¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Astrid se bajó de su coche mientras miraba el edificio donde se encontraba su apartamento. Miró fijamente hacia la entrada mientras su corazón empezaba a acelerarse, para a continuación cerrar sus manos en un puño, provocando que sus uñas, como mujer lobo, se clavadas en las palmas de sus manos. Sin pensar mucho más en todo ello, soltó un suspiró y se dirigió al interior de su casa, provocando que en su ser se instaurase un viejo sentimiento que creía olvidado, aquel sentimiento que creía que tras la muerte de sus padres jamás volvería a sentir, pero ¡que irónico! Incluso las criaturas que eran inmortales, eventualmente, daban con la forma de encontrar la muerte.
—Siento mucho lo que ocurrió.— Comentó Stefan abrazando a Astrid, la cual le devolvió el abrazo junto a una sonrisa de agradecimiento. —Y creo que te debo una disculpa respecto a las veces que apague mi humanidad.— Añadió al comprender que la forma en la que él se había sentido, era igual a como debían de haberse sentido, alguna vez, Lexi y Astrid.
—Entendí por qué lo hiciste.— Admitió la vampira sabiendo que ella ya no era quien para juzgar respecto a que alguien apagará su humanidad. —El inconveniente de ser vampiro sobre las emociones, e incluso habiendo vivido mil años, es que no siempre se cree que tengas todo controlado.— Sonrió de lado.
—Bonnie nos dijo que tu hermano encontró la solución para ayudarte.— Comentó sabiendo que él debía de haber estado allí, como todas las veces que Astrid había estado cuando él se perdía.
—De hecho quien me ayudó a recuperarla fue Eliana, mi madre sigue guardando muchos secretos incluso estando muerta. Pero se lo debo todo a ellos.— Alegó la vampira sabiendo que sino hubiera sido por todos, tal vez en aquellos momentos seguiría sin humanidad, buscando la forma de hacer que aquel insufrible dolor y castigo que la imponían desapareciera.
—Me alegro de que este todo bien.— Sonrió el menor de los Salvatore, él sabía que Astrid era mucho más fuerte de lo que a veces aparentaba, pero aunque fuera muy fuerte, también la afectaban algunos sucesos, por muy inmortales que fueran, siempre conservaban detalles de cuando eran humanos, a fin de cuentas en algún momento de sus vidas lo fueron. —Por cierto, Caroline esta buscando ayuda para organizar Miss Mystic Falls, la he dicho que contará contigo, no tuviste la oportunidad de organizarlo el año después de ganar.— Añadió haciendo que Astrid le mirase sorprendida.
—Dios.— Murmuró mientras se tapaba la cara con las manos avergonzada, seguía sin creerse que Stefan y Lexi la convencieran para hacer algo así. —¿Me lo vas a seguir recordando?— Preguntó mientras mostraba como sus mejillas se habían vuelto de color rojizo al recordar aquello.
—Hasta que alguien me clave una estaca o me arranquen el corazón.— Garantizó el vampiro riéndose.
—Me vengare de ti alguna vez, Stefan. Pero dila a Caroline que estaré encantada de ayudarla, algo habré aprendido tras organizar tantos bailes y fiestas.— Añadió para después despedirse del vampiro y dirigirse a su apartamento, aunque estaba algo incómoda por ir sola, su hermano había decidido irse, y ella lo prefería, debía de vivir su vida y no preocuparse por lo que la había pasado a Eliana o lo que ella había hecho.
