23. Un poco de ayuda

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—¡Jung Minkyu, ven acá! —grito, pero el pequeño demonio en lugar de obedecer, me hace una mueca y sigue corriendo—. ¡Minkyu!

Esto es el colmo de los colmos, de verdad.

Hyung, trata de calmarte —pide el muy descarado.

Lo miro mal. Muy mal. Ambos nos detenemos en medio de la sala; él sobre el sofá, y yo al otro lado del centro de mesa. Mientras Minkyu tiene mi teléfono en sus manos, yo sostengo la escoba listo para atestarle un golpe en la cabeza a mi hermano menor.

—¿Y todavía tienes el cinismo de pedirme que me calme? —suelto histérico—. No lo repetiré de nuevo, Minkyu, dame mi teléfono —ordeno haciendo énfasis en las últimas palabras.

La situación es esta: estaba viendo todo y nada en mi celular, y en un descuido en el que me di la vuelta para dejar el plato que utilicé para servirme el cereal con leche, él lo ha tomado y ha hecho de las suyas. Y con eso me refiero, obviamente, a que le ha escrito a Choi Hyeonji. Pero eso no es todo, por supuesto que no. Además de enviarle un mensaje a la chica —que ahora sé me gusta y mucho—, también se atrevió a preguntarle si acaso ella era quien estaba detrás de las cartas anónimas que no dejan de llegar.

Joder con este país en donde ya nadie puede tener privacidad aún de su propia familia.

Mi hermano no dice nada, se limita a observarme en silencio y extender, con mucho temor, el aparato en mi dirección.

—¡Perdón, hyung! —corre a encerrarse en su habitación antes de que el palo de la escoba consiga darle de lleno en la cabezota esa que tiene.

Resoplo y coloco la escoba en su lugar, para después centrarme en el celular. Hyeonji no ha respondido nada, al menos no algo concreto, solo ha enviado un signo de interrogación que claramente expresa su incomprensión respecto a los últimos mensajes enviados de mi móvil.

Hoseok, 10:22 am.
Perdona, ha sido solo una broma
de Minkyu.

Hoseok, 10:23 am.
Ya sabes cómo
es.

De nuevo, no hay una respuesta, solo la indicación de que ha leído mis mensajes tras haberles llegado. Me arrojo sobre el sofá que minutos antes mi hermanito estuvo pisando y suspiro, completamente contrariado.

Tengo una especie de sentimientos encontrados que ahora mismo me juegan en contra. En un principio, también llegué a pensar que la persona tras las cartas podría ser Hyeonji, pero luego descarté la idea conforme iba pasando tiempo con ella. Incluso tuve la intención de preguntarle luego de hablarlo con mis amigos y pedir su opinión, pero preferí no hacerlo y dejar el asunto ahí.

A pesar de que me invada la curiosidad por saber de quién se trata, creo que prefiero quedarme con la duda porque está claro que dos cosas podrían pasar: o la sorpresa era buena, o por el contrario resultaba ser mala.

Así que no, me quedo con la duda y ya.

—Hyung —veo la mitad del rostro de mi hermano asomar entre la pared que divide el pasillo a las habitaciones y la sala.

Le miro con cautela.

—¿Qué? ¿Ahora vienes a decirme que has hecho otra de tus locuras? —el tono de reproche es evidente en mi tono de voz y él lo nota, pero niega—. ¿Entonces? —pregunto ceñudo.

—Perdóname, hyung, no era mi intención incomodarte —se aleja de la pared que hacía de escudo y me mira—. Lo siento —pide con una reverencia.

Suspiro.

—No seas tonto, Minkyu —llego hasta él y le tomo del hombro—. Aunque es bueno que sepas reconocer tus errores, también debes de tener en cuenta que antes de actuar es mejor pensar.

Frunce los labios.

—Está bien —murmura, luego su gesto se recompone con una facilidad que me trastorna—. ¿Entonces, es Hyeonji la de las cartas?

Sus ojos brillan con ilusión, es como si esperara que la respuesta fuera positiva.

—No lo sé. Y si lo llega a ser, no importa.

Mi respuesta, aunque no le satisface, tampoco parece disgustarle.

—Hyung —dice acercándose sin ningún temor, enfoco mis ojos en él—, ¿a ti te gusta Hyeonji?

Vaya.

—¿Por qué llo preguntas? Está claro que ya conoces la respuesta —lo señalo en un gesto de obviedad.

Este niño es un caso. Tiene todo para sacar buenas notas, pero prefiere la diversión en lugar de eso, así como también prefiere andar de cotilla en asuntos que no son de su incumbencia.

—¿Quieres que te ayude? —mi ceño se frunce—. A que te le declares, quiero decir.

—¿Y quién ha dicho que ya no lo hice?

Mi hermano rueda los ojos resoplando a la par.

—Hyung, ¿conoces el significado del término romántico? —vuelvo a fruncir el ceño, pero su mano levantada y la agitación de su cabeza me impiden responderle—. Olvídalo, es un término que no te pega.

—Minkyu...

El tono amenazador no pasa desapercibido. Mueve las manos en señal de paz y me vuelve a mirar.

—Bien, bien. Pero, ¿quieres o no que te ayude?

—No la necesito.

—¿Estás seguro? Ya sabes lo que dicen por ahí, un poco de ayuda no le viene mal a nadie —encoge los hombros como si no le importara.

Condenado crío de quince años.

—No, gracias, tu ayuda solo es un medio para poder sacarme dinero.

Niega, con un gesto exagerado de falsa indignación. Luego vuelve a ser él mismo, solo que su gesto se transforma en uno serio. Esa dualidad que tiene en serio me sorprende y confunde a la vez.

—Bien, pero si algo requieres, ya sabes dónde encontrarme.

Se va, con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora, luciendo como un maldito mafioso.

Se va, con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora, luciendo como un maldito mafioso

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*Total de palabras: 946.

Perdón por la demoraaaaaa, ando con cero inspiración estos días :( además de eso, mi teléfono tampoco me la está haciendo fácil :(((

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Perdón por la demoraaaaaa, ando con cero inspiración estos días :( además de eso, mi teléfono tampoco me la está haciendo fácil :(((

𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐁𝐎𝐘 ━𝐉𝐇𝐒 #EBOxA24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora