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—Este siglo sigue siendo muy raro.— Comentó Rebekah mientras Astrid la maquillaba para el baile que tendría lugar aquella misma noche.
—¿Lo dices por el maquillaje?— Preguntó Astrid confundida.
—Por todo en realidad.— Admitió la vampira mientras soltaba un suspiró.
—Bueno, si te consuela no eres a la primera a la que preparo para una fiesta.— La tranquilizó mientras su expresión se entristecia.
—¿Lo hacías con Lexi?— Preguntó Rebekah sabiendo que la híbrida había vuelto a ver a su amiga aquella vez que los fantasmas invadieron Mystic Falls.
—Era la forma en la que nos entreteniamos cuando Stefan estaba en rehabilitación.— Sonrió mientras recordaba la de tardes que malgastaron haciendo cosas tan mundanas, pero esas cosas eran las que las hacían sentir que una parte de ellas no había llegado a morir.
—Tuviste que practicar mucho.— Puntualizó Rebekah haciendo reír a Astrid.
—Merecía la pena perder ese tiempo.— Garantizó Astrid mientras terminaba de preparar a Rebekah. —Voilà. ¿Qué te parece?— La preguntó mientras la dejaba un espejo para que se mirase.
—Vaya, es increíble.— Sonrió la vampira impresionada. —Gracias.— Añadió para después abrazarla.
—¿Segura que quieres prepararte tan pronto? Aún queda mucho para el baile.— Comentó Astrid confundida, ya que aún quedaban horas hasta que anocheciera.
—Quiero que todo salga a la perfección.— Aclaró Rebekah mientras se ponía de pies. —Tengo que irme a por el vestido.— Añadió haciendo que Astrid la mirase preocupada, sobretodo por la gran revelación sobre el verdadero origen de la muerte de Esther.
—¿Esta todo bien?— Preguntó Astrid preocupada, ya que sabía lo mal que Rebekah lo estaba pasando.
—Sí, ¿por qué no iba a estarlo?— Alegó la vampira haciendo que Astrid la mirase con obviedad, ya que era evidente que ocurría algo. El problema es que no era por los motivos que la híbrida creía, sino que se trataba del hecho de que Rebekah sabia que aquella misma noche Klaus moriría, y aunque sabía que Astrid quería verle muerto, sabía que muy en el fondo, ninguna de las dos quería que le pasara algo malo.
—No se, estas rara.— Comentó Astrid, mostrando a Rebekah que la conocía demasiado bien como para mentira. —Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?— La preguntó mientras la miraba esperando que se sincerase con ella, aunque era lógico que no lo hiciera tras todo el tiempo que había pasado y todo lo que había ocurrido.
—Por supuesto, tu y Eliana habéis sido lo más parecido a unas hermanas que he tenido. Así que se que cuento con ambas, aunque ella esté en un ataúd.— Alegó Rebekah mientras Astrid desviaba su mirada. —No pierdas la esperanza, todos terminan saliendo.— La tranquilizó la Original sabiendo que Astrid, cada día, perdía la esperanza de volver a estar con sus hermanos.
