Lunes

118 11 4
                                    


Me desperté de un sobresalto lleno de sudor empapado hasta el top de la pijama — ¡carajo! — atine a decir con la respiración completamente agitada mientras palpaba cada parte de mi ser rápidamente, esto para cerciorarme que estuviera completo, gire la cabeza en todas direcciones tanto como mi cuello me lo permitió, parecía que todo se había reducido a eso, no más que una aterradora y desalentadora pesadilla, pues pude reconocer mi apartamento de inmediato, todo parecía en su lugar, tan monótono como siempre,  busque con la vista en dirección a mi ventana, quizá eran pasadas las 11 a.m. pues el sol ya no se filtraba al completo y me pegaba justo en la cara. Aunque la luz parecía un poco extraña.

De inmediato busque mi par de pantuflas, torpemente las coloque una a una, me levante aun con algo de confusión y me dirigí hacia mi cafetera la cual se encontraba al extremo izquierdo en la barra de mi cocina, sin titubeos y casi de manera automática, la puse en modo semi-expresso-descremado, mientras el increíble aparato hacia su labor, ya un poco mas calmado, comencé a buscar algo para preparar de desayunar dentro de mi alacena y cajones aledaños, no pude encontrar nada mas que harina para hot cakes y unas cuantas cajas de arándanos deshidratados — supongo que tendré que hacer el super — mencione en voz alta a medida que extraía con ambas manos el tazón para preparar un "desayuno completo".

La comida fue realmente buena, aunque no se si solo trato de convencerme, pues últimamente todo sabe a lo mismo ¿Cuándo fue que perdí el sentido del gusto? 

Cambiándome la ropa note algo gracioso, y es que no era capaz de distinguir el exterior desde las ventanas de mi habitación, es mas, no se escuchaban coches o sonidos de una mañana con ajetreo vial o de personas, sumamente raro, pensé, pero no le di mucha importancia.

Dando los últimos retoques a mi pequeño fleco el cual se negaba a ceder en mi incomprensible  áspero cabello quebrado y, acomodando mi bufanda a un costado dándole vuelta sobre mi cuello, tome las llaves y procedí a salir, girando rápidamente la perilla de la puerta para que esta no cediera y estrellando mi cara contra la dura madera blanca.

— Pero que...... — dije a medida que me sobaba la frente con mi mano izquierda.

Lo intente varias veces mas, ninguna sin éxito, simplemente la puerta no abría, intente patearla, empujarla, todo sin avances, lo mismo, un golpe seco era lo único que se producía, mi cuerpo impactando contra ella, los puños, los hombros, la cabeza, lejos de mi constante obstinación, me plantee usar mi cerebro una vez pasado mi pequeño berrinche.

De inmediato tome mi celular el cual extraje de uno de los bolsos de mi abrigo, por increíble que parezca no había sido necesario hasta ahora, rápidamente busque dentro de mis contactos el numero de mi arrendatario, el cual vivía en el piso de abajo; Pero nada, marque dos, tres, cinco veces, todo sin éxito.

Mi desesperación solo iba en aumento, y las opciones se me terminaban, al ingresar a mi buscador de internet en mi teléfono note que no había señal, demasiado conveniente diría yo, constate con mi laptop si la falla era de mi modem el cual parpadeaba con naturalidad, lo mismo, no tenia acceso de ningún tipo.

Abrumado y casi derrotado, tratando de calmar lo ánimos me deje caer sobre la cama, me limite a enfocar mis ultimas fuerzas de cordura en pensar en una solución, podía construir un ariete casero y tratar de tumbar la puerta por las fuerzas, no, demasiado ruido y desastre, quizá si buscaba en mi armario donde están las herramientas podría quitar de una en una las bisagras, demasiado tedioso, pero bueno, hay que intentarlo.

Busque y busque por todas partes, debajo de los arreglos navideños, justo a un costado de la decoración de halloween, pasando por los álbumes familiares, atravesando los trofeos de beisbol para terminar en cajas de muchas cosas que por el momento no tendrían relevancia, varios años y el polvo habían azotado y tratado mal a las cajas, tanto que tan pronto como termine de examinar una, esta, debido a su deterioro termino venciendo uno de sus costados lo cual provoco que todo el contenido de ella se desparramara como cuando partes un pastel tibio de chocolate por la mitad o por uno de sus extremos.

Sueños de MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora