Emily
El odioso entraba y salía de su oficina sin decir una sola palabra. Esperaba que al menos me diera una orden o cualquier otra estupidez de las que siempre lanzaba. O decirle a gritos que estaba despedida, pero no.
Me fue inevitable preguntarme qué demonios estaba pasando. Por su semblante, sabía un estaba enojado, como tonos los días. No había día que ese ceño no estuviera fruncido.
Mientras se dignaba a dirigirme la palabra. Revise algunos mensajes que tenía sin leer en mi WhatsApp. Algunos de Lina con puras fotos de memes. Otros, mensajes de grupos de futuros diseñadores a los que me había metido para compartir ideas y aprender de cosas nuevas en la industria. Muy pocas veces programaban actividades de encuentros a los cuales desgraciadamente no podía asistir. Con un jefe como el mío, apenas me alcanzaba a llegar a casa, a cocinar algo rápido y descansar. Y lo más importante, mis terapias nocturnas. Mi salud era primero, siempre.
Decidí entrar a la app de citas. Verifique ambos chats. El del deportista y el del fotógrafo. El deportista lo descarté, inmediatamente noté mensajes, algo fuera de lugar. No soportaba mensajes sensualistas para ligar con una mujer. Esa no era yo. Acaso, ¿el respeto no estaba incluido en su crianza? Porque en la mía, sí. Así que lo había descartado en su totalidad. Ni el saludo. Personas así, las quiero a metros; y en el mismo camino, está mi jefe.
En cambio, James, el fotógrafo, era muy diferente. Me trataba con dulzura, empatía, de vez en cuando, chistoso. Buscaba una mujer sencilla, desinteresada, Le gustaban las mujeres con personalidad, amigable, amable y con gran carácter. Y de ahí, solo caía en prácticamente todas. Para mí, el dinero no lo era todo. Sí, necesitamos el dinero para poder vivir, pero para mí el dinero tenía más efecto en mi salud. Ahí invertía gran parte de mi dinero.
Tenía carácter, aunque casi nunca lo sacaba a pasear. Pero mi jefe, estaba buscándolo.
Hablarle de mi vida a un desconocido, era algo extraño. Pero si queríamos conocernos, teníamos que hacerlo. Así que comencé por donde realmente debía comenzar. Por mi salud.
Aiden L-Photoman está en línea.
Aiden: ¿Cómo te ha ido el día?
Emily Anne: Terrible.
Aiden: ¿Y eso? ¿Otra vez el jefe?
Emily Anne: Como siempre...
Emily Anne: Es difícil trabajar con ese hombre.
Aiden: Si algún día, dejas de trabajar para ese hombre. Las puertas de mi negocio están abiertas. Claro, si no es un atrevimiento.
Emily Anne: Gracias por la oferta, pero... por el momento, tengo motivos fuertes para quedarme. No es masoquismo. Y mucho menos orgullo.
Aiden: Comprendo... Aun así, están abiertas para cuando quieras.
Emily Anne: Oye... ya que andamos conociéndonos. ¿Crees que podamos platicar de algo que considero que es importante platicar?
Aiden: Te escucho. Desde el día uno que te escribí, estoy listo para conocerte cada día más.
Sonreí al ver el mensaje. Al parecer, estaba muy dispuesto a conocerme. Y eso me gustaba.
Emily Anne: No sé si esto sea impedimento para algo futuro, si es que surgiese algo, pero... necesito saber... Bien, aquí voy...
Suspire con fuerza. Están un poco nerviosa. No lo iba a negar. Ver otra negativa, de parte de otro hombre, me desmotivaba mucho. Me prometí que está seria la última vez que intentaría conseguir pareja.
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Querido Lee (Versión DongHae)
RomanceEmily es una mujer con un gran sueño, pero sobre todo, y más importante que ello, un gran anhelo personal y con sentido de urgencia. Emily trabaja como la asistente personal del famosísimo DongHae Lee; hijo de la diseñadora de modas, Sandra Lee. S...