22. Joven, pero no idiota

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Ocupando mi lugar en el salón, Namjoon me recuerda que aún no sé quién está detrás de las cartas que no dejan de llegar.

—Ya no quiero saberlo —respondo sin desviar mi atención del ejercicio de matemáticas.

—¿Ya no quieres saberlo? —asiento y le miro por un segundo para darle mayor énfasis a mis palabras—. ¿Es que acaso querías descubrir a la persona tras ellas?

Detengo mi acción, suelto el lápiz y hago a un lado el cuaderno cuando he concluido con lo que hacía. Mis ojos se pasean vagamente por todo el salón buscando a nuestro tercer integrante.

—¿Y Yoongi? —pregunto al no verlo por ninguna parte, mi ceño fruncido—. ¿Sabes dónde está? —niega.

Me doy cuenta, entonces, que Oh Bitna tampoco está en el salón. Por un segundo las alarmas se disparan en mi cabeza. Aún no conozco los detalles de lo que sucede, pero me preocupa el que mi amigo pueda salir lastimado si es que mis sospechan son ciertas.

—Hoseok —vuelvo mi atención a Nam que no ha dejado de mirarme.

Desde la charla con mi papá, he notado a mi extremadamente alto amigo un poco más tranquilo y relajado, sé que aún no consigue hablar del todo con sus padres pero al menos parece haber aligerado su carga tras desahogarse con mi papá. Aunque ya no lleva el cabello teñido en su totalidad, aún conserva unos pocos mechones en un color rubio ceniza que le queda muy bien.

—¿Sí?

—Creo que me gusta tu compañera de trabajo —confiesa descolocandome por completo.

Aunque intuía que algo así podría suceder, no pensé que él lo fuera a confesar tan pronto.

—¿Crees? —asiente—. Es decir que no estás del todo seguro —vuelve a asentir.

Suelto un suspiro al darme cuenta de que no soy el único en esa posición.

—Al parecer no soy el único —veo pánico en su expresión por lo que me rio—. A mí me pasa con Hyeonji, Nam —aclaro para su seguridad.

Mientras esperamos a que Min aparezca nos ponemos al día con nuestros sentimientos expresando lo que no podemos confesar a las chicas aún. Le pregunto desde cuando comenzó todo y él me hace la misma pregunta, llegando a la conclusión de que ninguno de los dos tenemos idea del momento exacto en que nuestros sentimientos comenzaron a cambiar. En su caso, podría decirse que le pega muy bien eso de que «del odio al amor hay un solo paso»; aunque mi caso es totalmente distinto del suyo.

Podría decir que lo mío con Hyeonji se debió a un acercamiento que en el principio fue forzado por nuestras madres, pero que poco a poco nos fue ayudando a abrirnos el uno al otro hasta convertirnos en buenos amigos. A pesar de ello, sé con exactitud qué es lo que quiero con ella.

Soy joven, pero no idiota.

—¿Y qué vas a hacer? —le pregunto a Nam cuando salimos al receso.

Yoongi nos envió un mensaje haciéndonos saber que tuvo que presentarse a una práctica con el equipo de atletismo de último minuto. Ahora odiaba más al profesor Lee.

—¿Respecto a Youso? —levanto las cejas ante la sorpresa de que la llame, por fin, por su nombre. Mi amigo rueda los ojos con fastidio—. No pienso hacer nada, Ho.

—¿Por qué?

—Es mayor que nosotros.

—Solo por un año, casi dos, pero nada a lo cual temer —le resto importancia.

—No creo que esté interesada.

Su excusa me suena barata, sin embargo no le digo nada hasta que estamos frente a una de las máquinas expendedoras obteniendo una lata de gaseosa cada uno; él una Coca-cola y yo una Sprite.

—Si no lo intentas te quedarás con la duda de lo que pudo haber pasado si hubieses intentado —aconsejo, tomando el mismo para mí también—. Ya sabes lo que dicen por ahí, el que no arriesga, no gana. Y para ganar hay que ser arrecho, amigo.

—¿Arre-qué?

Casi escupo el elixir de los dioses por su culpa, una risa escandalosa de por medio.

—Olvídalo, no lo entenderías.

—¿Era español? —asiento—. ¿Estás aprendiendo? ¿De quién?

—La mamá de Hyeonji fue hace algunos años en una brigada al interior del Amazonas, se encontró con un grupo de latinos y le enseñaron unas cuantas cosas y palabras en español —resumo.

—Pero dudo que ella te haya enseñado esa palabra en específico.

—Tienes razón, se la escuché de casualidad mientras conversaba con mamá —rio—. Al principio no entendí y la busqué —encogí los hombros.

Al notar que nuestra conversación se desvió del tema original, pude ver cómo Namjoon se relajaba y cambiaba la expresión en su semblante.

Bueno, por esta ocasión la dejaré pasar.

Seguimos conversando de otras cosas y al sentirnos aburridos sin Yoongi jugandonos sus típicas bromas fuimos en su búsqueda. Lo encontramos dando vueltas por todo el coliseo así que le hicimos una señal de apoyo que él tomó con mucho aprecio, lo sé por el gesto agradecido en su rostro.

Al término del receso volvemos al salón y cuando la jornada concluye, me despido de Nam para tomar el autobús que me llevará a mi lugar de trabajo.

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𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐁𝐎𝐘 ━𝐉𝐇𝐒 #EBOxA24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora