Capítulo 13

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Gran parte de mi trayecto a casa aquel acontecimiento no se alejaba de mi mente, aquella chica debió haber tenido mi edad o incluso menos, tenía toda una vida, pero que fue arrebatada por un maldito sádico, ya sé que fue un suicidio, aún así el único culpable fue mi padrastro y lo peor es que nunca tendrá el más mínimo remordimiento. Empecé a creer que si de algo pudo haberse arrepentido habría sido el hecho de que no fue él quien la mató, al menos no directamente. Aquel pensamiento me horrorizaba, sin duda alguna la humanidad se estaba pudriendo por personas como él que les parecía divertido ocasionarle sufrimiento y dolor a otras personas. Por suerte mi padre no fue así, agradezco mucho el hecho de que no actuara de manera cruel con la gente, todo lo contrario, él era demasiado amable incluso con quienes no se merecían ni la más mínima cortesía. Puede que mi padre hubiese estado en contra de todo esto y de haber sido así, qué es lo que habría hecho ¿Acaso hubiera podido negarse u objetar ante aquella ideología? Honestamente sí, nadie nos detenía para pensar distinto, el problema era que si no estabas de acuerdo con ellos, la única solución era matarte. Haber elegido la vida, pero haber tenido que cometer horribles actos en contra de tu voluntad o haber sido fiel a tus ideales y principios, lo que conllevaría a una muerte inmediata.

Sabía que, si regresaba al departamento, aquella imagen iba a continuar, por esa razón decidí desviarme del camino y tratar de distraerme caminando por sectores que no estaba acostumbrado a transitar. Sin darme cuenta, aquel lugar en el que me encontraba se me hacía muy familiar, en el momento en que volví a encontrarme con esa chica llamada ¿Juliet? fue cuando logré reconocer donde estaba. Habrá sido a propósito o no lo de andar por aquel lugar, pero hablar con ella borró sólo por un momento lo que había sucedido tiempo atrás. No creí que iba a verla de nuevo, pero así fue, la primera vez que nos encontramos me pareció bastante agradable y aquel segundo encuentro me hizo darme cuenta que me gustan las personas con ese tipo de personalidad, alguien llena de vida, valiente e incluso divertida. Se le notaba muy joven, no más de quince o dieciséis años, era lógico que actuara así, aún no se le pasaba por la cabeza lo difícil que podía llegar a ser la vida y más estando en su situación. Me gustaría pensar que nada malo le va a ocurrir, nada tan traumático como para que borre esa sonrisa de su rostro o que la haga cambiar de manera drástica. Desear algo así era imposible, sólo espero que no tenga que sufrir demasiado.

Mi nuevo objetivo fue borrarla a ella de mi mente, me sentí muy agradecido de que me hubiera alegrado en aquel momento en que nos vimos de nuevo, pero no debería dejar que ocupe la mayor parte de mis pensamientos, aquello, además de incorrecto era muy peligroso. Sólo me quedaba una opción y ésta era tratar de evitarla para que de ese modo nadie sospeche o se entere que he intercambiado palabras con aquella chica, tanto por su seguridad como la mía.


Estoy de tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora