Era la 1:56 de la madrugada y debía darme prisa. Me alegró saber que aún seguía con mi ropa puesta, puesto de que en caso de que hiciera algún ruido que produjera que mi madre despertase, podría decirle que volví a quedarme dormida con la ropa puesta y que bajé al baño.
Bajé de mi cama lo más rápido que pude, caminé en puntitas hasta llegar a la puerta de mi habitación, me di cuenta que no había sacado el violín de la almohada, así que rápidamente revisé si le había pasado algo. Me molestó haberlo olvidado, con lo difícil que es andar por la habitación sin que el piso cruja, me di el "lujo" de no haberlo sacado a la primera. Guardé el violín en mi abrigo e hice el mismo procedimiento de caminar despacio hasta que logré llegar a la puerta de mi habitación. Una vez la abrí, salí de ella y caminé escaleras abajo. Estuve a punto de cantar victoria por haber completado la primera fase de mi misión, pero aquel festejo fue interrumpido con el llamado de mi madre.
— ¿Qué haces hija, pensé que querías descansar luego que tu padre y yo te dejáramos en tu habitación?
— Y es cierto mamá — la mentira debía comenzar, a pesar del hecho que me sentía mal por tener que mentirle, pero no había otra salida —. Es sólo que quería ir al baño antes de irme a dormir.
— Bien te espero, de hecho, yo también quería ir.
Aquella fue la respuesta que menos quería oír, no tenía nada planeado para decirle, por lo que sólo me quedaba improvisar lo que fuera.
— Está bien mamá, pero si quieres ve tu primero, también iba por un vaso con agua.
— Muy bien hija, ahora espérame tú a mí — me dedicó una sonrisa que tuve que responder igual.
Mientras mi mamá estaba en el baño y yo tomaba un vaso de agua que no quería, me puse a pensar sobre si este plan B iba a resultar mejor que el plan A, esta vez sólo debía esperar para poder ver cómo terminaría todo.
Mi mamá finalmente salió.
— Bien hija el baño es todo tuyo, ¿quieres que te espere para subir juntas?
— No mamá, no te preocupes – tuve que decirle inmediatamente, claro ella se sorprendió del tono en que le respondí.
— Bueno, no te alteres, lo decía porque me da miedo que tengas que subir con una vela, qué tal si se te cae e incendias la casa.
— Mamá sé cómo subir las escaleras con una vela, he ido al baño a estas horas antes, además no creo que la necesite, la noche está muy clara por la luna llena.
Y era cierto, veía con claridad la cara de mi madre con o sin vela, de hecho, a mi habitación le llegaba la luz de la luna dejándola bastante clara. Que lindo pensar que estaré así con Klein en unos momentos, qué romántico.
— Cómo quieras — lo dijo suspirando —. Pero cuidado, no te vayas a quedar dormida en el baño.
No pudimos evitar reírnos. Lo más bajo posible.
— Está bien mamá — apenas lo dije entré al baño con la vela en mano. Tampoco es que no tuviéramos luz eléctrica, pero, desgraciadamente eso también está prohibido a estas horas.
La escuché subir las escaleras. No me consideraba una persona inteligente, sin embargo, ni el más idiota saldría del baño una vez que su madre acababa de subir. Para hacer que el plan funcionara, me quedé unos diez largos minutos. Esperaba que Klein quisiera esperarme el tiempo que me fuera necesario, después de todo tenía que comprender todo el trabajo que me costó hacer todo esto y que, a diferencia de él, no puedo salir a cualquier hora, no tenía tal libertad.
Mientras dejaba pasar los minutos, miré mi reflejo en el espejo con la vela en mano para así poder observarme con detenimiento. Honestamente, nunca me sentí especial en nada, siempre me comparé con otras chicas de mi edad y sentía que eran mucho más hermosas que yo, además me quedaba más claro cuando los chicos sólo se les declaraban a mis amigas y a mí nadie si quiera me regaló una tarjeta de San Valentín por mero compromiso o al menos para desearme feliz cumpleaños. Creo que esa fue la razón de que me sorprendiera tanto la declaración de Klein, fue tan repentina, si hubiese habido más personas alrededor, le habría preguntado si realmente me estaba hablando a mí o si se había confundido con alguien más. Me alegró mucho cuando me dijo lo que sentía, por otro lado, me entristeció que mi poca autoestima me hiciera preguntarme qué vio Klein en mí, porqué le llamé tanto la atención o qué tan bajos estarán sus estándares para fijarse en alguien como yo. Antes de que las lágrimas comenzaran a caer por mis mejillas, borré todo sentimiento de inseguridad, normalmente no era así cuando niña, creo que con todo lo que, pasado por ser judía, empecé a creerme todo lo que los demás dicen de nosotros, aun cuando no sea verdad. Qué podía esperar, he tenido que escuchar lo mismo todos los días y al final nadie es tan fuerte de mente como para aguantar tanto.
Quise cambiar mi estado anímico, por lo que me puse a hacer gestos graciosos con mi cara. Agrandaba mis mejillas, trataba de tocar mi nariz con la lengua, trataba de imitar la cara de los peces. Aquel último gesto casi me hace reír fuerte, tanto que tuve que taparme la boca para que nadie me escuchara. Me veía cómicamente horrible, aunque hacer aquello me ayudó para hacer que el tiempo volara y haber dejado pasar los diez minutos.
Llegó el momento de salir del baño, no fue para nada difícil, puesto que sólo tuve que apagar la vela, doblar a la izquierda hasta llegar a un pequeño pasillo donde se encontraba la puerta que daba a la calle. Lo hice sin ningún inconveniente, ya me quedaba el riesgo mayor, el cual era salir a la calle en toque de queda, con militares vigilando las calles en busca de gente que no respete las reglas. Aquello no me importó, se me hizo emocionante correr un peligro de ese estilo con el propósito de ir al encuentro de mi primer amor.
Klein, allá voy.
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Estoy de tu Lado
RomanceAlemania. Cuando se aproximaba una segunda gran guerra, la joven judía, Juliet, debe experimentar la discriminación por su religión, mientras que el soldado Jack Hess, disfruta de su nuevo cargo como comandante del ejército Nazi. Sin siquiera presen...