Capítulo 4

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— ¡Algún hecho digno de su mención teniente Hesse! — la voz de mi comandante debería asustarme, es grave y fuerte, sin embargo, no lo hace.

— ¡No mi comandante! ¡ningún hecho digno de su mención! — a excepción de esos dos jóvenes judíos que no paraban de reírse, mi deber era llevárselos a mi teniente, pero no pude, no soy judío, pero tampoco creo en la ideología de nuestro mandatario, qué hago en el ejército nazi entonces, ni yo estoy seguro, o tal vez sí, ya que, si no sirvo a mi país, me matan.

— ¡Bien, puede retirarse teniente Hesse Jack!

— ¡Sí, mi comandante!

Me encontraba en una sala de la casa de mi comandante, era un lugar amplio, tanto que cabrían una cincuenta o sesenta personas cómodamente. Sólo porque el comandante gana mucho en el puesto en que está, puede pagar por vivir en lugares así de lujosos.

La sala estaba muy bien amueblada, lo digo porque se veían muy costosos, ni hablar de las lámparas que más adornaban que iluminaban, puesto que de las 10 que había, debían prenderse todas para una mejor visión. Me fijé también en el estante de licores que él tiene. Honestamente no suelo beber, pero hoy andaba más distraído que días anteriores, más si no me llamaba la atención lo que sea de que se estuviera hablando. Había más o menos unos diez cadetes más, contándome, estábamos, o más bien ellos, ya que no participé mucho en la conversación y nada más respondía a lo que me preguntaban. Aún así, por lo que pude captar a medias, se estaba discutiendo sobre que el tratado que Alemania firmó cuando fuimos derrotados en La Gran Guerra, estaba a un paso de romperse y que la consecuencia de ello sería el inicio de un nuevo conflicto. ¿Otra guerra más, una Segunda Guerra Mundial? Pienso en eso mientras me retiro de la sala, estoy cruzando un pasillo muy largo, las paredes están pintadas de un amarillo bastante opaco y horrible. Creo que el comandante también piensa igual, porque cubre la pintura con cuadros grandes y anchos de personas que tal vez son sus familiares, antepasados y uno que otro paisaje de campo, o cuadros con la ciudad Berlín, entre muchos otros más. No sé por qué, pero creo que esta próxima guerra que se avecina habrá más muertes inocentes, que será más sangrienta, más cruel. Cualquier guerra, sea cual sea, participe quien participe, simplemente es lo más brutal que puede haber para matar a la gente.

Estaba vagando en mi mente con pensamientos absurdos, por ejemplo, el hecho de que al parecer cumplo con las características que pide Hitler. Soy alto, rubio, blanco, no soy judío y estoy sirviendo a mi país como debe ser. Soy el vivo ejemplo de una "raza pura", sin embargo, no estoy a su favor, si pudiera cambiar de vida con algún judío, lo haría. Salvaría sólo una vida de las muchas que existen, pero no dudaría en hacerlo. A veces me pregunto, porqué no intentan salvarse, por qué simplemente no niegan que son judíos, aunque sé que suena estúpido, ellos tienen que ser tan fieles a su religión y creencias como cualquier otra persona con otra religión. Yo también soy fiel y no sería capaz de negar mi religión y mucho menos a Dios. Ellos son iguales. Y los admiro por eso, por ser firme, pase lo que pase ellos seguirán creyendo, continuarán luchando por sus derechos, por ser aceptados, por todo lo que sea posible hacer. Aun así, me pregunto cómo lo harán, cómo resistirán a todo esto.

Eso, me hizo pensar a la vez en la chica que vi hoy. Me alegra pensar que estuve solo, sin nadie patrullando las calles conmigo, de lo contrario la suerte de esa joven y de su acompañante, habría sido distinta. Qué edad tendrá, como unos 16 o 17. Le gano como por 7 o 6 años, quizás. En fin, sólo espero que sea más prudente la próxima vez, porque dudo que corra la misma suerte que hoy. Sé que no la conozco en absoluto, pero presiento que es de esas personas que sólo saben ser imprudentes, que no cierran la boca sin importarles el riesgo que corren. Esa actitud pudo haberle servido en otra vida, pero en la que le tocó en esta ocasión puede ponerla en situaciones de mucho peligro.


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