(Narra Juliet)
Entré a mi casa muy lentamente, caminé por el pasillo y vi el reloj de pared que está en la sala de estar. No puedo creerlo ¡son las cinco y cuarto! Mi cálculo no acertó, en verdad que pensé que era más temprano, pero no. Hice un esfuerzo para subir cuidadosamente hasta mi habitación, al menos tenía la coartada perfecta si mi madre me veía subir a estas horas. Al menos no despertó y pude dar por hecho que este fue mi día de muy buena suerte, más de lo que pude haber esperado.
Llegué a mi dormitorio y cerré muy despacio la puerta. Una vez cerrada, mi alma regresó a mí y pude respirar con tranquilidad, estaba a salvo, aquella presión que sentía acerca de que alguien pudiera atraparme se esfumó, aun así, no estaba del cien por ciento tranquila, ya que no me encontraba en mi cama. Con calma logré sacar mi hermoso violín y así pude guardarlo bajo mi almohada. Rápidamente me cambié de ropa y me coloqué mi pijama, éste era un camisón blanco que me llegaba a los tobillos, cuando lo vi en la tienda se veía más corto, pero de todos modos me gustó mucho, el problema era que no tenía dinero suficiente para pagarlo, sin embargo, este pijama fue un regalo de cumpleaños de hace dos años de mi madre. Le agradecí mucho aquel presente, estaba tan feliz de probármelo, mas cuando lo hice, me quedó demasiado largo, como si me faltaran recordatorios para restregarme mi baja estatura. Recordar mi pasado cumpleaños me entristeció mucho, ya no se podía celebrar ni una sola festividad, era como si nos prohibieran ser felices y que lo único que merecíamos era sentirnos miserables para el placer de ellos.
Me encontraba lista para acostarme, por fin pude levantar las sábanas y arroparme dejando la cabeza destapada. Hacía mucho frío y quitarme la ropa para colocarme el camisón sólo provocaba escalofríos cada vez que me desabrigaba. Al menos mi cama era pequeña, así que fue fácil que entrara en calor en un instante. Como no podía dormir, me quedé viendo las cortinas de mi ventana, esperando que quizás pudiera ver el amanecer desde la comodidad de mi habitación.
Estando tan absorta en mis pensamientos, se me vino a la mente que lo que sucedió fue una exitosa misión cumplida, logré salir sin que nadie se diera cuenta de ello, salvo por aquel militar que por poco me mata del susto, todo lo demás resultó mejor de lo esperado. Quién habría pensado que todavía existían soldados que no matan a sangre fría y quizás con el tiempo aquel sujeto logre caerme bien. Otro pensamiento se me vino a la mente y es que tomando en cuenta lo sucedido con aquel hombre y lo que me dijeron papá y Klein, puede que los sucesos ocurridos la otra noche no fueron más que otros militares que sólo querían hacer daño y matar a su antojo, ahora se me hacía imposible que el gobierno pudiera ordenar algo así, si de verdad todos los del ejército tenían el cerebro lavado, entonces cómo es que aquella persona no me mató en cuanto me vio. O puede que quizás no esté de acuerdo con tal ideología. Me gustaría creer que hay más como él, si hubiera mayoría, de seguro que podrían detener todo antes de que algo peor llegara a pasar.
Continué pensando en otras cosas, hasta que el sueño por fin había llegado, mis párpados se cerraban por voluntad propia hasta que logré caer en un sueño profundo.
— Hija despierta, son las diez cuarenta y siete de la mañana, tienes que desayunar — a lo lejos escuchaba la voz de mi madre. Usó un tono de voz muy tranquilo para no despertarme de golpe. Tenía demasiado sueño que apenas logré abrir los ojos. Mis párpados pesaban un montón — Buenos días hija, cómo amaneciste.
Siempre me preguntaba lo mismo desde que tenía memoria, aunque de vez en cuando no lo hacía cuando noches o días anteriores habíamos tenido alguna discusión y ella siguiera molesta conmigo.
— Muy bien mamá, qué hay de ti — mi voz sonaba cansada y un poco ronca, debió ser por el frío de anoche.
— Bien hija, parece que te faltó descansar más.
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Estoy de tu Lado
RomanceAlemania. Cuando se aproximaba una segunda gran guerra, la joven judía, Juliet, debe experimentar la discriminación por su religión, mientras que el soldado Jack Hess, disfruta de su nuevo cargo como comandante del ejército Nazi. Sin siquiera presen...