La verdad es que había sido absurda, se veía perfectamente como estaba. - Lo siento.

– No voy a dejarte solo en esto, Nils. - dije en voz baja. Me había preparado mentalmente para esta conversación, pero aún así dolía.

– No quiero que pierdas el tiempo conmigo.

– No eres ninguna pérdida de tiempo para mí. Voy a ayudarte en forma de novia, amiga o lo que tú quieras.

– No quiero tenerte de ninguna manera en mi vida Aina. - dijo mirándome a los ojos. - No quiero hacerte daño o que tu me lo hagas a mi. Es mejor que no tengamos ningún tipo de relación. Te mereces a alguien que te quiera.

– Me da igual cuanto me ignores o cuanto quieras echarme de tu vida. Voy a hacer lo que pueda por ti, directa o indirectamente. - dije mientras se me caía una lágrima por la mejilla.

– No esperes por mi. Lo siento – susurró. Me cogió una de las manos y me dio un beso en los nudillos.

Se levantó, se dirigió a la puerta y se fue.

No me había creído nada de lo que había dicho. Las expresiones no mienten. Ni las miradas. Las veces que había estado con el había notado la felicidad que desprendía. No podía mentirme diciéndome que no me quería en su vida de ninguna manera. Había podido ver el miedo reflejado en su rostro. No sabía a que se debía, pero tenía claro que no iba a quedarme de brazos cruzados. No me importaba lo que pudiese llegar a pensar de mí, si era una pesada o no. Solo iba a hacer lo posible para que confiase en mí de nuevo.

Me limpié las lágrimas que salían de mis ojos descontroladamente y fui a mi cuarto para intentar terminar de hacer el trabajo de una vez. Vi que me había llegado un correo electrónico nuevo. Lo leí y me alivié bastante.

Hace dos meses, debería haber empezado mi trabajo en la cafetería. Días antes de entrar, me escribieron diciendo que no les hacía falta por el momento pero que si cambiaban de opinión sería la primera a la que avisarían. Intenté buscar uno nuevo, pero no hubo suerte. Mis padres habían estado pasándome dinero para poder seguir aquí. El nuevo correo decía que habían solucionado uno de los problemas por los que no había podido entrar, y que si quería tenía un puesto pero a partir de enero.

Seguía teniendo mes y medio por delante de gastos, pero no era lo mismo que estar todo el curso dependiendo de mis padres. En cuanto pudiese, les iba a devolver hasta el último céntimo. Sabía que a ellos les costaba mantenerme fuera de casa y lo hacían por mi propia felicidad. Les debía la vida.

Le escribí un mensaje a Cele contándole la noticia. Ella si había empezado a trabajar para cuando tenía previsto, aunque solo habían podido ofrecerle trabajar dos días a la semana. Mejor era eso que nada, con algo de ayuda de sus padres y su pequeño sueldo, le daba para pagar la mitad de los gastos que teníamos a medias.

Me senté de nuevo en la silla del escritorio para terminar el trabajo cuando sonó el timbre de nuevo. Madre mía, no dejaban de interrumpirme.

Salí y abrí, sin encontrarme con nadie. Miré hacia los lados de la calle y nada. Iba a cerrar cuando vi un paquete en el suelo. Era una caja rectangular y ponía mi nombre. La cogí dudosa y entré de nuevo. Una vez que llegué a mi habitación, la abrí y me encontré con una nota escrita y una rosa negra.

<< No creas que me he olvidado de ti, muñeca. De Antoni. >>

Antoni solo podía ser una persona. No lo había vuelto a ver desde nuestro encuentro en el descanso de la Universidad. Casi se me había olvidado, pensé que solo había sido un juego y se había cansado. Pero eso demostraba todo lo contrario. ¿Como sabía donde vivía? ¿Acaso me había estado vigilando o persiguiendo?

Con las manos temblando, dejé y todo encima de la cama y fui al baño a vomitar. Se me puso mal cuerpo de inmediato y la cabeza me daba vueltas. No estaba preparada para más amenazas, y menos ahora que la única persona que sabía de esto se había ido de mi vida. No podía pedirle ayuda, no porque no me quisiera ayudar, estaba segura de que si, sino porque bastante tenía el con su problema.

No podía preocuparlo con más cosas. Pensé en contárselo a Cele o a Vinnie, pero tampoco quería molestarlos.

Puse la caja en una bolsa de basura y salí a tirarla contendedor que había al final de mi calle. No quería tener en mente nada que me hiciese daño, tenía aspectos de mi vida más importantes que arreglar y no iba a dejar que el miedo me dominase.

Igualmente, a partir de ahí iba a ir con mas cuidado y con precaución.

TENTACIÓN [+18]  [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora