Triunfo

60 8 1
                                    

Podía notar la fiesta que estaban teniendo los maestros en la habitación contigua, se hallaban ya, cantando la canción de feliz cumpleaños, yo no podía dejar de mecer los pies de arriba abajo mientras aun permanecía un tanto ansioso en la silla que se encontraba en la antesala, fuera de la oficina de dirección. Por primera vez en mucho tiempo, mi pensar era claro.

La secretaria, la cual se encontraba viendo videos de gatos con frases motivadoras en su teléfono, fue interrumpida por el intercomunicador, me percate de inmediato, pues dio un pequeño salto, como ratón que es descubierto en alguna cocina y ahora teme por su vida, rápidamente dejo lo que se encontraba haciendo, para atender el pequeño aparato. La vi mover los labios y asintiendo positivamente en mas de una ocasión con algo de prisa, termino la breve intromisión y su atención de pronto se clavo en mi.

— El director te atenderá ahora — menciono una voz ronca, cambiando súbitamente su expresión facial, como si fuera algo deprimente dirigirse a mi, claro, eso comparando con como se comporto al atender la llamada del director.

Tome mi jugo, el cual me habían obsequiado apenas entrar en el edificio, me acomode la vestimenta, aclare la garganta y atravesé la glamorosa puerta de cristal de la habitación.

— Toma asiento, por favor — me hizo la indicación un hombre cerca de sus 50, con un elegante y pulcro saco de vestir, pantalones de mezclilla y unos horrendos zapatos que a mi parecer, parecían ortopédicos. Asentí con la cabeza y coloque mi trasero en uno de los dos sofás que tenia delante de mi.

El medito un poco sus palabras, pues, me observaba detenidamente, calculando cual seria la "ruta" mas optima por seguir. Finalmente, lo note convenció, entonces pronuncio:

— ¿Qué es lo mas importante por lo cual se rige esta institución? — pregunto abiertamente, yo lo único en lo que pensaba es que aquel estúpido, había optado por darme un sermón, el cual  no necesitaba, pensé que al verme como un niño, las cosas serian mas fáciles, unas palmaditas en la espalda, una pequeña nota para mis padres y quizá algún dulce. Era mas que evidente que no seria así.

— Los modales — dije en un tono despectivo, pavoneándome del acento "intelectual" que aquel vetusto pretendía dirigir hacia mi.

Estoy seguro que no esperaba la respuesta correcta, pues, pude notar como lo saque de personaje por unos segundos, recupero la postura y entonces menciono:

— Eso es correcto jovencito, los modales, un pilar fundamental en los cimientos de esta y muchas otras instituciones — hizo una pausa — veo que eres consciente del porque estas aquí, no daré mas rodeos entonces al asunto ¿Entendido? — asentí silenciosamente mientras sorbia mi jugo de naranja, estaba delicioso.

— Tu comportamiento errático en los baños es inaudito, inexplicable y lo peor de todo, manchas el nombre y prestigio de esta, tu casa de estudios, tu alma mater, quien da todo por y para tu crecimiento académico, no tolerare ningún revoltoso en mi escuela ¿comprendes? miles de padres nos confían a diario a sus hijos, no solo para salvaguardarlos de los peligros del exterior, sino también para moldear sus pequeños y aun en desarrollo cerebros ¡mentes! que esperan por ser participes de una importantísima fila en el magnifico rol de la adultez, es mi deber y responsabilidad, que estos futuros engranes, sirvan a la maquina del mañana, para así, hacer un amanecer mas brillante. — culmino posando su pie sobre la silla, alzando su puño un poco, como si el pensara que acabara de dar el discurso de su vida. Devolvió la vista hacia mi.

Con cara de indiferencia, termine de sorber el poco jugo que quedaba en el pequeño envase cuadrado, haciendo un poco de ruido al succionar de la pajilla — ¿Puedo irme? 

Hizo un gesto de molestia, supongo que esperaba mi aprobación y mis elogios ante ese "esplendido" discurso que para nada reciclo de alguna escena de pelicula. — No hemos terminado niño, aun queda discutir tu sanción por esta falta — me clavo la mirada, dio media  vuelta y se dirigió a un lugar grande lleno de archiveros, de entre todos ellos, poso su atención en un casillero en particular, busco un par de minutos, revolviendo entre todo lo de ahí dentro, hasta que se escucho un pequeño " ah ja", fue en ese momento en el que aquel ser ponía marcha nuevamente en mi dirección, mientras alcanzaba su asiento, ojeaba un poco el folder que extrajo previamente entre sus manos, alzando un poco la mirada para poder leer de manera adecuada el documento, una vez alcanzo el lugar donde se postraría, abrió una de sus gavetas de la cual saco un par de lentes, que a decir verdad, tenían un increíble aumento.

Sueños de MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora