𝑭𝒐𝒓𝒃𝒊𝒅𝒅𝒆𝒏© • [𝒀𝒊𝒁𝒉𝒂𝒏]

Prólogo

Wang Yibo era consciente de lo incorrecto de sus acciones, sin embargo, a estas alturas era lo que menos le importaba, solo quería saciar aquella lujuria y deseo calcinante e incontrolable de cogerse a su hijo, que desde hace un tiempo se adueñó de sus pensamientos sin su consentimiento, hasta volverlo loco y rendirlo a sus pies.

—¡Aah!...más, más, no te detengas.

Los gemidos junto al sonido de los cuerpos impactando uno contra el otro resonaban por toda la habitación.

—Asfíxiame bebé —se adentraba en él cada vez más rápido y profundo.

—Lléname de ti —deliraba a nada del éxtasis.

Yibo embistió desenfrenadamente llevando a Zhan a la eyaculación. Debido a su reciente orgasmo el azabache se contrajo asfixiando aquel miembro en su interior, causando que liberara su esperma dentro de él. Con sus respiraciones erráticas se dejaron caer en le cama.

—Estuvo exquisito papi —besó los labios del mayor con cierto temblor debido a los espasmos que aun recorrían su cuerpo.

—¿Sabes lo mucho que me excitas? —lo tomó posesivamente de la cintura y lo acercó más.

El azabache aprovechó aquel impulso para subirse a horcajadas encima del castaño.

—Quiero...no, necesito más —suplicó a la par que se frotaba contra el miembro semi erecto de Yibo.

—Joder —gruñó al sentir una oleada de placer inundarlo. Su miembro volvía a reaccionar.

Volteó a Zhan y lo estampó boca abajo contra la cama, dejando expuesto su trasero. Le abrió las piernas para darse paso y visualizó aquella entrada que se contraía anhelante de ser profanada.

—¿Esto es lo que quieres? —cuestionó con voz ronca a la vez que jugaba con la cavidad del menor metiendo y sacando la punta de su pene.

—Por favor —rogó mientras alzaba levemente su cabeza dejando ver al castaño como lamía y chupaba sus propios dedos.

Ese tono suplicante y lastimero fue incentivo más que suficiente para que Yibo se excitara completamente, sintió cada parte de su cuerpo arder, sus sentidos nublarse y su miembro palpitar. Arremetió sin piedad una y otra vez hasta el punto en que las piernas de Zhan comenzaron a estremecerse, este último para aumentar el placer se masturbó, sin embargo, en una embestida certera Yibo le dio en su punto dulce haciéndolo desfallecer sin dejarle otra opción que aferrarse a las sábanas.

—¡Mmg!...¡Sí! ¡AHÍ PAPI, AHÍ!