Capítulo 12

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Maia se tomó un par de días más de descanso y luego volvió a trabajar, por lo que pasaba la mayor parte del día fuera de la casa. La pareja aprovechaba ese tiempo para salir, comer juntos o simplemente estar de cariñosos en casa. Obviamente también lo usaban para ejecutar sus actos pecaminosos, de hecho, la pelinegra casi los encuentra tenido sexo tres veces. Les fue una experiencia muy excitante.

La mayoría de veces Yibo no dormía con Maia, solía escurrirse en medio de la noche para ir a la cama de Zhan. En una ocasión ella se dio cuenta de que el castaño salió de la habitación, no supo que iba donde su hijo, pero la sensación de que la estaba engañando se presentó en su pecho. Trató de ignorarlo, sin embargo, Yibo se iba volviendo casa vez más frío con ella. Zhan también aportó lo suyo, no era tonto, pudo ver que ella sospechaba de algo. Empezó a insinuarle cosas y a tirarle algunas indirectas de que Yibo estaba con él, pero Maia nunca captó.

Y un día simplemente todo explotó.

Maia al llegar a su trabajo no encontraba unos documentos que ella estaba segura de que había metido a su bolso por lo que volvió a casa por ellos. Al entrar escuchó gemidos que provenían de la sala, creyó que había escuchado mal y caminó hacia allá, cada que se acercaba un poco más confirmaba que definitivamente eran gemidos y la tomó de sorpresa. De primera instancia pensó que Zhan estaba con Ziyi y prefirió irse, entendía que su hijo llegaría a esta etapa. Estaba por darse la vuelta cuando escuchó un gruñido que claramente provenía de un hombre, pero era demasiado grave como para que fuera de Zhan y se detuvo en seco.

—¿Yibo? —susurró.

Reconocería esa voz donde fuera. Su cara perdió color.

¿Yibo estaba con Zhan? No pudo siquiera imaginarlo.

No se dio cuenta en qué momento había ingresado a la sala, solo podía visualizar a su esposo y a su hijo teniendo sexo en el sofá.

—¡Ah! ¡Dame más papi! —saltaba encima de Yibo.

—Bebé, apriétame como me gusta —su voz se oía más ronca de lo normal y a oídos de Zhan se escuchó tan sexy.

Ninguno de ellos se había percatado de que una tercera persona presenciaba todo mientras las lágrimas caían de sus ojos, hasta que el menor subió la mirada.

No se inmutó en lo más mínimo, le sonrió burlón.

Maia no podía moverse, no quería ver más, pero su cuerpo no reaccionaba. Zhan empezó a saltar cada vez más rápido hasta que Yibo soltó un gruñido y eyaculó dentro de él.

—Ya entiendo por qué te gustaba tanto —se reía a carcajadas.

Yibo no entendió a que se refería y volteó a donde él estaba mirando. Pudo ver a su esposa hecha un mar de lágrimas. Ella esperaba que el castaño le dijera que era un error, pero eso no sucedió.

—¿Te gusta lo que ves? Porque a mí me encanta —miró a Zhan, lo tomó del mentón y lo besó.

—Yi-Yibo...¿cómo puedes?... ¡ES TU HIJO! ¡ERES UN DEPRAVADO!

La ignoró, siguió en lo suyo.

—¡Wang Yibo!

—Esta perra no se calla nunca —el menor cortó el beso y chasqueó la lengua. Se levantó y se arrodilló frente a Yibo para darle sexo oral.

—Sabes lo que me gusta —agarró el cabello de Zhan un tanto brusco.

Maia estaba furiosa. La estaban ignorando completamente.

—¡Wang Yibo! ¡Eres un asqueroso depravado! ¡¿Como puedes?!

—Mas bien, ¿cómo tú te atreves a verme la cara? ¡¿No te da vergüenza?! ¡¿No tienes cargo de conciencia?! —gritó furioso a la vez que giraba su cabeza para verla.

𝑭𝒐𝒓𝒃𝒊𝒅𝒅𝒆𝒏© • [𝒀𝒊𝒁𝒉𝒂𝒏] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora