Emily
Me tomó por sorpresa sus palabras. Horrorosas palabras.
Comenzaba a alterarme su manera tan tranquila de sacar su móvil para intentar comunicarse con el equipo de seguridad.
Quería gritar. Gritarle que me tenía que sacar de allí cuanto antes. Que por primera vez ante mis ojos se pusiera la capa de héroe que jamás llegaría a tener en su vida, pero que tenía que sacarme de allí antes de que el pánico se apoderase de mí; si eso sucedía, me vería obligada a contarle la verdad de mi condición de salud y verme más vulnerable ante sus ojos. El encierro no ayudaba en lo absoluto.
—¡Maldita sea! ¿Por qué no responde?
Me pegué a la baranda, intentando calmarme para pensar mejor; algo muy imposible al momento. Desperdiciaba mi oxígeno al alterarme, así que debía encontrar la manera de controlarme.
Saque de mi bolso el inhalador. Ese que siempre me sacaba de apuros, pero no estaba funcionando. Él, al verme inhalar el medicamento de aquel inhalador portátil, su expresión fue de confusión.
Seguía pegada a la pared como si una goma de mascar me tuviera pegada al metal de la caja. Necesitaba salir.
¡Dios! Sácame de aquí, por favor, rogué con todo mi corazón.
—Manténgase tranquila. Estoy haciendo lo que puedo para salir de aquí —comenta mientras continuaba con su móvil en las manos marcando a no sé quién.
No podía mantenerme tranquila, aunque quisiera. Pero sucedió lo más temido, explote en histeria.
—¡SÁQUENME DE AQUÍ! ¡AUXILIO! —gritaba dándole golpes al metal de las puertas. Lloraba tan descontrolaba que, por un segundo, olvide que estaba acompañada.
Comenzaba a sudar del desespero.
Los ojos parecían que se me querían salir al sentir que me agarraban y me giraban.
—¡Cálmese!— dijo, teniendo toda mi atención. —No gaste energía que puede necesitar luego. No sé cuanto tiempo pasaremos aquí encerrados. Así que, por favor, le pido que se calme.
—No puedo respirar... —dije, mirándole a los ojos, aterrada por la situación. —No puedo respirar. Necesito aire...
—Hagamos una cosa. Míreme a los ojos y respiremos juntos. ¿De acuerdo? —No respondí. —Vamos, intentémoslo juntos.
Era un poco imposible hacerlo cuando el pánico te invade por completo. Era como si el pánico nublara todos tus pensamientos y el miedo invade todo tu cuerpo. Solo había una sola cosa que lo podía mejorar y eso era: una extensa terapia y mi máquina de oxígeno.
Le pedía que me sacara de allí. Que intentaría tratarlo mejor, a pesar de todo lo que me había hecho, pero que me sacara de allí,
La desesperación lograba que mi cabeza diera un giro 360 grados para que me hiciera decir cosas; y fue justo lo que me sucedió.
Sentí como sus manos abrazaban mi rostro. Me hablaba, pero algo sucedió. No podía oírlo. El pánico volvió a apoderarse de mí en todos los sentidos.
Sus labios se movían, pero aun intentando leerlos, no poda. Como si me hubieran borrado el cerebro en un segundo. Como un bebé que no entendía nada.
De un momento a otro, la luz del ascensor se apagó. Dejando la caja de metal a oscuras
Sentí como sus manos dejaron libres mi rostro y fue el momento de retroceder, buscando donde agarrarme. Al no encontrar la baranda, me deslicé por la pared, hasta quedar en el suelo.
Quede en alerta al escucharlo hablar nuevamente. Estaba enojado por no poder a conseguir a nadie de la seguridad de su empresa.
—Temo disculparme, pero creo que nos tocara esperar. No logro conseguir a nadie que nos ayude a salir de aquí —explico.
—No me diga eso... por favor. —Lleve mis manos a mi rostro. —Me voy a morir aquí —dije entre ellas.
—Puedo entender qué tal vez le cause incomodidad, quedarse encerrada aquí y conmigo, pero decir que se va a morir, es una exageración.
—No es exageración...— murmuré entre mis manos, pero no lo suficiente bajo para que él no lo escuchara. —Necesito salir...
—¿Padece usted de claustrofobia?— pregunto de la nada, mientras apartaba mis manos de mi rostro. No sabía si responder o simplemente quedarme callada.
Tenía la linterna de su móvil encendida, así que un podía verlo a la cara.
Su mirada estaba fija en la mía, pero algo en ella estaba extraña. Nunca me había mirado así, como con pena. Si tan siquiera hubiera sabido de mi condición, era seguro que le daría lástima.
—No... No padezco de claustrofobia.
—Entonces... si no padece de claustrofobia, ¿por qué le causa ansiedad estar encerrada? ¿Es mi presencia o padece de alguna otra cosa?
¿Será que le decía?
¿Será que por primera vez tendría empatía?
La pregunta era: ¿quién era el hombre que estaba frente a mí?
Estaba confundida.
—Olvídelo. No tiene que responder a mis preguntas. Ya no es mi empleada, así que no está obligada a responder. Me disculpo por ello. —Lo observé levantarse y mirar nuevamente a su móvil. —Intente relajarse.
Tras varias llamadas, logro contactar a su madre. Quien se comunicaría con alguno de los empleados de la seguridad para que trabajara en el asunto. Además de eso, le comunico que la razón del porqué nos habíamos quedo encerrados y sin electricidad, había sido por una avería eléctrica que había en el área.
Intentaba pensar en otra cosa que no fuera el encierro. Pensaba en cosas que me gustaba. Las que me faltaban hacer. Metas a las que quería llegar; pero nada me desviaba del desespero por salir de allí.
Paso demasiado tiempo desde la llamada, así que volví a descontrolarme. No podía tomar nuevamente el medicamento, porque no era el medicamento natural. Y no podía esperar más tiempo. Tenía que salir ya. No importaba cuántas veces Harrison me pidiese que me calmase, no lo haría. Me entendería si fuera él el que estuviese en mi posición, pero no.
—¡SÁQUENME DE AQUÍ! ¡SÁQUENME DE AQUÍ!
No sé cuantas veces repetí la misma frase, y tampoco sé cuantas veces me dijeron en un lapso tan corto que me calmase, pero cuando comencé a dar golpes a la puerta, y el aire comenzaba a faltarme, todo comenzó a darme vueltas. Mis oídos dejaron de oír, y todo a mi alrededor se esfumó.
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Nota: Si notan errores de nombres. Recuerden que esta es una adaptación de la historia "Querido Harrison" que estoy actualizando cada sábado. De mi completa autoría.
Si ven los siguientes errores, comenten en la palabra, para saber que tengo que corregir esa parte. Son muchos capítulos y se me pudo haber pasado algunas palabras que tenía que cambiarse.
Las palabras son:
Elian Harrison
Ojos caramelos
Señora Harrison
Todo lo demás, continua igual.
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Querido Lee (Versión DongHae)
RomanceEmily es una mujer con un gran sueño, pero sobre todo, y más importante que ello, un gran anhelo personal y con sentido de urgencia. Emily trabaja como la asistente personal del famosísimo DongHae Lee; hijo de la diseñadora de modas, Sandra Lee. S...