Incursión

146 13 9
                                    

Me desperté con el roce de unas suaves manos con olor a coco que me rodeaban de a poquito sobre las mejillas, no podía abrir del todo los ojos pues aun me pesaban, la iluminación del cuarto me molestaba, de manera automática quise tapar la fuente lumínica con mi mano extendiéndola tanto como mi brazo me lo permitía.

— mami aun es temprano, déjame dormir cinco minutos más — dije con una voz perezosa mientras me cubría de cuerpo completo nuevamente con el edredón de mi cama.

— No soy tu mamá bobo, además, tengo que cambiarte, te mojaste mientras dormías — alcance a oír del otro lado de mi cobija, francamente no le tome ni el mas mínimo interés a la conversación por lo que seguí con mi labor de quedarme dormido nuevamente. Me vi interrumpido por unas manos que me revolcaban hacia un costado de mi zona de descanso, bruscamente comenzaron a empujarme sin tregua, eso me molesto un poco, extendí mi brazo derecho y me descubrí la cara.

— Déjame en paz, trato de dormir, soñaba con perritos — era claramente una mentira, pero todo fuese por conseguir que mi acosadora dejara de perturbar la paz que estaba experimentando — no me interesa en absoluto si sueñas con mujeres en bikini, a mi solo me incumbe camabiar tu ropa — refunfuño — ahora bien ¿vas a cooperar? — hizo un gesto apuntandome con el dedo apuntando directamente hacia mi — o por el contrario tendremos que recurrir a la violencia desmedida.

— Has lo que quieras — volví a arroparme de cuerpo completo — no pudiste llegar en peor momento, luego me cambio — añadí bostezando taaaaan plácidamente que era inevitable notar que nadie ni nada me movería.

 — Ok, tu ganas — tendrá que ser por las malas — ni bien terminaba de escuchar esa frase comencé de inmediato a ser movido con brusquedad, zarandeado de un lado a otro, juro que en algún punto di una vuelta de 720 grados mientras estaba suspendido en el aire, pero no me consta, solo fue mi impresión, alarmado por la situación sin poder distinguir donde quedaba el suelo, me vi en ese instante parado de pies, me fue arrebatada de un solo movimiento mi coraza con la cual me había abrigado, fue entonces que sentí el olor a pipi que emanaba de la tela, ahora que mi vista dejaba de estar obstruida me encontré de cara con el peligro.

Una clara mirada llena de determinación y autoridad me desarmaba físicamente, como si el ambiente se hiciera sumamente pesado, cual medusa, quede petrificado justo ahí.

— ¿Que...que...que estas ha...haciendo? — dije tartamudeando por los recientes hechos — No es obvio, cambio a un bebé — dijo Vicky mientras con rapidez y precisión me despojaba de mi ropa mojada, dejándome únicamente en calzoncillos — Owwww que bonito, el bebé se vistió con sus calzoncitos de patitos — añadió poniendo énfasis en las palabras de tal forma que sonara humillante para mi — no...son de bebé — dije bajito tapándome la entrepierna, tratando de ocultar los dibujos que se asomaban por todo lo largo y ancho de mi ropa interior — no te sonrojes nene, todos a tu edad solemos tener accidentes (aunque sea mentira) así que no tengas pena ¿quieres? — me tomo de los brazos a la altura de mi pecho y me miro con cierta ternura mientras esbozaba una sonrisa gentil y cálida. Esto me conmociono porque hasta hace un momento solo podía leer en sus ojos y en su lenguaje corporal una palabra: MUERTE.

— Esta bien — dije mientras me sentía mas y mas vulnerable a medida que mi niñera continuaba con su labor, tenia un poco de frio, pero no estaba seguro de la razón.

— Muy bien, ahora veamos — mientras permanecía de pie frente a mi, inspecciono un poco la situación, barriéndome con la mirada de pies a cabeza — si, eso será lo mejor — atino a decir mientras aplastaba su puño derecho sobre su palma izquierda. Detrás de ella se encontraba mi armario, de uno de los cajones donde guardaba los pañales extrajo uno, sin titubear me pidió que la acompañara a la cama, yo por la confusión de momento y porque recordé esa mirada amenazante, hice complacientemente sin mencionar una sola palabra lo que me pidió.

Sueños de MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora