Cambios Pt.1

266 16 6
                                    

Nada como una ducha, pensé, a medida que salía de ahí y me acomodaba la toalla sobre la cintura, mi pijama había quedado encima de la cama junto con el resto de mi ropa, no me apresure, era un momento que realmente estaba disfrutando, mi andar era lento pero increíblemente terapéutico, después de lo sucedido, creo que al menos me había ganado un momento de paz.

Llegue hasta la ubicación de todas mis prendas, las cuales fui colocando sobre mi cuerpecito una a una hasta quedar completamente vestido, busque mis pantuflas debajo de la cama pero al final las encontré apiladas dentro de mi armario, seguro mamá las había guardado ahí.

Revise que todo quedara impecable, pues no me gustaba el desorden, ni ahora ni nunca. Di media vuelta habiendo comprobado todo, abrí la puerta un poco despacio, la cual rechino tan fuerte que se escucho por toda la casa (estoy exagerando, pero enserio que fue un ruido muy sonoro), baje algo nervioso hacia la sala en busca de mamá, no quería verme de frente con ella, mi objetivo, un aperitivo, algo que comer en la cocina, como un ninja, me escabullí por entre el sofá y un pequeño mueble que se juntaba a la par con un extremo de los respaldos, agachado me deslice hasta una de las esquinas que conectaban con la pared de la cocina, casi estaba ahí, ya podía oler y casi saborear el maní en el pan, la miel sobre el cereal, la leche combinada con el chocolate en polvo, cuando sin previo aviso, una mano tomo mi hombro izquierdo a la vez que veía de reojo con mi mirada casi asomándome, hacia la cocina.

- ¿¡Que haces!? - dijo una voz en tono de sorpresa, haciendo que diera un pequeño salto y dando un pequeño grito no tan marcado, ni ruidoso.

Inmediatamente voltee a ver a mi atacante, no era mas ni menos que una jovencita de quizá unos 17 o 18 años con el pelo hasta la mitad del cuello, con un par de auriculares de cable colgando de su sudadera la cual tenia un logo impreso de una pequeña flor junto con otros arreglos en tonos verdosos y azules, un pantalón de mezclilla algo desgastado con un par de pines sujetos a los bolsillos, tenia varias pulseras en ambas manos y no pude reconocer si una de ellas era una liga para cabello o un trozo de caucho, en fin, no la reconocí de inmediato, mis gestos me delataron pues ella rápidamente me dijo que me tranquilizara.

- Sam, tranquilo, soy yo, Vicky, Victoria, Vi - no respondí, trataba de hacer memoria, pero en mi rostro solo se marcaba una absoluta muestra de desconocimiento e incredulidad hacia la desconocida.

- La niñera, ¡dahhh!, Victoria, quien te ha cuidado desde los 7 ¿no te suena? - respondió en tono burlón como dando a entender que presentarse conmigo no tenia sentido alguno - bueno ¿a ti que te pasa? - me cuestiono mientras se acercaba a mi con su mano alzada, buscando mi frente - noop, no es fiebre...emmmmmm... Sam me estas asustando un poco ¿me tengo que preocupar?¿o solo estas tratando de ser gracioso?

- Ehhhm si, Victoria, hola, je - atine a decir - ¿Qué haces aquí? - remate.

- Vaya señorito, de todos los niños que cuido tu eres el mas extraño Sam ¿ya te lo había dicho? - dijo seguido de una risa, que sentí forzaba aquí entre nos. 

- ¿Olvidaste que esta semana estaré contigo? Tu mamá ira con tu papá a su retiro al otro extremo del pais, hablamos de esto el anterior fin de semana, tu estabas un poco nervioso porque nunca te habían dejado tanto tiempo solo, puse las caricaturas y me quede contigo, algo infantiles, por cierto, hasta que te calmaste y te dije que haríamos cosas muy cool, ¡oye! no debería decir esto cuando ambos lo sabemos, parezco boba explicando cosas obvias a un niño, menos mal que no hay nadie por aquí; por cierto - se acerco a mi susurrándome al oído- si los conseguí - exclamo en tono muy bajito, sacando de una de sus bolsas del pantalón un pequeño saquito un tanto grande con un aroma super grandioso a frutas.

- ¿Drogas? - respondí 

- ¡Siiii!.... ¡Nooooo! - dijo rectificando su respuesta de inmediato - son las gomitas de frutas que te dije que mi novio trae de Japón (todos sabemos que Japón hace muy buenos dulces) ¡dahhh! ¿Por que le daría drogas  a un bebé? -  volviéndose a reír de una manera muy cínica. Yo por mi parte, cambie mi semblante por completo, no me pareció gracioso ni un poco (y menos  atravesando... bueno, ya sabes)

Sueños de MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora