Días de perro

411 23 6
                                    

Había olvidado lo mucho que odiaba el colegio, esos uniformes "fancy" y de mal gusto haciéndote usar una corbata, unos pantalones de lino y un saco con botoncitos al frente, un horror, también no olvidemos el receso, esa jungla llena de niños gritando los unos a los otros persiguiéndose como salvajes mientras babean, hacen muecas y chillan.

Ahí estaba yo, adolorido, sobando un poco mi cara en una banquita junto a una jardinera donde había un pequeño pino, de esos delgaditos que no soportarían al alguien si tratasen de subir en el, acompañado algunas flores amarillas, rojas y violetas, tratando de pasar lo mas desapercibido posible mientras abría con algo de dificultad mi pequeña lonchera de osos polares (no recordaba como se destapaba).

        ----------------------                                                             --------------------------   

Por la mañana, ese día.

El día había comenzado extraño, y lo es aun mas pues no me imaginaba volver al colegio que tantas malas como buenas experiencias me trajo consigo. De camino al colegio mamá insistió en dejarme personalmente, no me permitió usar el transporte que me lleva junto con muchos otros niños a la escuela (no lo recordaba), no, dudo que se tratara de un autobús, lo recordaría (por si tenias duda...... ¡espera! ¿con quien estoy hablando?).

Al aproximarnos al pequeño estacionamiento, pude notar a la persona encargada de agilizar el pequeño trafico ondeando un banderín con tonos naranjas y franjas blancas, a la vez que pitaba con un silbato super ruidoso a una fila de coches que uno a uno, frente a la entrada, abrían casi de manera cronométrica e hipnótica las puertas de los vehículos de donde descendían los niños quienes, apresurados, salían corriendo hacia la puerta despidiéndose ya sea con un grito o una seña de despedida hacia los papás.

Toco mi turno, y antes de poder hacer nada, mamá volteo directo hacia mi, me tomo de la nuca con su mano derecha y con un suave pero rápido movimiento beso mi frente acompañado de un - ten un buen día coco - la mire a los ojos y tratando de devolver el gesto, sonreí ligeramente - nos vemos - alcance a decir mientras descendía  lo mas rápido posible de aquella incomoda situación.

No se que era peor, no tener idea de absolutamente nada o lo confuso que eran las situaciones de afecto que recibía de parte de mamá, y era comprensible, aunque estaba atrapado en mi viejo yo, la realidad es que era ya un adulto, me resultaba extraño e incomprensible tratar de actuar o fingir ser un niño de nuevo. Llegue a la puerta y de nuevo se hizo presente la sensación de incertidumbre una vez mas, había omitido por completo tratar de averiguar o preguntar a mamá (con sutileza, claro), en donde tenia clases, quienes eran mis compañeros y peor aun, a que año pertenecía. 

Además de haber salido de casa con prisa, pues mamá se había tomado la molestia de no incomodarme apresurándome a quedar listo pronto, después de esa escena en la mañana, era normal, creo.  

Corrí al baño mas cercano entrando al primer sanitario disponible, tenia nauseas y mi corazón quería salirse de mi pecho para entrar en pánico conmigo (las situaciones sociales y demás, corrían sin dar tregua alguna por mi cabeza, pensando en absolutamente en todo, como se reirían de mi si me equivocaba de año, salón de clases, de no saber una pregunta, un  nombre, ¡decirle mamá a la maestra (o papá al maestro)!

- Brrrrrp, tranquilízate - me decía a mi mismo, sentado en esa taza de baño con la tapa abajo, mientras me daba palmaditas repetidamente en ambas mejillas con las dos manos- todo va salir bien - decía mientras movía de un lado a otro la correa de mi reloj, sudaba un poco, podía notar como me ruborizaba, quería volver a mi pequeño departamento o que de pronto la escuela se abriera en dos por una grieta enorme, producto de alguna excavación del pasado o un manto acuífero, lo que aconteciera primero, pero nada sucedió.  

Sueños de MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora