11. Oppa

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Tanto Namjoon como Yoongi se miran entre ellos y luego vuelven la mirada a mí.

—Entonces estás diciendo que no podrás ir con nosotros a la sala de video juegos porque tu mamá te consertó una cita con la hija de su mejor amiga, ¿verdad?

—No es una cita —niego, aunque ellos parecen no pensar igual—. No, no podré ir.

—Está bien.

—¿Qué?

El desconcierto en mis ojos y tono de voz debe de ser palpable.

—Dije que está bien —repite Nam.

Teniendo en cuenta lo dramático que es, pensé que haría un berrinche ante mi negativa, sobretodo teniendo en cuenta la razón. Miro a Yoongi, quien solo se encoge de hombros.

—Creo que deberíamos de ir preparando nuestros trajes —frunzo el ceño—. ¿Qué opinas tú, Yoon?

—Tal vez sea una buena idea —responde el mencionado mirándome de reojo.

—Chicos, ¿de qué hablan?

—¿Crees que debería de colocar alguna rosa en mi bolsillo? —continúa Nam.

Yo solo puedo empezar a asustarme.

—Te vendría bien, sí —asiente.

Entonces comienzan una charla estúpida y muy surrealista sobre mí contrayendo matrimonio con la hija de la señora Garam, lo cual provoca en mí un escalofrío.

—Chicos —intento llamar su atención, pero ellos están muy concentrados planeando una boda que obviamente no va a ocurrir.

—¿Te imaginas que sea del estilo libre y lleve uno de esos vestidos cortos sobre la rodilla?

Ese comentario no me agrada, querido Kim Namjoon.

—Quién sabe, cualquier cosa podría pasar.

En vista de que han decidido pasar por completo de mí y dar rienda suelta a su imaginación, yo también decido hacer algo. Saco de mi mochila la cinta gruesa que siempre cargo conmigo por si acaso se presenta alguna emergencia —y con emergencia me refiero a algún trabajo que tengamos que hacer de imprevisto en clases— y corto un trozo de un largo decente, entonces sin que puedan verlo venir, coloco en sus bocas el plástico adhesivo.

—Así está mejor —suspiro con alivio.

—Así está mejor —suspiro con alivio

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—Ya me voy —anuncio.

La señora Seoyi, mi amada progenitora, desvía su mirada de la revista que leía y me mira con suma atención. Repasa mi atuendo, como si estuviera examinándome —lo cual no es mucho de mi agrado— y finalmente termina sonriendo de costado; esa es la señal de que está de acuerdo en cómo luzco.

—Tan apuesto como siempre —asiente con una sonrisa atravesándole el rostro—. Espero que te vaya bien, cariño.

Frunzo el ceño.

—Yo no —digo con un leve toque de molestia.

Mi amorosa madre ignora mi comentario y solo encoge los hombros, aún con la sonrisa en los labios.

—Vete ya. No me vayas a dejar plantada a la chica —apura.

Suspiro, me despido de ella dejando un beso sobre su cabeza, y salgo de casa. En vista de que realmente parece que voy a llegar tarde, decido tomar un taxi que me lleve al lugar concretado por mamá.

Pensándolo bien, esto de verdad parece una cita, y aunque me incomode un poco, mi interior se siente un poco ansioso por lo que podría pasar.

Una vez llego al lugar, pago al conductor y bajo del taxi. Busco con la mirada a la chica —de la que no consigo recordar el nombre— en la entrada, pero no la hallo por lo que ingreso al parque de atracciones. Llamo a mamá esperando una respuesta por su parte, pero lo único que obtengo es un mensaje por su parte en donde me comparte el número de la hija de la señora Garam y técnicamente me ordena que la llame. Estoy por hacerlo, hasta que mis ojos se encuentran con una escena un tanto... inesperada.

—Te dije que me dejes en paz.

Bueno, el tono de molestia que utiliza me deja en claro que aquel es la última persona que desea ver.

—Hola, cariño, ya estoy aquí —le beso la mejilla, sorprendiendo a todos incluyéndome a mí—. Perdona la tardanza.

La miro y ella a mí. Obviamente no entiende lo que hago —ni yo— pero en lugar de decir algo que pueda perjudicarla solo sonríe y se apega más al abrazo que le he dado. Es como si buscase protección en mi pecho, lo cual me hace sentir algo indescriptible en mi interior.

—No te preocupes, oppa.

¿Oppa? Estaba seguro de que teníamos la misma edad.

—¿Vamos?

—Sí.

Estamos por irnos hasta que el enclenque decide hablar.

—Choi Hyeonji, ¿qué significa esto?

Te dije que me dejaras en paz —dice, empleando un tono de voz tan glacial como el polo norte.

—¿Qué?

El sujeto está desconcertado. Y claramente yo también.

—Espero no tener que volver a verte. De verdad.

Echo una última mirada al chico antes de que sigamos nuestro camino.

Echo una última mirada al chico antes de que sigamos nuestro camino

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𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐁𝐎𝐘 ━𝐉𝐇𝐒 #EBOxA24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora