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-¡Bien hecho, Johann!- felicitó Drago con euforia al ver a un niño rubio inconsciente sobre la cubierta de su barco- ¿Este es el menor?- cuestionó.

-Sí, la niña es la primogénita.- confirmó el ex mercader- Pero créeme que este es mucho mejor, con la mocosa hubiéramos tenido problemas.- gruñó recordando la resistencia que puso la pequeña castaña.

El líder observó unos cuantos segundos más al niño, antes de dar las siguientes órdenes a su capitán.

-Llévanos lo más rápido a la base.- ordenó y luego se dirigió a Johann nuevamente- Tú encárgate del bastardo, llévalo a la habitación más pequeña. Si despierta, me llamas de inmediato.- indicó y después se fue a la proa.

El hombre asintió y cargó a Nuffink para llevarlo bajo cubierta, entrar a la habitación más pequeña y lo dejó recostado en la cama. Lo miró con furia, mientras pensaba que el "Pescado Parlanchín" había logrado seguir con su vida y crear una linda familia, mientras que él era prisionero en un bloque de hielo. La prisión que él le sentenció.

Pero ahora era momento que cobrar su venganza.

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-¡Astrid Haddock-Hofferson, por favor, cálmate!- el jefe de Nuevo Berk agradecía haber hecho su casa más alejada del resto de su pueblo, así nadie escucharía cualquier ruido fuerte proveniente de su hogar.

Él intentaba calmar a su esposa, quien aprovechó que su suegra llevó a Zephyr al Gran Salón para el almuerzo, para empezar a tirar y romper todo lo que esté a su alcance, gritar y llorar de rabia. Pero lo que al jefe le preocupaba más, era el par de costillas rotas que la Haddock-Hofferson está tratándose. Debería estar en cama.

-¡Es un gran hijo de puta! ¡¿Cómo se atrevió?!- gritaba la jefa llena de irá, preo sobretodo, de miedo. Estaba aterrada por su hijo.

Hiccup trataba de atrapar todo lo que lanzaba para que no se rompa, si seguía así, destruiría toda su casa.

-¡Cuando les ponga las manos encima!- lanzó otra amenaza al mismo tiempo que tomó su hacha y la lanzó.

Astrid se asustó al ver cómo su arma le rozaba a su esposo y terminar clavada en   una columna de la sala.

-Eso... Estuvo cerca.- murmuró él ojiverde viendo la hacha a su costado.

La rubia llevó ambas manos a su pecho, antes de derrumbarse al piso y romper en un desconsolable llanto.

-¡Perdóname!- sollozó.

Hiccup sintió su corazón romperse al ver a su lady rendirse de esa forma, en toda la noche la había escuchado sollozar, a pesar de mimarla y tenerla en sus brazos, para ella era algo muy fuerte que se metieran con su familia, en especial con sus hijos tan indefensos. Eso no significa que para él no sea difícil, pero entendía que ella sufriera un poco más y perdiera la cabeza más fácil que él, pues sabía que el amor de una madre era una conexión de ella con el bebé desde que está en su vientre.

-Mi Lady, no debo perdonarte nada, está bien.- dijo con suavidad, mientras se arrodillaba a su lado y rodeaba con sus brazos. Ella no dudó en refugiar su rostro en su pecho.

-Es mi culpa.- volvió a sollozar aferrándose más a él.

-¿Pero de qué hablas?- preguntó ahora con la voz entrecortada y los ojos lagrimosos. Estaba intentando ser fuerte por su esposa e hija, pero no sabía cuánto más podría durar su actuación, pronto también se iba a desmoronar.

¤AFTER ALL¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora